La última vez que estuve en Benidorm, fue para una prueba de orientación que corrí en un bosque que, curiosamente, ardió ese mismo verano y sobre el lugar donde se encontraba se ubica ahora mismo Terra Mítica. Vaya casualidad.
Nos alojamos en un camping y vimos unos cuantos edificios altos, de hecho vimos como el vigilante de una de las obras tenía su chiringuito montado en un piso 20 o así porque era la única luz visible de la obra. Vigilar tantos pisos tiene que ser complicado, pero seguro que era más sencillo montar el campamento en la base del edificio.
Cuando llegamos el sábado pasado, aquello era un cúmulo de rascacielos dispersos. Digo rascacielos porque erán muy altos, aunque seguro que nada que ver con los que me voy a encontrar en Nueva York y por los que pareceré un cateto de tanto levantar la cabeza para verlos. Si a mi me entraba claustrofobia de los pisos de 9 plantas en calle Mármoles cuando llegué a vivir a Málaga, imaginaos lo que puede ser aquello.
El hotel donde estuvimos solo tenía 24 plantas y nos alojamos en la 11ª, así que teníamos buenas vistas al resto de bloques de alrededor, porque lo que es la playa, ni una esquinilla. Una de las veces que estába asomado con mi hijo pequeño, escuche un "pou" y el chupete salió volando por el balcón sin que pudiera hacer nada por atraparlo y mucho menos ver donde caía desde tanta altura. Creo que tiene madera de lanzador a mi pesar.
Buscándole cosillas al hotel, si alguno tiene hambre despues de una noche de juerga, que sepa que puede colarse al desayuno porque no le piden nada. Como todo el mundo, o eso creo, tiene alojamiento y desayuno buffet, pues allá que vas para adentro sin que se le note mucho que se está colando y te puedes poner hasta arriba de donuts, croissants y demás.
A mi lo que me fastidió es que para la cena pedían que se fuera con pantalón largo y, dado que soy un desastre para eso, solo me había traído un chandal y un pantalón corto decente, así que me hice el despistado y nadie me dijo nada. Tampoco le decían nada a los guiris que iban descalzos por el hotel y bien clarito que lo ponía en todos lados que era peligroso.
Sobre las actuaciones, todo aquella persona que haya ido a alguno de esos programas de operación triunfo y similares, que sepa que con presentar el curriculum les van a coger porque allí había cada paquete... aunque sobre gustos no hay nada escrito.
En Villajoyosa, fuímos a la fábrica de chocolates Valor (que es el diminutivo valenciano de Valeriano) y a su museo del chocolate con visita guiada. De la fábrica vimos más bien poco, aunque en la degustación se notaba que eramos casi todos españoles porque la gente se puso hasta arriba con las muestras. En los niños era más notable porque se les notaba la linea que les cruzaba la boca manchada entera de marrón. Los adultos eran más disicumlados y, algunos, hacían como que daban vueltas mirando las estanterías y alargaban la mano cada vez. Yo confieso que me comí 4 trozos de chocolate con leche para socializarme con el entorno.
Y para finalizar, como señal de agradecimiento, os indico que encontré a un masajista muy bueno que me dió una paliza en condiciones, nada de esas tonterías relajantes. Se llama Roberto y tiene su clínica en el edificio Halcón, local 4. Para llegar, hay que buscar el McDonalds de la playa y en la calle de detrás se ve el edificio Halcón. Muy recomendable.
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