Johnny Benítez era un atleta medio. Le faltaba un escalón para poder considerarse atleta bueno, casi elite, pero la motivación que tenía no era suficiente. Debía trabajar para poder vivir porque no tenía una beca que le ayudara a entrenar y poder alcanzar el mejor nivel que poseía.
Cuando se enteró de que el campeonato de España de pista cubierta era en su ciudad decidió que era el momento de apretar los dientes, sacrificar todo lo que tenía y luchar por conseguir un éxito que le diera una beca que le permitiera vivir por unos años de su deporte favorito. El trabajo no le permitía mucho tiempo para el entrenamiento y Johnny Benítez se veía obligado a entrenar de noche, a la salida del mismo, cuando el frío hacía que no hubiera un alma en las calles.
La suerte de Johnny se vió cambiada cuando su hermano consiguió el puesto de guarda de seguridad de la pista cubierta donde sería el campeonato. Habló con el y quedaron en que le dejaría entrar en la pista para entrenar pero que no podría encender las luces ya que si no, sus jefes se darían cuenta y lo despedirían.
Así lo hicieron y Johnny entrenó duramente bajo una pequeña luz, suficiente para ver la pista, sacrificando horas de sueño, cenando a altas horas de la madrugada y comprobando una gran mejoría que le hacía soñar con el éxito en los campeonatos.
El gran día llegó y Johnny se encontraba entre los favoritos entre semifinales. Toda la ciudad estaba allí para animar al ídolo local. Johnny se clasificó por los pelos para la final. Algo no había ido bien durante la prueba. Las piernas no iban y no sabía el motivo. Ese día se fue a la cama preocupado pues tantos esfuerzos no parecían tener la recompensa deseada.
Johnny y su hermano conversaron antes de la final. Analizaron la prueba y concluyeron que posiblemente era debido a que Johnny había entrenado de noche, sin luces y las condiciones de la pista eran muy diferentes. Su hermano le indicó que no se preocupara y que saliera a darlo todo, que tenía una idea que podía funcionar.
La final se iba a disputar. Johnny sonreía pues ya sabía la causa de su resultado y su hermano le había prometido solucionarlo. El hermano de Johnny se situó junto a los cuadros de luces. Sabía que no hacía falta apagar todas las luces, bastaba con usar la pequeña luz que usaba Johnny para entrenar. Cuando se dió la salida, el hermano de Johnny accionó la palanca. El resultado: 300 denuncias por sustracción de carteras y bolsos durante el apagón.
PD: Son las 22:15 de la noche. Voy a cambiarme y me voy a entrenar.
Muy bueno Kiko.
ResponderEliminarpepe