En Agosto, pasando cerca de la costa en moto, sorprendí a un señor que acababa de sacar de la playa unos 5 kilos de mejillones y además de los grandes. El señor los había sacado a pulmón, lo cual es un mérito. Pero todo eso no lo compensa el hecho de que careciera de licencia, así que se denuncio y llame a unos compañeros con coche para trasladar los mejillones a sanidad. Venían en una red pero los metí en una bolsa para no manchar el maletero.
Los mejillones fueron finalmente destruidos porque, del calor, ya olían tela en una hora.
A los pocos días empezaron los compañeros a criticarme por el peste de los mejillones. El primero fue al que obligaron a limpiar el contenedor donde los mejillones pasaron un día y que apestaba todo el garaje. Los siguientes los que se montaban en el coche donde se trasladaron los mejillones, algunos de los cuales se negaban a coger el coche por el peste a mejillón podrido.
Claro, yo les decía que solo habían estado 5 minutos en el coche y que eran unos exagerados.
Pues resulta que hoy me han contado que, debido a las quejas, pasaron a limpiar a fondo el coche en particular y descubrieron que uno de los mejillones se había salido y se había metido en algún sitio difícil de localizar, dejando una peste inimaginable.
Ya decía yo que las criticas por mi trabajo eran excesivas.
No tienes remedio...
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