Hace unos 10 años, un amigo me comentó que el no iba al cine y que prefería esperar a que salieran las películas en DVD para comprarlas (aunque en aquella época ya existía el emule). Al preguntarle el motivo me hizo unas cuentas muy claras: entradas para el y la mujer, 20 euros para la canguro, bebidas y palomitas=más de lo que valía la película en DVD. Como por aquel entonces yo aún era soltero y era un rata con el dinero, pues si me salía a cuenta comprar solo la entrada (ya iba cenado de casa) pero me iba a la sesión golfa, esa que era pasadas las 12 de la noche y que valía más barata, pues la pela es la pela. Como añoro aquellos tiempos de estudiante en que podías ver una peli por 300 ptas.
Los cines a los que iba cuando era universitario han desaparecido por el boom de los multicines en los centros comerciales y los más pequeños se han tenido que reconvertir a salas especializadas en cine "raro" y sobrevivir a costa de las subvenciones. Una lástima porque era un hábito que me encantaba.
Cuando estaba en el fisio hace una semana, uno de los pacientes de la sala era un gestor en un cine de la zona. Yo le puse la oreja para "culturizarme" y el hombre estuvo contando porque era tan caro el cine. Según contaba, las distribuidoras son las que tienen la sartén por el mango y son las que deciden los precios. Al precio de la entrada el cine apenas le gana pues hay que pagar un canon por la película en si y creo que escuche que también por espectador. Además usan su dominio para negociar ofreciendo la película taquillera del año solo a cierto cine a cambio de que también adquieran 2 o 3 peliculas, llamémoslas "menos buenas" por no decir bodrios, de la misma distribuidora que tienen que mantener ciertas semanas (eso explica porqué hay bodrios en cartelera con la sala vacía).
El negocio de los cines en si viene prácticamente por el bar. Una botellita de agua, que es lo más barato, te sale por 1,60 y así te piensas seriamente colarla en el bolso de tu acompañante. Mi ruína viene en la zona de los caramelos (no somos de palomitas) y, con las excusa del niño, me pillo no menos de 300 gramos rondando los 5 euros. Soy adicto, lo confieso, y mi hijo el pobre cuando va a meter mano en la bolsa ya no encuentra casi nada como se descuide. Y es que yo no los como, sino que los engullo, por eso no llega la bolsa ni a la mitad de la película. Que digo mitad, no llega ni al título.
A pesar de mi avaricia, sigo pensando que el cine es un hábito bueno, no por fomentar la cultura, sino porque es una de las pocas cosas que hago con la familia. Lástima que ya no haya mas pelis de Harry Potter.
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