Esta tarde tocaba otra vez. El año pasado no acudí y permanecí como mero espectador pero este año me tocaba estar nuevamente en el punto de mira. Me despedí de mi familia por si acaso no volvía a verlos y me dirigí al trabajo. Me equipé como buenamente pude con el casco y la visera bajada, guantes y unas bragas para el cuello. No pude hacerme con un escudo ya que no me cabía en la moto y de esa manera salí a la calle.
Evité como buenamente pude estar en su punto de mira, permaneciendo lejos de ellos cada vez que se me acercaban, hasta que en un cruce me tocó estar frente a ellos a escasos 5 metros. Bajé la visera, no me santigüé porque soy ateo y me preparé para recibir los impactos a la vez que miraba atentamente de donde podrían venir los proyectiles.
La muchedumbre evitó que me acribillaran pues no paraba de gritarles desde el otro lado "Aquí, Melchor", "Aquí, Gaspar". Los pocos lanzamientos de los niños que se encontraban a mi lado se quedaban cortos debido a su escasa potencia de fuego. Con una sonrisa triunfante me agaché y recogí los caramelos para metermelos en el bolsillo. Este año regreso ileso a casa.
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