jueves, 23 de junio de 2011

O-San Juan

Pues mañana toca san Juan, aunque la juerga empieza esta noche o mas bien esta tarde porque cuando iba a la pista de atletismo ya iban unos cuantos con las neveras cargadas de tinto y las barbacoas para hacer las moragas (barbacoas playeras) en las playas.
Me voy a retrotraer en el tiempo para recordar lo que significaba esto en mi juventud y niñez ya que, a dia de hoy, hace unos cuantos años que paso de la fiesta playera. ¿Sera la vejez?
En San Roque, en la barriada de la paz para mas señas, cuando eramos niños nos dedicabamos 3 días antes a recopilar toda la madera y cosas que pudieran arder para hacer la fogata mas grande posible. En relación calidad-precio con las fallas de Valencia, creo que les dabamos para el pelo porque no nos costaban ni un duro, pero como dicen que las comparaciones son odiosas, dejaremos el tema ahí.
En nuestro afán recolector, casi como hormigas, un día llegamos a llevarnos unos 10 o 12 postes de aquellos que usaban las empresas de telefonía. A media tarde vino la policía a que los devolvieramos. Ya podían haber venido antes que no sabeis el trabajo que nos costó subirlos por la cuesta de casi un kilómetro y pendiente muy pronunciada. Al menos tuvieron el detalle de dejarnos uno para colocarlo en el centro.
Nuestra pira era adornada siempre con un muñeco que se confeccionaba de forma rudimentaria con ropa vieja y una pelota pinchada por cabeza. En su interior se colocaba pasto para que ardiera mejor y, el ingrediente más importante, latas de spray. Espero que no se considere apología del terrorismo pero, en mi barrio nativo, al no tener para petardos, estos los sustituíamos por sprays. Cuando se calentaban, explotaban. Dependiendo de lo bueno que fuera el spray así era el estallido. Considero, así por encima, que cada pira podía tener oculta unos 20 o 30 sprays en su interior.
Mi casa estaba en primera linea y, cuando ardía la hoguera en su momento álgido, teníamos que cerrar las persianas del calor que emanaba la misma. Decían que a algún vecino llegaron a derretírsele las persianas, pero pienso que era un bulo.
Cuando la hoguera ya hacía posible acercarse, tocaba el turno de echar abajo al muñeco. Empezábamos a tirarle piedras pero, al mismo tiempo y por disponernos de forma circular en torno a la pira, recibíamos pedradas de los que fallaban del lado opuesto. Al principio las piedras eran pequeñas pero, como el muñeco no cayera, iban creciendo en tamaño hasta llegar a uno considerable que tenía que ser lanzado por dos niños. Además, siempre estaba el gracioso que encontraba más sprays a última hora y los tiraba al fuego para dar por saco.
Cuando llegué a Málaga, todo aquello cambió. Había gente más modosita que llevaba deseos que arrojaba a pequeñas hogueras y saltaban sobre las mismas (creo que dice la tradición que han de hacerse saltos impares). Pero la mayoría, y lo siento por los aludidos pero es lo que hay, ibán a la playa para meterle fuego cuanto antes al "jua" (siempre he pensado que es un nombre ridículo el que le dan los malagueños) para emborracharse (si no lo estaban ya) antes de tiempo, bañándose desnudos en la playa por la noche, saltando por encima de las hogueras para hacerse los chulitos (aquí me alegro para aquellos que se quemaban, lo siento) y dejar la playa hecha un asco.
Había y hay seres, que no tienen un calificativo definido, que se dedican a tapar las brasas con arena para que la gente se queme al pisarlas, pero lo peor es ver al día siguiente toneladas y toneladas de botellas de tinto de verano, chuletas y pinchitos llenos de arena, barbacoas rotas, sacos de carbón vacio, etc. Desgraciadamente el termino fiesta y el ser puercos están muy relacionados.
Y aquí estoy yo, a esta hora de la noche, rememorando los recuerdos de juventud mientras en las playas se está produciendo todo aquello que comento porque me da hasta asco acercarme.
Eso si, en honor a los viejos tiempos, he quemado un par de servilletas en la barbacoa oxidada con excrementos de insectos palo. No es lo mismo ni se parece, pero tampoco voy a meterle fuego al campo por la añoranza.

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