Lo he ido dejando y casi me olvido de comentar este libro. Es el 4º de la saga Erast Fandorin y ultimo de los publicados en España por Salamandra. Lo termine en el viaje a Barcelona a competir en 1ª division con el club, alla por Abril si no recuerdo mal.
En esta ocasión, Fandorin regresa a su Moscú original tras un periplo por Japón donde ha adquirido algunas costumbre y conocimientos bastante "raros" para la epoca, pero vamos, es una novela y un personaje especial desde el principio. En el hotel coincide con antiguos conocidos de "Gambito Turco" y, por desgracia, con la muerte de un querido amigo, mas bien un heroe para toda Rusia, el General Blanco o tambien conocido como Aquiles (de ahi el titulo ingles y ruso).
Lo que parece una muerte natural no le cuadra a Fandorin, que descubre algunos detalles que le hacen ver que puede haber sido un asesinato. La intriga va creciendo a medida que se van atando cabos ya que aparecen nuevos hilos y uno de esos hilos tiene que ver con el pasado de Fandorin y una cuenta pendiente de "El angel caido".
Estupenda continuacion de la saga con una intriga muy bien desarrollada. Fandorin empieza a ver los tejemanejes que hay en la Rusia de su epoca y se va amoldando el cuerpo para las cosas que le pasaran en "El consejero de estado" (No publicado en España, pero hay una pelicula con subtitulos en ingles, "Statskii Sovetnik")
Recomendado.
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martes, 22 de junio de 2010
lunes, 29 de marzo de 2010
C-La sota de picas. Boris Akunin. (Cap. 3/8)
Pido disculpas a los que habeis esperado desde Septiembre el siguiente capitulo, pero ya por fin le di el ultimo tiron.
Viene de aqui
Es hábil, el canalla
Servir, parece ser, es posible de formas diferentes.
Puede el agente de policía mojarse bajo la lluvia por horas, siguiendo desde los arbustos punzantes tras la segunda ventanilla a la izquierda en el tercer piso, o arrastrarse por la calle tras el "objeto" entregado en la estafeta, para el cual es desconocido quién es y que ha hecho.
Pueden los mensajeros, sacando la lengua, correr por la ciudad con la bolsa del estado, repleta de paquetes.
Y es posible ser el ayudante temporal de su alta excelencia el funcionario de los encargos especiales. Al pabellón en Pequeño Nikitsky confiaba en llegar sobre las diez. Es decir, vas como una persona, no a la carrera por oscuros callejones, y sin prisa, con dignidad, con luz del día. Se le dió a Anisy un coche, así que era posible no perder una hora en el camino e ir rodando al servicio del señor. Pero nada de eso, baja y va andando, y los superfluos 50 kopecs siempre son útiles.
La puerta fue abierta por el criado japonés Masa, que Anisy ha tenido tiempo para conocer bien. Маsа saludaba y decía: “Bunos, Tju-san” que significaba “Buenos días, señor Tjulpanov”. Al japonés le era difícil pronunciar las palabras largas rusas, y la letra “L” no podía, por eso los "Tjulpanov" para él se han convertido en “Tju”. Pero Anisy, como ayuda de cámara de Fandorin, no se ofendía, las relaciones establecidas entre ellos eran completamente amistosas, es posible incluso decir conspirativas.
En primer lugar Маsа informaba a media voz del "estado de la atmósfera”, así Anisy sabia el humor que reinaba en la casa. Si el japonés decía: “Chixa” (Tija: Silenciosamente), era que todo estaba silencioso, la hermosa condesa Addi se ha despertado en disposición clara del espíritu, canturrea, arrulla a Erast Petrovich y a Tjulpanov le mirará con mirada dispersa, pero benévola. Es posible ir a la sala valientemente, Masa le dará cafe con un panecillo, el señor funcionario hablará alegremente y con aire de burla, y su querido corsé golpeteará con sus dedos con aire de desafío y enérgicamente.
Si Masa susurraba: “Guromka” (Gronka: ruidosamente), era necesario pasar de puntillas rápidamente al despacho y ocuparse en seguida de la tarea porque en la casa había tormenta. Significaba que de nuevo Addi sollozaba y gritaba que ella se aburría, que Erast Petrovich la había arruinado, la había seducido, la había apartado del marido, el más digno y el más noble de entre la gente. Para ti, quizás, mejor te apartas, pensaba Anisy, tímidamente escuchando los truenos y hojeando los periódicos.
De tal forma, ahora el tenía la tarea de la mañana, estudiar las ediciones publicadas de Moscú. El asunto era agradable: susurras por las páginas olorosas, lees sobre los chismes de la ciudad, miras los seductores anuncios publicitarios. Sobre la mesa, lápices agudamente afilados, azul para las marcas habituales, rojo para la nota especial. No, honestamente, la vida de Anisy se había convertido completamente en otra ahora.
El pago por tal servicio dorado fue, a propósito, el doble del anterior, y además, por el servicio ha tenido un aumento. Escribió deprisa Erast Petrovich a la dirección dos líneas, y han determinado en el acto que Tjulpanov era el candidato al grado de clase. Para la primera vacante entregó un examen estúpido, y ya está preparado, era mensajero, se convirtió en funcionario, el señor registrador colegial.
Y asi comenzó todo.
En aquel día inolvidable, cuando a Anisy se le apareció la paloma blanca, salió directamente de la casa del gobernador junto con el funcionario hacia la notaría que registró el acta de compra con la firma de mofa. Allí, tras la puerta con la placa de cobre Iván Karlovich MEBIUS no había nada. La consejera titular Kapustina, de quien era la casa, abrió la puerta cerrada con su llave propia y declaro que el señor Mebius alquiló el primer piso hacia dos semanas, pago el mes por adelantado. La persona era sólida, detallada, aparecía su anuncio de la oficina en todos los periódicos, en el lugar más destacado. Desde el día de ayer no aparecía, ella misma se asombró.
Fandorin escuchaba, asentía, de vez en cuando planteaba preguntas cortas. Ordeno escribir a Anisy la descripción de la apariencia del notario que ha desaparecido. “Talla ordinaria, - diligentemente rechinó con el lápiz Tjulpanov. - bigotes, barba con una sola punta. Cabellos píos. Quevedos. Todo el tiempo menospreciaba las manos y se burlaba. Cortés. Sobre la mejilla, a la derecha, una verruga grande castaña oscura. Edad, de aspecto no menos de cuarenta. Los zapatos de cuero. El abrigo gris con el cuello de smoking negro”.
- No escriba usted sobre los z-zapatos y el abrigo, - dijo el funcionario, por un momento habiendo mirado los papeluchos de Anisy. - Solamente la apariencia.
Tras la puerta se encontraba más de lo que hay en una oficina habitual: en la sala de recepción un escritorio, la caja fuerte entreabierta, las estanterías con carpetas. Las carpetas estaban todas vacías, y en la caja de caudales, sobre la balda de hierro, en el lugar más destacado - la carta, la sota de picas. Erast Petrovich tomo la carta, la examino con lupa, y la lanzo al suelo. A Anisy dijo en la explicación:
- Es una carta cualquiera, tales son vendidas en todas partes. Yo, Tjulpanov, las cartas no puedo soportar, y la sota de p-picas (aun llaman así a Momo) en particular. Para mí están ligados recuerdos muy desagradables.
De la oficina han ido al consulado inglés para encontrarse con Lord Pitsbruk. Esta vez el de Albión estaba acompañado del traductor diplomático, así que Anisy podía escribir las declaraciones de la víctima.
El inglés comunico al funcionario que la notaría “Mebius” le fue recomendada por Mr. Shpejer como la firma más respetable y viejísima jurídicamente en Rusia. Para confirmar las palabras, Mr. Shpejer le mostró algunos periódicos, en cada uno de ellos la publicidad de “Mebius” se instalaba en el lugar más destacado. El lord no conoce la lengua rusa, pero el año de la base de la firma - mil seiscientos, por cierto – le dio a él la impresión más favorable.
Pitsbruk mostró uno de los periódicos, “Los registros de gobierno de Moscú”, que el inglés llamaba “Moscow news”. Anisy extendió el cuello por la espalda del señor Fandorin, vió grandísimo, en un cuarto de la hoja periodística el anuncio:
Notaría Mebius
Certificado de registro del ministerio de justicia número 1672.
Composición de testamentos y contratos, formalización de autorizaciones, garantía por el empeño, representación por la exacción de los deberes, también otros servicios.
Llevaron al inglés a la oficina desgraciada. El contó todos los detalles, como, habiendo recibido firmado “por el gentleman viejo” (es decir, su excelencia el señor gobernador-general) el papel, vino aquí, a la “office”. Mr. Shpejer con él no fue porque se sentía insignificante, aseguro sin embargo que el jefe de la firma estaba prevenido y esperaba a un cliente alto extranjero. Al lord, de la misma forma, lo encontró muy amable, le ofrecieron té con “bizcochos firmes redondos” (¿melindres, acaso?), un cigarro bueno, y los documentos los formalizaron muy rápidamente. El dinero, cien mil rublos. El notario aceptó tal importante almacenaje y lo puso en la caja de caudales.
- Claro, importante, - musitó Erast Petrovich y preguntó algo, mostrando la caja fuerte.
El inglés asintió, entreabrió la portezuela no cerrada de hierro y juro sibilante.
Nada pudo el lord añadir al retrato esencial de Iván Karlovich Mebius, todo lo que repetió fue sobre la verruga. Anisy incluso recordó la palabra en inglés – “wart”.
- La marca es considerable, su excelencia. Una verruga grande castaña oscura justo sobre la mejilla. ¿Puede que encontremos al estafador? - expreso tímidamente Tjulpanov su idea. Mucho le penetraron en su alma las palabras del gobernador-general sobre la leña y los polvos. Quería manifestar su utilidad.
Pero el funcionario no estimó la aportación de Anisy a la investigación. Dijo distraídamente:
- Еsto es absurdo, Tjulpanov. Una treta psicológica. La verruga, o diremos, el lunar en las demi-mejillas, es fácil de representar. Habitualmente, los testigos recuerdan solamente t-tal seña, salta a los ojos, y sobre otras vuelven ya menos atención. Ocupémonos mejor por el defensor de las r-rameras menores de edad, "Mr. Shpejer". ¿Habéis escrito su retrato? Parecerá. “Incomprensible la talla, porque iba en el cochecito. Los cabellos castaño oscuro, con la sien recortada. La mirada suave, bueno. (mm …) Los ojos, parecen claros. (Esto es importante, será necesario aún preguntar al secretario de su alta excelencia.) la cara abierta, agradable.” М-sí, engancharse de nada. Convendrá molestar a su alteza el duque Saksen-Limburgski. Esperemos que él sepa algo sobre su "nieto", toda vez que lo recomendó su "abuelo" por una carta especial.
A “De trapos”, a la persona gobernante, Erast Petrovich fue solo, habiéndose ataviado con el uniforme. Estuvo ausente mucho tiempo y volvió con nubes más lúgubres. En el hotel le dijeron que su alteza se fue en vísperas, partió en el tren de Varsovia. Sin embargo, en la estación de Briansk, el alto pasajero ayer no apareció.
Por la tarde, haciendo el resumen del largo día, el funcionario tenía una reunión con Anisy, que llamó “análisis operativo”. Para Tjulpanov, tal procedimiento era nuevo. Esto sí, después, cuando se acostumbró, cuando cada día se acababa el "análisis", se envalentonó poco a poco, aunque la primera tarde estaba más callado, tenía miedo de decir una tontería
- Así, razonaremos, - comenzó el funcionario - el notario Mebius, que no es ningún notario, no. Se ha evaporado. Uno. – El corsé sobre el hueso chasqueo sonoramente. - El inválido-benefactor Shpejer, que no es ningún benefactor y poco probable que sea inválido, no existen tampoco. Ha desaparecido sin dejar huella. Dos. (De nuevo - ¡chasquido!). Que p-picante especialmente, que de forma incomprensible ha desaparecido el duque, que a diferencia del "notario" y el "inválido", sería auténtico. Claro, príncipes reinantes en Alemania hay a montones, y a todos no vigilas, pero éste, en Moscú aceptaba el honor por el honor, sobre su llegada escribían los p-periódicos. Y tres. (¡chasquido!) por el camino desde la estación fui a la redacción de la "Semana" y “El boletín Ruso”. Pregunte de donde ellos han conocido sobre la visita que tiene por delante su alteza el duque Saksen-Limburgsk. Se ha aclarado que los periódicos han recibido este mensaje de la forma habitual, por el telégrafo de los corresponsales de Petersburgo. ¿Pensáis sobre esto Tjulpanov?
Anisy, mientras está sudando de la tensión, dijo inseguramente:
- Quien sabe, su alta excelencia, quién les envió en realidad estos telegramas.
- Yo también pienso así, - aprobó el funcionario y, a Tjulpanov, en seguida, le alivió el corazón. - Basta saber los apellidos de los corresponsales de San Petersburgo, y el telegrama puede ser enviado por cualquiera y desde donde quiera… Sí, a propósito. No me llame usted “alta excelencia”, nosotros, de hecho, no estamos en el ejército. Será suficiente nombre-patronímico, o … o llámeme simplemente "jefe", esto es más corto y más conveniente. – Fandorin le sonrió algo triste y continuó el "análisis". - Mire que se recibe. Cierta persona hábil, aclarando los nombres de algunos corresponsales (para lo cual es suficiente hojear los periódicos), manda por las redacciones un telegrama sobre la llegada del fiurer alemán, y en todos sucede por sí mismo. Los reporteros encuentran a "su alteza” en la estación. “El pensamiento Ruso” publica la conversación en que el invitado de honor expresa juicios muy valientes sobre la pregunta de los Balcanes, se separa categóricamente del curso político de Bismark, y todo Moscú es sometida, nuestros patriotas reciben al duque con los brazos abiertos. Ah, la prensa, que poco reconocemos para nosotros su verdadera fuerza… Y bien, Tjulpanov, ahora pasamos a las conclusiones.
El funcionario, él ya es "jefe", hizo una pausa y Anisy se asustó de que las conclusiones le convenía hacerlas a él, y en la cabeza del pobre mensajero reinaba una niebla perfecta.
Pero no, lo hizo el señor Fandorin sin la ayuda de Anisy. Dio una vuelta enérgicamente por el gabinete, el corsé chasqueo fraccionadamente, después unió las manos tras la espalda.
- La estructura de la banda “Sota de Picas” es desconocida. Los componentes al menos son tres: “Shepeier”, el "Notario" y el "Duque". Uno. Son extremadamente insolentes, son muy ingeniosos, es improbable que sean presuntuosos. D-dos. Las huellas de ninguno. Tres … - callándose, Erast Petrovich silenciosamente, tal vez, incluso acabó de manera insinuante. - pero ciertos tropiezos tendrán, y cuatro.
- ¿Acaso? - se animó el desalentado Anisy, que esperaba otro final completamente distinto: el muelle, sin esperanzas, así que volvería, Tjulpanov, al servicio de correo.
- Pienso que sí. Los "sotas" son d-duros asegurados en la impunidad, y esto significa que querrán hacer travesuras, lo más probable, aun. Uno. De hecho y hasta la historia con lord Pitsbruk ellos han tenido tiempo para realizar dos estafas acertadas, extraordinariamente insolentes. Dos veces se han lucrado bastante bien, dos veces han dejado insolentemente “tarjeta de visita”, y no han pensado abandonar Moscú con sus considerables trofeos. Más aun… ¿no le apetece un cigarro? - el funcionario hizo crujir la tapa del estuche que estaba sobre la mesa de ébano.
Anisy, aunque tabaco no usaba por causas de la economía, no se contuvo, tomo uno - mucho sí que se parecían, apetitosamente exactos, a los cigarros de chocolate con etiquetas rojas y doradas. En imitación de Erast Petrovich, comenzó a chasquear los labios, encendiendo el fueguecillo, y se preparo a probar la felicidad del paraíso accesible solo a los señores ricos. Veía él tales cigarros en Kuznetsk, en el escaparate del banco colonial Sichov - por un rublo y medio la cosa.
- Punto uno, - continuo Fandorin. - los "Sotas" se repiten en los métodos. Dos. En el asunto con el "duque", y en el episodio con el "notario" ellos utilizaron la credulidad humana a la palabra publicada. Y el lord aun está bien. Ellos, los ingleses, se a-acostumbraron a creer todo lo que el “Times” i-imprime. Pero los periódicos nuestros de Moscú son buenos: Bien han informado a los moscovitas de la llegada de “su alteza”, bien han levantado el alboroto, haciendo tonterías en la cabeza de toda la ciudad… Tjulpanov, ¡el cigarro no se aprieta!
Pero fue tarde. Preparándose a conciencia, Anisy aspiró al pecho completamente el humo acerbo, que le punzo el paladar. La luz palideció, todo su interior como si lo hubiera desgarrado una lima, y el pobre Tjulpanov se dobló por la mitad, tosiendo, ahogándose y sintiendo que ahora iba a morir.
Habiendo vuelto al ayudante a la vida (a lo que contribuyó el agua de la garrafa y las manotadas enérgicas en la demacrada espalda de Anisy), Fandorin brevemente resumió:
- Nuestra tarea, estar ojo avizor.
---
Y aquí ya una semana Tjulpanov estuvo ojo avizor. Por la mañana, yendo al envidiable servicio, compraba todo el juego de los periódicos de la ciudad. Subrayaba en ellos todo lo remarcable e insólito, e informaba en la comida al "jefe".
Sobre la comida es necesario decir una particularidad. Cuando la condesa estaba de buen talante y salía a la mesa, se encontraban de comer los platos entregados del restaurante francés "Ertel": cualquier shofrut de perdiz con trufas, la ensalada romana, la macedonia en melón y otros milagros culinarios, sobre los que Anisy antes no había escuchado. Si Addy desde la mañana tenia morriña en el tocador o salía a esparcirse por mercerías y perfumerías, el poder en el comedor lo cogía Masa, y entonces era harina de otro costal. Desde la tienda japonesa-china que estaba en la línea Petrovski, el ayuda de cámara de Fandorin traía arroz insípido, rábanos marinados, crujientes, algas parecidas al papel, y pescado frito dulce. El funcionario comía todo este veneno con visible placer, a Anisy Masa le daba té, bublik fresco y embutido. Para decir verdad, tal refectorio a Tjulpanov le gustaba mucho más, porque en presencia de la bella caprichosa él, fuertemente, se difuminaba y, justipreciar los manjares fantásticos no podía igualmente.
Erast Petrovich escuchaba con atención los resultados de la mañana de las investigaciones de Tjulpanov. Gran parte omitía, otra consentía tomar nota. En la segunda mitad del día se separaba en comprobar: Anisy, los anuncios sospechosos, el jefe, los peces gordos que han llegado a Moscú (como si lo visitaran con el saludo del gobernador-general, y en realidad, mirando con atención que no fuera un impostor).
Hasta entonces todo fue en balde, pero Anisy no se desanimaba. Ey, le serviría así siempre.
Hoy, desde la mañana, a Sonka le dolía el vientre. Se ve que de nuevo mascó la cal de las estufas, y por eso Tjulpanov no llegó a tiempo de desayunar en casa. Tampoco le dieron café en el pabellón. El día daba "fuerte". Estaba sentado Anisy en el despacho tranquilamente, hojeaba los periódicos, y a los ojos, como adrede, penetraba la publicidad de cada comida.
“ En Sretenka, en la tienda Safatov, entraba la bondad extraordinaria de la carne salada bajo el nombre de "Entrecot", - leía él innecesariamente. - Por 16 kopeks. Por una libra, una carne sin hueso, puede sustituir el jamón de la misma clase superior ».
En general, apenas duro hasta la comida. Devorando el bublik, informó a Erast Petrovich de la pesca de hoy.
Nuevamente los que han llegado ahora, el 11 de febrero de 1886, fueron pocos: cinco generales militares y siete civiles. El jefe marcó visitar a dos: el jefe de la intendencia militar marítima, el contralmirante Von Bombe, y el gerente de la tesorería estatal del misterioso consejero Svinina.
Luego Tjulpanov pasó a lo más interesante, los anuncios insólitos.
“Por la decisión del Consejo municipal, - leía él en voz alta con pausas significativas, - todos los propietarios de tiendas de las filas de Gorodski en la Plaza Roja son invitados a la conferencia de la formación de la sociedad anónima con el fin de la reorganización de las filas de Gorodski y la edificación en su lugar de un almacén con la cúpula de cristal”.
- Y bien, ¿aquí que le parece s-sospechoso? - preguntó Fandorin.
- Es algo absurdo. ¿Para qué un almacén con la cúpula de cristal? - razonablemente notó Anisy. - Además, jefe, habéis ordenado prestar atención a todos los anuncios donde piden traer dinero y, aquí hay una sociedad anónima. ¿No sería una estafa?
- No es una estafa, - le apaciguó el funcionario. – La Duma, realmente, ha tomado la decisión de derrumbar unas filas de Gorodski y c-construir en su lugar una galería triple cubierta en el estilo ruso. Más.
Tjulpanov retiró la nota rechazada de "Los registros de la ciudad de Moscu”, y tomó “La palabra Rusa“.
- “CONCURSO DE AJEDREZ. En la sociedad de Moscú de los aficionados al ajedrez, a las dos de la tarde tendrá lugar el torneo de M.I. Chigorin contra diez socios. El señor Chigorin jugará a l’aveugle, no mirando al tablero y sin tomar notas. El premio en el juego 100 rublos. La entrada 2 rublos. Son invitados todos los que deseen ».
- ¿Sin mirar al tablero? - se asombró Erast Petrovich y lo escribió así en el librito. - Está bien. Iré, jugaré.
Alentado Anisy, comenzó a leer más adelante, de "Los Registros de la policía de la ciudad de Moscú”:
- “La LOTERÍA DESCONOCIDA de los INMUEBLES. La sociedad internacional evangélica “las Lágrimas de Jesús” realiza por primera vez en Moscú la LOTERÍA INSTANTÁNEA BENÉFICA a favor de la construcción de las capillas del Santo Sudario del Señor en Jerusalén. Los PREMIOS DE VALOR INAUDITO donados por donantes de toda Europa: villas, casas de ocio, villas en las mejores ciudades europeas. ¡¡¡El PREMIO es COMPROBADO en el LUGAR!!! La entrada ordinaria, 25 rublos. Desen prisa, la lotería estará en Moscú toda UNA SEMANA, y luego se trasladará a San Petersburgo ».
Erast Petrovich se interesó:
- ¿La lotería instantánea? Una idea muy productiva. Al público le gustará. No esperar a la tirada y conocer el resultado enseguida. Curiosamente. Y no parece una estafa. Utilizar p-para la estafa “Los Registros de la policía” si que es demasiado valiente. Aunque de los "sotas" es posible esperar de todo… Tal vez. Vaya allá, Tjulpanov. Aquí tiene usted un billete de veinticinco rublos. Compre para mí un billete. Más.
-“¡NOVEDAD! Tengo el honor de informar al honrado público que en estos días en mi Museo que esta frente al Pasaje Solodovhikov, se ha recibido de Londres un vivo y alegre CHIMPANCÉ con su CRÍA. La entrada 3 rublos. F.Patek.”
-¿Y los chimpancés a usted no le gustan? - se encogió de hombros el jefe. - ¿que la hace s-sospechar?
- No es habitual, - musito Anisy, al que, por decir la verdad, terriblemente solo quería mirar semejante maravilla, y además “vivo y alegre”. - la entrada es por un camino sospechoso.
-No, para “La sota de picas” esto no encaja, - movió la cabeza Fandorin. - y no te disfraces de simio. Además por la c-cría. Más.
-“El 28 de enero de este año se HA PERDIDO UN PERRO, macho, cruzado de gran talla, apodo Hector, negro, la pata trasera izquierda curvada, en el pecho una mancha blanca. A quién lo entregue, le serán dados 50 rublos. Gran Ordinka, casa del conde Tolstoi, preguntar al asistente de profesor Andreev. »
A este anuncio el jefe suspiro solamente:
-Ahora tiene algo usted de buen humor, Tjulpanov. Y bien, ¿para qué nos interesa a nosotros “un cruzado de gran talla”?
-¡Así hay de hecho 50 rublos, Erast Petrovich! ¿Esto por un perro de corral? ¡Esto es sospechoso!
-Ah, Tjulpanov, precisamente, con la pata c-curvada, los aman más que a los hombres guapos. Usted no comprende nada en el amor. Más.
Anisy se sorbió los mocos ofendido. Pensó: muchísimo en el amor comprendéis. A usted en su casa desde la mañana le dan un portazo y no le dan café. Leyó el último de la cosecha de hoy:
-“La debilidad Masculina, la debilidad y la consecuencia de los vicios de la juventud son curadas con descargas eléctricas y con bañeras galvanizadas por el doctor en medicina Emmanuil Straus.”
-Un charlatán evidente, - se puso de acuerdo Erast Petrovich. - ¿si solo no fuera insignificante para los “sotas”? Además, vaya, compruebe.
---
De la expedición Anisy volvió a las cuatro de la tarde, cansado y sin pesca, pero de buen humor que, además, no abandonó en toda su última semana. Tenía por delante la etapa más agradable del trabajo, el análisis y la discusión de los acontecimientos del día.
-Veo, por la ausencia de brillo en sus ojos que las redes están vacías, - le saludó su perspicaz Erast Petrovich, observándose que había vuelto recientemente. Iba él aun en uniforme y con sus cruces.
-¿Cómo le ha ido a usted, jefe? - con esperanza pregunto Tjulpanov. - ¿Qué hay de los generales? ¿Qué del ajedrecista?
-Los g-generales eran auténticos. El ajedrecista también. Realmente, un don fenomenal: estaba sentado de espalda a los tableros, nada escribía. De diez partidas ha ganado nueve, ha perdido solamente una. No es un mal business, como dicen estos asuntillos. Novecientos rublos ha recibido el señor Chigorin, cien devolvió. Beneficio neto - ochocientos, y esto en una hora.
-¿Y con quién ha perdido? - sintió curiosidad Anisy.
-Conmigo, - respondió el jefe. - pero esto es insignificante, el tiempo perdimos en vano.
De nada en vano, pensó Tjulpanov. ¡Cien rublos!
Preguntó respetuoso:
-¿Jugáis bien al ajedrez?
-M-muy mal. Suerte casual. - Fandorin reparaba ante el espejo las esquinas ideales del cuello almidonado. – Para mí, Tjulpanov, si veis, también en cierto sentido es un fenómeno. Los juegos de azar me son desconocidos, cualquier juego en el alma no llevo, pero siempre me llevo en ellos de manera completamente fantástica. Me he acostumbrado, así que h-hace mucho que no me asombro de esto. Incluso aquí en el ajedrez. El señor Chigorin ha confundido las casillas, ha ordenado poner a la reina en f6 en vez de en f5, directo bajo mi torre, y después de arruinarse así, continuar no ha querido. Sin embargo jugar diez partidas sin mirar es extraordinariamente difícil. Cuénteme usted sin embargo.
Anisy se acercó cautelosamente, porque en tales minutos se sentía como en un examen. Pero el examen fue agradable, no como en la realidad. Aquí no ponían un aprobado o insuficiente, aquí elogiaban el espíritu de observación o caía con frecuencia la comprensibilidad.
Hoy, la verdad, de nada podía jactarse especialmente. En primer lugar, Tjulpanov tenía la conciencia sucia: por arrastrarse al museo Pateka le ha gastado al estado 3 rublos y durante media hora miró de hito en hito al chimpancé con su cría (los dos estaban de un modo excepcional vivos y alegres, la publicidad no mentía), aunque la utilidad para este asunto no fue decididamente ninguna. Ha pasado por la casa Gran Ordinka, esto sí que del celo de servicio. Habló con el dueño con gafas del mestizo curvado, escuchó toda la historia desgarradora, que acabó con los sollozos contenidos masculinos.
Sobre el doctor eléctrico no quería contar los detalles. Anisy fue al principio, pero se turbó y arrugó. Para el deber tuvo que someterse al bochornoso procedimiento bastante doloroso, después del cual, en la ingle, sentía hasta ahora como si le punzaran agujas.
- Straus, este doctor, un tipo aborrecible, - chismeó Anisy. - muy sospechoso. Hace preguntas cualesquiera ruines. – y acabó vengativamente. - Aquí hay de quién los policías tienen que ocuparse.
Erast Petrovich, persona delicada, sobre los detalles no le preguntó. Dijo con aspecto serio:
-Es digno de elogio que habéis decidido someteros al procedimiento eléctrico, ya que en su caso “las consecuencias de los vicios de la juventud” son posiblemente poco probables. La abnegación en nombre de la tarea es digna de estímulo de todo género, pero deberíamos limitarnos a algunas preguntas. Por ejemplo, cuanto te ha cobrado este curandero por la sesión.
-Cinco rublos. Aquí, tengo el recibo, - Anisy buscó en el bolsillo, donde guardaba todo el informe monetario.
-No es necesario, - indicó el funcionario. - las “sotas de picas” por cinco rublos no se mancharían.
Anisy se ajó. Las agujas malditas le pasaron de tal manera por el cuerpo, agotado por la electricidad, que él empezó a tener hormiguillo incluso en la silla y para borrar la impresión desfavorable de estupidez más de prisa, empezó a hablar sobre la lotería instantánea benéfica.
-Una entidad solida. Una palabra, Europa. Arrienda el entresuelo en el edificio del consejo de patronazgo para la caridad de los huérfanos. En toda la escalera hacían cola personas de título y estados diferentes, muchos y generosos., Yo, Erast Petrovich, he estado parado cuarenta minutos antes de llegar al mostrador. Son compasivas las personas rusas a la beneficencia.
Fandorin levantó vagamente la ceja espesa.
-Así que, según usted, ¿todo está limpio? ¿No huele a e-estafa?
-No, ¡que dice! A las puertas había un alguacil, que correaje, que sable. A cada uno saluda, presta respeto. Adentro, cuando entras, un pupitre, detrás de él una señorita muy modesta, amable con quevedos, toda de negro, sobre la cabeza un pañuelo blanco, en el pecho una cruz. La monja o la novicia, puede, simplemente es una voluntaria. A ellos, los extranjeros, no los irrita. Acepta el pago e invita a girar el tambor. Habla, en nuestra opinión claramente, solamente con un poco de acento. Giras, sacas el billete, todo limpio. El tambor es de cristal, en el hay cartoncitos doblados: azul de 25 rublos y rosado de 50 rublos para los que quieren donar mas. Yo, sin embargo, no cogí el rosado. Abres el billete inmediatamente, ante todos. Si no tiene suerte, está escrito allí: “Que Dios te salve”. Aquí está. - Anisy sacó un hermoso cartoncito azul con las letras góticas - A quien el premio le ha caído, aquel pasa por un vallado. Allí hay una mesa, y tras ella se sienta el presidente de la lotería, un señor muy representativo de edad avanzada, del título espiritual. Él formaliza los premios. А quien no tiene suerte, la señorita le agradece cordialmente y prende al pecho una rosa, en señal de caridad.
Anisy sacó del bolsillo una rosa escondida. Pensaba llevársela a Sonka, que se alegraría.
Erast Petrovich examinó la flor y hasta la olió.
-Huele a “Violeta de Parma”, - notó él. - p-perfume caro. ¿Tan modesta, decís, era la señorita?
-Muy simpática, - le confirmó Tjulpanov. - sonrió con timidez.
-Bien-bien. Y que decís, ¿se dejan coger los premios?
-¡Y cómo! - se animó Anisy. - Cuando aún estaba en la escalera en el turno, salió un señor feliz, con aspecto de profesor. Todo de rojo, llevaba un papel con letras impresas - ha ganado una hacienda en Bohemia. ¡Quinientas desiatinas! Y por la mañana, dicen, una mujer de un funcionario ha ganado una casa lucrativa en París. ¡De seis pisos! ¡Sorprendente tal felicidad! A ella, decían, le ha hecho mal, le daban rapé. Y después de este profesor, al que le tocó la hacienda, muchos se hacían con dos y con tres billetes. ¡Para tales premios y por veinte cinco rublos no es una pena pagar! Ay, no tenía mí dinero, sino también probaría suerte.
Anisy entornó los ojos imaginativamente al techo, imaginando, cómo abre un cartoncito, y allí … ¿Que habría? Bien, por ejemplo, un chateau a la orilla del lago Léman (vió él el lago famoso en un cuadro), - oh, qué hermoso.
-¿Seis pisos? - Volvió a preguntar fuera de lugar el funcionario. ¿En París? ¿Y llamada B-bogemii? Así. Sabéis que, Tjulpanov, vamos, jugaré en su lotería. ¿Llegaremos a tiempo antes del cierre?
Aquí tú y la persona de sangre fría, aquí tú y el olímpico. Y decía todavía que el azar le era desconocido.
A la fuerza maduraron. El turno en la escalera no era menor, la lotería trabajaba hasta las cinco y media, y abrió a las cinco. El público estaba nervioso. Fandorin subió despacio por los escalones, a la puerta pronunció con cortesía:
- Permítanme, señores, yo solamente s-siento curiosidad.
Y, ¿qué pensáis? Era dejado pasar adentro. Algo en mí, sin duda, lo expulsaría, pensó respetuosamente Anisy, y de esta manera llegó a la cabeza.
El alguacil, que estaba de servicio a la entrada, bravo con bigotes virtuosamente atornillados rojos, le saludó, habiendo levantado la mano al gorro gris de astracán. Erast Petrovich dió una vuelta por el local espacioso tabicado por el mostrador en dos. Anisy consiguió examinar el mecanismo de la lotería la vez pasada, y por eso, en seguida, envidioso fijo los ojos al tambor que giraba. Y además miraba a la señorita amable, que prendía justamente la flor a la solapa de un estudiante indispuesto, mientras decía algo consolador.
El funcionario examinó atentamente el tambor con la mirada y cambió su atención hacia el presidente, el señor agradable afeitado con guerrera con el cuello alto blanco. El presidente se aburría claramente y una vez hasta ha bostezado, delicadamente habiendo cubierto la boca con la mano.
Habiendo tocado con el dedo en el guante blanco la tableta con el anuncio “Los señores que adquieran el billete rosado son dejados pasar fuera del orden del turno”, Erast Petrovich preguntó:
-Señorita, ¿sería posible para mi uno rosado?
-Claro que si, “justed” señor moderno. - la señorita obsequió al donador con una sonrisa radiosa, ha reparado en el bucle dorado, que ha salido de debajo del pañuelo, y ha aceptado de Fandorin iridisciente el billete de 50 rublos.
Anisy, habiendo contenido la respiración, miraba cómo el jefe, con negligencia, con dos dedos, cogía del tambor el primer billete rosado que se había dejado coger y lo desenvolvía.
-¿Acaso está vacío? - Se amargó la señorita. - ¡ah, estaba tan segura que “justed” iba a “ganarr”! ¡La ultima vez, el señor que cogió el billete rosado, recibió un moderno palacio en Venecia! ¡Con amarradero propio para las góndolas y entrada para las carrozas! ¿Puede ser, señor, que probaréis una vez más?
-Incluso con la entrada, es necesario, - cantó con la lengua Fandorin, observando el cuadro sobre el billete: el ángel alado con las manos de rezo cubiertas por el trapo, evidentemente, que tenía que representar el Santo Sudario.
Erast Petrovich se ha vuelto al público, ha levantado respetuosamente el cilindro y con voz fuerte, decidida, ha declarado:
-Señoras y señores, soy Erast Petrovich Fandorin, funcionario de encargos especiales al servicio de su excelencia el general-gobernador. Esta lotería se declara detenida bajo la sospecha de estafa. ¡Alguacil, limpie inmediatamente el local y no deje entrar a nadie más aquí!
-¡Le obedezco, excelencia! - gritó el policía de bigote rojo, y no habiendo pensado en dudar de los plenos poderes del decidido señor.
El alguacil parecía poco diestro. Abría torpemente las manos, como si condujera gansos, y muy discutiblemente despidió a los emocionados clientes que voceaban en la puerta. Solamente rugia: “Venga, venga, ya podréis verlo en otra ocasión”, - y ya el local había sido limpiado, y el servidor del orden se estiró en la cuerda junto a la entrada, preparado para la ejecución de la siguiente orden.
El consejero, satisfecho, ha saludado y se ha vuelto a Anisy que, del giro inesperado de los acontecimientos, se ha quedado con la mandíbula flácida.
El señor entrado en años - el pastor o pater, a quién le irritaba - también estaba como fuera de si mismo: se ha levantado del pupitre, y se ha quedado sin pulso, abriendo los ojos desmesuradamente.
Pero la señorita modesta se ha comportado completamente de un modo asombroso.
Ella hizo un guiño súbitamente a Anisy con sus ojos azules por debajo de los quevedos, atravesó fácilmente la habitación y al grito de “opla!”, saltó a la peana ancha. Dio un golpe al pestillo, empujó el marco, y desde la calle se olió la frescura y el frio.
-¡Déjala! – gritó con voz desesperada Erast Petrovich.
Anisy se arrojó tras la ágil moza. Tendió la mano para agarrarla por el dobladillo, pero los dedos sólo se escurrieron por la seda elástica. La señorita saltó por la ventana, y Tjulpanov, habiendo caído de vientre sobre la peana, vio cómo graciosamente se inflaba en la caída libre su falda.
El entresuelo estaba alto, pero la desesperada saltadora aterrizó en la nieve con habilidad felina, sin caerse. Se volvió, saludó a Anisy con la mano y, habiéndose cogido en alto el dobladillo (bajo él se descubrieron tacones de aguja y medias negras), echó a correr por la acera. Un instante y, habiéndose deslizado bajo el círculo alumbrado por un farol, la fugitiva se diluyó rápidamente en la espesura del crepúsculo.
-Oh, mamita, - Anisy, persignándose, trepó a la peana. Él sabía, completamente seguro, que de momento tuvo suerte y, bueno sería todavía, si solamente se rompía la pierna, y de hecho puede que la columna vertebral. Ellos serían buenos entonces con Sonka. El hermano paralítico y la hermana idiota, una buena pareja.
Él frunció las cejas, preparándose para saltar, pero la mano firme del jefe lo agarró por la falda.
-Que se vaya, - dijo Fandorin, siguiendo con la mirada a la viva señorita con alegre perplejidad. - Lo p-principal somos nosotros.
El consejero, lentamente, se acercó al presidente de la lotería. El levantó las manos, como si se rindiera al cautiverio y, no esperando a las indagaciones, empezó a hablar:
-Su … su excelencia … yo por, por una recompensa pequeña … y conocerlos no los conozco, hago lo que me ordenan … pregúntenle a aquel señor … que parece un alguacil.
Erast Petrovich y Tjulpanov se volvieron hacia la dirección del dedo que temblaba, sin embargo no vieron a alguacil ninguno. Solamente en un gancho, balanceándose un poco, estaba colgado el gorro del uniforme.
El jefe se lanzó a la puerta, Anisy después él. Vieron sobre la escalera a la espesa muchedumbre inquietada, probando a abrirse paso.
Inclinándose, Fandorin se golpeó con los nudillos la frente y cerró bruscamente la puerta.
Anisy, mientras tanto, examinaba el gorro de astracán que había dejado el falso policía. El gorro era un gorro cualquiera, solamente que en el interior del forro había enganchada una carta: coquetamente sonreía un paje con una pluma en el sombrero y la designación del palo de picas.
-Pero ¿cómo? ¿de donde? - dijo balbuceando Anisy, mirando a un enfurecido Fandorin. - ¿Como lo habéis adivinado? Jefe, ¡sois un auténtico genio!
-¡No soy un genio, sino un imbécil! - enseñó los dientes enfadado Erast Petrovich. - Se ha dejado coger, ¡como en tres dedales! Me picó en la muñeca, y perdí al caudillo. Es hábil, el canalla, es hábil… usted se ha preguntado, ¿cómo lo he adivinado? No hay nada que adivinar aquí. De hecho le dije a usted que en algunos juegos basados en la suerte, nunca p-pierdo. Cuando el billete se encontraba vacío, en seguida lo he comprendido: es una estafa. - Y, habiendo tardado poco, añadió. - además, ¿donde esta visto que en un palacio veneciano haya una entrada c-carrocera? En Venecia, los carros no existen, hay lanchas …
Anisy quería preguntar, de donde el jefe había comprendido que estaba envuelto aquí “La sota de picas”, pero no llegó a tiempo - el consejero grito de corazón:
- ¿Qué mira usted en ese gorro del diablo? ¿Qué hay en el tan interesante?!
Viene de aqui
Es hábil, el canalla
Servir, parece ser, es posible de formas diferentes.
Puede el agente de policía mojarse bajo la lluvia por horas, siguiendo desde los arbustos punzantes tras la segunda ventanilla a la izquierda en el tercer piso, o arrastrarse por la calle tras el "objeto" entregado en la estafeta, para el cual es desconocido quién es y que ha hecho.
Pueden los mensajeros, sacando la lengua, correr por la ciudad con la bolsa del estado, repleta de paquetes.
Y es posible ser el ayudante temporal de su alta excelencia el funcionario de los encargos especiales. Al pabellón en Pequeño Nikitsky confiaba en llegar sobre las diez. Es decir, vas como una persona, no a la carrera por oscuros callejones, y sin prisa, con dignidad, con luz del día. Se le dió a Anisy un coche, así que era posible no perder una hora en el camino e ir rodando al servicio del señor. Pero nada de eso, baja y va andando, y los superfluos 50 kopecs siempre son útiles.
La puerta fue abierta por el criado japonés Masa, que Anisy ha tenido tiempo para conocer bien. Маsа saludaba y decía: “Bunos, Tju-san” que significaba “Buenos días, señor Tjulpanov”. Al japonés le era difícil pronunciar las palabras largas rusas, y la letra “L” no podía, por eso los "Tjulpanov" para él se han convertido en “Tju”. Pero Anisy, como ayuda de cámara de Fandorin, no se ofendía, las relaciones establecidas entre ellos eran completamente amistosas, es posible incluso decir conspirativas.
En primer lugar Маsа informaba a media voz del "estado de la atmósfera”, así Anisy sabia el humor que reinaba en la casa. Si el japonés decía: “Chixa” (Tija: Silenciosamente), era que todo estaba silencioso, la hermosa condesa Addi se ha despertado en disposición clara del espíritu, canturrea, arrulla a Erast Petrovich y a Tjulpanov le mirará con mirada dispersa, pero benévola. Es posible ir a la sala valientemente, Masa le dará cafe con un panecillo, el señor funcionario hablará alegremente y con aire de burla, y su querido corsé golpeteará con sus dedos con aire de desafío y enérgicamente.
Si Masa susurraba: “Guromka” (Gronka: ruidosamente), era necesario pasar de puntillas rápidamente al despacho y ocuparse en seguida de la tarea porque en la casa había tormenta. Significaba que de nuevo Addi sollozaba y gritaba que ella se aburría, que Erast Petrovich la había arruinado, la había seducido, la había apartado del marido, el más digno y el más noble de entre la gente. Para ti, quizás, mejor te apartas, pensaba Anisy, tímidamente escuchando los truenos y hojeando los periódicos.
De tal forma, ahora el tenía la tarea de la mañana, estudiar las ediciones publicadas de Moscú. El asunto era agradable: susurras por las páginas olorosas, lees sobre los chismes de la ciudad, miras los seductores anuncios publicitarios. Sobre la mesa, lápices agudamente afilados, azul para las marcas habituales, rojo para la nota especial. No, honestamente, la vida de Anisy se había convertido completamente en otra ahora.
El pago por tal servicio dorado fue, a propósito, el doble del anterior, y además, por el servicio ha tenido un aumento. Escribió deprisa Erast Petrovich a la dirección dos líneas, y han determinado en el acto que Tjulpanov era el candidato al grado de clase. Para la primera vacante entregó un examen estúpido, y ya está preparado, era mensajero, se convirtió en funcionario, el señor registrador colegial.
Y asi comenzó todo.
En aquel día inolvidable, cuando a Anisy se le apareció la paloma blanca, salió directamente de la casa del gobernador junto con el funcionario hacia la notaría que registró el acta de compra con la firma de mofa. Allí, tras la puerta con la placa de cobre Iván Karlovich MEBIUS no había nada. La consejera titular Kapustina, de quien era la casa, abrió la puerta cerrada con su llave propia y declaro que el señor Mebius alquiló el primer piso hacia dos semanas, pago el mes por adelantado. La persona era sólida, detallada, aparecía su anuncio de la oficina en todos los periódicos, en el lugar más destacado. Desde el día de ayer no aparecía, ella misma se asombró.
Fandorin escuchaba, asentía, de vez en cuando planteaba preguntas cortas. Ordeno escribir a Anisy la descripción de la apariencia del notario que ha desaparecido. “Talla ordinaria, - diligentemente rechinó con el lápiz Tjulpanov. - bigotes, barba con una sola punta. Cabellos píos. Quevedos. Todo el tiempo menospreciaba las manos y se burlaba. Cortés. Sobre la mejilla, a la derecha, una verruga grande castaña oscura. Edad, de aspecto no menos de cuarenta. Los zapatos de cuero. El abrigo gris con el cuello de smoking negro”.
- No escriba usted sobre los z-zapatos y el abrigo, - dijo el funcionario, por un momento habiendo mirado los papeluchos de Anisy. - Solamente la apariencia.
Tras la puerta se encontraba más de lo que hay en una oficina habitual: en la sala de recepción un escritorio, la caja fuerte entreabierta, las estanterías con carpetas. Las carpetas estaban todas vacías, y en la caja de caudales, sobre la balda de hierro, en el lugar más destacado - la carta, la sota de picas. Erast Petrovich tomo la carta, la examino con lupa, y la lanzo al suelo. A Anisy dijo en la explicación:
- Es una carta cualquiera, tales son vendidas en todas partes. Yo, Tjulpanov, las cartas no puedo soportar, y la sota de p-picas (aun llaman así a Momo) en particular. Para mí están ligados recuerdos muy desagradables.
De la oficina han ido al consulado inglés para encontrarse con Lord Pitsbruk. Esta vez el de Albión estaba acompañado del traductor diplomático, así que Anisy podía escribir las declaraciones de la víctima.
El inglés comunico al funcionario que la notaría “Mebius” le fue recomendada por Mr. Shpejer como la firma más respetable y viejísima jurídicamente en Rusia. Para confirmar las palabras, Mr. Shpejer le mostró algunos periódicos, en cada uno de ellos la publicidad de “Mebius” se instalaba en el lugar más destacado. El lord no conoce la lengua rusa, pero el año de la base de la firma - mil seiscientos, por cierto – le dio a él la impresión más favorable.
Pitsbruk mostró uno de los periódicos, “Los registros de gobierno de Moscú”, que el inglés llamaba “Moscow news”. Anisy extendió el cuello por la espalda del señor Fandorin, vió grandísimo, en un cuarto de la hoja periodística el anuncio:
Notaría Mebius
Certificado de registro del ministerio de justicia número 1672.
Composición de testamentos y contratos, formalización de autorizaciones, garantía por el empeño, representación por la exacción de los deberes, también otros servicios.
Llevaron al inglés a la oficina desgraciada. El contó todos los detalles, como, habiendo recibido firmado “por el gentleman viejo” (es decir, su excelencia el señor gobernador-general) el papel, vino aquí, a la “office”. Mr. Shpejer con él no fue porque se sentía insignificante, aseguro sin embargo que el jefe de la firma estaba prevenido y esperaba a un cliente alto extranjero. Al lord, de la misma forma, lo encontró muy amable, le ofrecieron té con “bizcochos firmes redondos” (¿melindres, acaso?), un cigarro bueno, y los documentos los formalizaron muy rápidamente. El dinero, cien mil rublos. El notario aceptó tal importante almacenaje y lo puso en la caja de caudales.
- Claro, importante, - musitó Erast Petrovich y preguntó algo, mostrando la caja fuerte.
El inglés asintió, entreabrió la portezuela no cerrada de hierro y juro sibilante.
Nada pudo el lord añadir al retrato esencial de Iván Karlovich Mebius, todo lo que repetió fue sobre la verruga. Anisy incluso recordó la palabra en inglés – “wart”.
- La marca es considerable, su excelencia. Una verruga grande castaña oscura justo sobre la mejilla. ¿Puede que encontremos al estafador? - expreso tímidamente Tjulpanov su idea. Mucho le penetraron en su alma las palabras del gobernador-general sobre la leña y los polvos. Quería manifestar su utilidad.
Pero el funcionario no estimó la aportación de Anisy a la investigación. Dijo distraídamente:
- Еsto es absurdo, Tjulpanov. Una treta psicológica. La verruga, o diremos, el lunar en las demi-mejillas, es fácil de representar. Habitualmente, los testigos recuerdan solamente t-tal seña, salta a los ojos, y sobre otras vuelven ya menos atención. Ocupémonos mejor por el defensor de las r-rameras menores de edad, "Mr. Shpejer". ¿Habéis escrito su retrato? Parecerá. “Incomprensible la talla, porque iba en el cochecito. Los cabellos castaño oscuro, con la sien recortada. La mirada suave, bueno. (mm …) Los ojos, parecen claros. (Esto es importante, será necesario aún preguntar al secretario de su alta excelencia.) la cara abierta, agradable.” М-sí, engancharse de nada. Convendrá molestar a su alteza el duque Saksen-Limburgski. Esperemos que él sepa algo sobre su "nieto", toda vez que lo recomendó su "abuelo" por una carta especial.
A “De trapos”, a la persona gobernante, Erast Petrovich fue solo, habiéndose ataviado con el uniforme. Estuvo ausente mucho tiempo y volvió con nubes más lúgubres. En el hotel le dijeron que su alteza se fue en vísperas, partió en el tren de Varsovia. Sin embargo, en la estación de Briansk, el alto pasajero ayer no apareció.
Por la tarde, haciendo el resumen del largo día, el funcionario tenía una reunión con Anisy, que llamó “análisis operativo”. Para Tjulpanov, tal procedimiento era nuevo. Esto sí, después, cuando se acostumbró, cuando cada día se acababa el "análisis", se envalentonó poco a poco, aunque la primera tarde estaba más callado, tenía miedo de decir una tontería
- Así, razonaremos, - comenzó el funcionario - el notario Mebius, que no es ningún notario, no. Se ha evaporado. Uno. – El corsé sobre el hueso chasqueo sonoramente. - El inválido-benefactor Shpejer, que no es ningún benefactor y poco probable que sea inválido, no existen tampoco. Ha desaparecido sin dejar huella. Dos. (De nuevo - ¡chasquido!). Que p-picante especialmente, que de forma incomprensible ha desaparecido el duque, que a diferencia del "notario" y el "inválido", sería auténtico. Claro, príncipes reinantes en Alemania hay a montones, y a todos no vigilas, pero éste, en Moscú aceptaba el honor por el honor, sobre su llegada escribían los p-periódicos. Y tres. (¡chasquido!) por el camino desde la estación fui a la redacción de la "Semana" y “El boletín Ruso”. Pregunte de donde ellos han conocido sobre la visita que tiene por delante su alteza el duque Saksen-Limburgsk. Se ha aclarado que los periódicos han recibido este mensaje de la forma habitual, por el telégrafo de los corresponsales de Petersburgo. ¿Pensáis sobre esto Tjulpanov?
Anisy, mientras está sudando de la tensión, dijo inseguramente:
- Quien sabe, su alta excelencia, quién les envió en realidad estos telegramas.
- Yo también pienso así, - aprobó el funcionario y, a Tjulpanov, en seguida, le alivió el corazón. - Basta saber los apellidos de los corresponsales de San Petersburgo, y el telegrama puede ser enviado por cualquiera y desde donde quiera… Sí, a propósito. No me llame usted “alta excelencia”, nosotros, de hecho, no estamos en el ejército. Será suficiente nombre-patronímico, o … o llámeme simplemente "jefe", esto es más corto y más conveniente. – Fandorin le sonrió algo triste y continuó el "análisis". - Mire que se recibe. Cierta persona hábil, aclarando los nombres de algunos corresponsales (para lo cual es suficiente hojear los periódicos), manda por las redacciones un telegrama sobre la llegada del fiurer alemán, y en todos sucede por sí mismo. Los reporteros encuentran a "su alteza” en la estación. “El pensamiento Ruso” publica la conversación en que el invitado de honor expresa juicios muy valientes sobre la pregunta de los Balcanes, se separa categóricamente del curso político de Bismark, y todo Moscú es sometida, nuestros patriotas reciben al duque con los brazos abiertos. Ah, la prensa, que poco reconocemos para nosotros su verdadera fuerza… Y bien, Tjulpanov, ahora pasamos a las conclusiones.
El funcionario, él ya es "jefe", hizo una pausa y Anisy se asustó de que las conclusiones le convenía hacerlas a él, y en la cabeza del pobre mensajero reinaba una niebla perfecta.
Pero no, lo hizo el señor Fandorin sin la ayuda de Anisy. Dio una vuelta enérgicamente por el gabinete, el corsé chasqueo fraccionadamente, después unió las manos tras la espalda.
- La estructura de la banda “Sota de Picas” es desconocida. Los componentes al menos son tres: “Shepeier”, el "Notario" y el "Duque". Uno. Son extremadamente insolentes, son muy ingeniosos, es improbable que sean presuntuosos. D-dos. Las huellas de ninguno. Tres … - callándose, Erast Petrovich silenciosamente, tal vez, incluso acabó de manera insinuante. - pero ciertos tropiezos tendrán, y cuatro.
- ¿Acaso? - se animó el desalentado Anisy, que esperaba otro final completamente distinto: el muelle, sin esperanzas, así que volvería, Tjulpanov, al servicio de correo.
- Pienso que sí. Los "sotas" son d-duros asegurados en la impunidad, y esto significa que querrán hacer travesuras, lo más probable, aun. Uno. De hecho y hasta la historia con lord Pitsbruk ellos han tenido tiempo para realizar dos estafas acertadas, extraordinariamente insolentes. Dos veces se han lucrado bastante bien, dos veces han dejado insolentemente “tarjeta de visita”, y no han pensado abandonar Moscú con sus considerables trofeos. Más aun… ¿no le apetece un cigarro? - el funcionario hizo crujir la tapa del estuche que estaba sobre la mesa de ébano.
Anisy, aunque tabaco no usaba por causas de la economía, no se contuvo, tomo uno - mucho sí que se parecían, apetitosamente exactos, a los cigarros de chocolate con etiquetas rojas y doradas. En imitación de Erast Petrovich, comenzó a chasquear los labios, encendiendo el fueguecillo, y se preparo a probar la felicidad del paraíso accesible solo a los señores ricos. Veía él tales cigarros en Kuznetsk, en el escaparate del banco colonial Sichov - por un rublo y medio la cosa.
- Punto uno, - continuo Fandorin. - los "Sotas" se repiten en los métodos. Dos. En el asunto con el "duque", y en el episodio con el "notario" ellos utilizaron la credulidad humana a la palabra publicada. Y el lord aun está bien. Ellos, los ingleses, se a-acostumbraron a creer todo lo que el “Times” i-imprime. Pero los periódicos nuestros de Moscú son buenos: Bien han informado a los moscovitas de la llegada de “su alteza”, bien han levantado el alboroto, haciendo tonterías en la cabeza de toda la ciudad… Tjulpanov, ¡el cigarro no se aprieta!
Pero fue tarde. Preparándose a conciencia, Anisy aspiró al pecho completamente el humo acerbo, que le punzo el paladar. La luz palideció, todo su interior como si lo hubiera desgarrado una lima, y el pobre Tjulpanov se dobló por la mitad, tosiendo, ahogándose y sintiendo que ahora iba a morir.
Habiendo vuelto al ayudante a la vida (a lo que contribuyó el agua de la garrafa y las manotadas enérgicas en la demacrada espalda de Anisy), Fandorin brevemente resumió:
- Nuestra tarea, estar ojo avizor.
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Y aquí ya una semana Tjulpanov estuvo ojo avizor. Por la mañana, yendo al envidiable servicio, compraba todo el juego de los periódicos de la ciudad. Subrayaba en ellos todo lo remarcable e insólito, e informaba en la comida al "jefe".
Sobre la comida es necesario decir una particularidad. Cuando la condesa estaba de buen talante y salía a la mesa, se encontraban de comer los platos entregados del restaurante francés "Ertel": cualquier shofrut de perdiz con trufas, la ensalada romana, la macedonia en melón y otros milagros culinarios, sobre los que Anisy antes no había escuchado. Si Addy desde la mañana tenia morriña en el tocador o salía a esparcirse por mercerías y perfumerías, el poder en el comedor lo cogía Masa, y entonces era harina de otro costal. Desde la tienda japonesa-china que estaba en la línea Petrovski, el ayuda de cámara de Fandorin traía arroz insípido, rábanos marinados, crujientes, algas parecidas al papel, y pescado frito dulce. El funcionario comía todo este veneno con visible placer, a Anisy Masa le daba té, bublik fresco y embutido. Para decir verdad, tal refectorio a Tjulpanov le gustaba mucho más, porque en presencia de la bella caprichosa él, fuertemente, se difuminaba y, justipreciar los manjares fantásticos no podía igualmente.
Erast Petrovich escuchaba con atención los resultados de la mañana de las investigaciones de Tjulpanov. Gran parte omitía, otra consentía tomar nota. En la segunda mitad del día se separaba en comprobar: Anisy, los anuncios sospechosos, el jefe, los peces gordos que han llegado a Moscú (como si lo visitaran con el saludo del gobernador-general, y en realidad, mirando con atención que no fuera un impostor).
Hasta entonces todo fue en balde, pero Anisy no se desanimaba. Ey, le serviría así siempre.
Hoy, desde la mañana, a Sonka le dolía el vientre. Se ve que de nuevo mascó la cal de las estufas, y por eso Tjulpanov no llegó a tiempo de desayunar en casa. Tampoco le dieron café en el pabellón. El día daba "fuerte". Estaba sentado Anisy en el despacho tranquilamente, hojeaba los periódicos, y a los ojos, como adrede, penetraba la publicidad de cada comida.
“ En Sretenka, en la tienda Safatov, entraba la bondad extraordinaria de la carne salada bajo el nombre de "Entrecot", - leía él innecesariamente. - Por 16 kopeks. Por una libra, una carne sin hueso, puede sustituir el jamón de la misma clase superior ».
En general, apenas duro hasta la comida. Devorando el bublik, informó a Erast Petrovich de la pesca de hoy.
Nuevamente los que han llegado ahora, el 11 de febrero de 1886, fueron pocos: cinco generales militares y siete civiles. El jefe marcó visitar a dos: el jefe de la intendencia militar marítima, el contralmirante Von Bombe, y el gerente de la tesorería estatal del misterioso consejero Svinina.
Luego Tjulpanov pasó a lo más interesante, los anuncios insólitos.
“Por la decisión del Consejo municipal, - leía él en voz alta con pausas significativas, - todos los propietarios de tiendas de las filas de Gorodski en la Plaza Roja son invitados a la conferencia de la formación de la sociedad anónima con el fin de la reorganización de las filas de Gorodski y la edificación en su lugar de un almacén con la cúpula de cristal”.
- Y bien, ¿aquí que le parece s-sospechoso? - preguntó Fandorin.
- Es algo absurdo. ¿Para qué un almacén con la cúpula de cristal? - razonablemente notó Anisy. - Además, jefe, habéis ordenado prestar atención a todos los anuncios donde piden traer dinero y, aquí hay una sociedad anónima. ¿No sería una estafa?
- No es una estafa, - le apaciguó el funcionario. – La Duma, realmente, ha tomado la decisión de derrumbar unas filas de Gorodski y c-construir en su lugar una galería triple cubierta en el estilo ruso. Más.
Tjulpanov retiró la nota rechazada de "Los registros de la ciudad de Moscu”, y tomó “La palabra Rusa“.
- “CONCURSO DE AJEDREZ. En la sociedad de Moscú de los aficionados al ajedrez, a las dos de la tarde tendrá lugar el torneo de M.I. Chigorin contra diez socios. El señor Chigorin jugará a l’aveugle, no mirando al tablero y sin tomar notas. El premio en el juego 100 rublos. La entrada 2 rublos. Son invitados todos los que deseen ».
- ¿Sin mirar al tablero? - se asombró Erast Petrovich y lo escribió así en el librito. - Está bien. Iré, jugaré.
Alentado Anisy, comenzó a leer más adelante, de "Los Registros de la policía de la ciudad de Moscú”:
- “La LOTERÍA DESCONOCIDA de los INMUEBLES. La sociedad internacional evangélica “las Lágrimas de Jesús” realiza por primera vez en Moscú la LOTERÍA INSTANTÁNEA BENÉFICA a favor de la construcción de las capillas del Santo Sudario del Señor en Jerusalén. Los PREMIOS DE VALOR INAUDITO donados por donantes de toda Europa: villas, casas de ocio, villas en las mejores ciudades europeas. ¡¡¡El PREMIO es COMPROBADO en el LUGAR!!! La entrada ordinaria, 25 rublos. Desen prisa, la lotería estará en Moscú toda UNA SEMANA, y luego se trasladará a San Petersburgo ».
Erast Petrovich se interesó:
- ¿La lotería instantánea? Una idea muy productiva. Al público le gustará. No esperar a la tirada y conocer el resultado enseguida. Curiosamente. Y no parece una estafa. Utilizar p-para la estafa “Los Registros de la policía” si que es demasiado valiente. Aunque de los "sotas" es posible esperar de todo… Tal vez. Vaya allá, Tjulpanov. Aquí tiene usted un billete de veinticinco rublos. Compre para mí un billete. Más.
-“¡NOVEDAD! Tengo el honor de informar al honrado público que en estos días en mi Museo que esta frente al Pasaje Solodovhikov, se ha recibido de Londres un vivo y alegre CHIMPANCÉ con su CRÍA. La entrada 3 rublos. F.Patek.”
-¿Y los chimpancés a usted no le gustan? - se encogió de hombros el jefe. - ¿que la hace s-sospechar?
- No es habitual, - musito Anisy, al que, por decir la verdad, terriblemente solo quería mirar semejante maravilla, y además “vivo y alegre”. - la entrada es por un camino sospechoso.
-No, para “La sota de picas” esto no encaja, - movió la cabeza Fandorin. - y no te disfraces de simio. Además por la c-cría. Más.
-“El 28 de enero de este año se HA PERDIDO UN PERRO, macho, cruzado de gran talla, apodo Hector, negro, la pata trasera izquierda curvada, en el pecho una mancha blanca. A quién lo entregue, le serán dados 50 rublos. Gran Ordinka, casa del conde Tolstoi, preguntar al asistente de profesor Andreev. »
A este anuncio el jefe suspiro solamente:
-Ahora tiene algo usted de buen humor, Tjulpanov. Y bien, ¿para qué nos interesa a nosotros “un cruzado de gran talla”?
-¡Así hay de hecho 50 rublos, Erast Petrovich! ¿Esto por un perro de corral? ¡Esto es sospechoso!
-Ah, Tjulpanov, precisamente, con la pata c-curvada, los aman más que a los hombres guapos. Usted no comprende nada en el amor. Más.
Anisy se sorbió los mocos ofendido. Pensó: muchísimo en el amor comprendéis. A usted en su casa desde la mañana le dan un portazo y no le dan café. Leyó el último de la cosecha de hoy:
-“La debilidad Masculina, la debilidad y la consecuencia de los vicios de la juventud son curadas con descargas eléctricas y con bañeras galvanizadas por el doctor en medicina Emmanuil Straus.”
-Un charlatán evidente, - se puso de acuerdo Erast Petrovich. - ¿si solo no fuera insignificante para los “sotas”? Además, vaya, compruebe.
---
De la expedición Anisy volvió a las cuatro de la tarde, cansado y sin pesca, pero de buen humor que, además, no abandonó en toda su última semana. Tenía por delante la etapa más agradable del trabajo, el análisis y la discusión de los acontecimientos del día.
-Veo, por la ausencia de brillo en sus ojos que las redes están vacías, - le saludó su perspicaz Erast Petrovich, observándose que había vuelto recientemente. Iba él aun en uniforme y con sus cruces.
-¿Cómo le ha ido a usted, jefe? - con esperanza pregunto Tjulpanov. - ¿Qué hay de los generales? ¿Qué del ajedrecista?
-Los g-generales eran auténticos. El ajedrecista también. Realmente, un don fenomenal: estaba sentado de espalda a los tableros, nada escribía. De diez partidas ha ganado nueve, ha perdido solamente una. No es un mal business, como dicen estos asuntillos. Novecientos rublos ha recibido el señor Chigorin, cien devolvió. Beneficio neto - ochocientos, y esto en una hora.
-¿Y con quién ha perdido? - sintió curiosidad Anisy.
-Conmigo, - respondió el jefe. - pero esto es insignificante, el tiempo perdimos en vano.
De nada en vano, pensó Tjulpanov. ¡Cien rublos!
Preguntó respetuoso:
-¿Jugáis bien al ajedrez?
-M-muy mal. Suerte casual. - Fandorin reparaba ante el espejo las esquinas ideales del cuello almidonado. – Para mí, Tjulpanov, si veis, también en cierto sentido es un fenómeno. Los juegos de azar me son desconocidos, cualquier juego en el alma no llevo, pero siempre me llevo en ellos de manera completamente fantástica. Me he acostumbrado, así que h-hace mucho que no me asombro de esto. Incluso aquí en el ajedrez. El señor Chigorin ha confundido las casillas, ha ordenado poner a la reina en f6 en vez de en f5, directo bajo mi torre, y después de arruinarse así, continuar no ha querido. Sin embargo jugar diez partidas sin mirar es extraordinariamente difícil. Cuénteme usted sin embargo.
Anisy se acercó cautelosamente, porque en tales minutos se sentía como en un examen. Pero el examen fue agradable, no como en la realidad. Aquí no ponían un aprobado o insuficiente, aquí elogiaban el espíritu de observación o caía con frecuencia la comprensibilidad.
Hoy, la verdad, de nada podía jactarse especialmente. En primer lugar, Tjulpanov tenía la conciencia sucia: por arrastrarse al museo Pateka le ha gastado al estado 3 rublos y durante media hora miró de hito en hito al chimpancé con su cría (los dos estaban de un modo excepcional vivos y alegres, la publicidad no mentía), aunque la utilidad para este asunto no fue decididamente ninguna. Ha pasado por la casa Gran Ordinka, esto sí que del celo de servicio. Habló con el dueño con gafas del mestizo curvado, escuchó toda la historia desgarradora, que acabó con los sollozos contenidos masculinos.
Sobre el doctor eléctrico no quería contar los detalles. Anisy fue al principio, pero se turbó y arrugó. Para el deber tuvo que someterse al bochornoso procedimiento bastante doloroso, después del cual, en la ingle, sentía hasta ahora como si le punzaran agujas.
- Straus, este doctor, un tipo aborrecible, - chismeó Anisy. - muy sospechoso. Hace preguntas cualesquiera ruines. – y acabó vengativamente. - Aquí hay de quién los policías tienen que ocuparse.
Erast Petrovich, persona delicada, sobre los detalles no le preguntó. Dijo con aspecto serio:
-Es digno de elogio que habéis decidido someteros al procedimiento eléctrico, ya que en su caso “las consecuencias de los vicios de la juventud” son posiblemente poco probables. La abnegación en nombre de la tarea es digna de estímulo de todo género, pero deberíamos limitarnos a algunas preguntas. Por ejemplo, cuanto te ha cobrado este curandero por la sesión.
-Cinco rublos. Aquí, tengo el recibo, - Anisy buscó en el bolsillo, donde guardaba todo el informe monetario.
-No es necesario, - indicó el funcionario. - las “sotas de picas” por cinco rublos no se mancharían.
Anisy se ajó. Las agujas malditas le pasaron de tal manera por el cuerpo, agotado por la electricidad, que él empezó a tener hormiguillo incluso en la silla y para borrar la impresión desfavorable de estupidez más de prisa, empezó a hablar sobre la lotería instantánea benéfica.
-Una entidad solida. Una palabra, Europa. Arrienda el entresuelo en el edificio del consejo de patronazgo para la caridad de los huérfanos. En toda la escalera hacían cola personas de título y estados diferentes, muchos y generosos., Yo, Erast Petrovich, he estado parado cuarenta minutos antes de llegar al mostrador. Son compasivas las personas rusas a la beneficencia.
Fandorin levantó vagamente la ceja espesa.
-Así que, según usted, ¿todo está limpio? ¿No huele a e-estafa?
-No, ¡que dice! A las puertas había un alguacil, que correaje, que sable. A cada uno saluda, presta respeto. Adentro, cuando entras, un pupitre, detrás de él una señorita muy modesta, amable con quevedos, toda de negro, sobre la cabeza un pañuelo blanco, en el pecho una cruz. La monja o la novicia, puede, simplemente es una voluntaria. A ellos, los extranjeros, no los irrita. Acepta el pago e invita a girar el tambor. Habla, en nuestra opinión claramente, solamente con un poco de acento. Giras, sacas el billete, todo limpio. El tambor es de cristal, en el hay cartoncitos doblados: azul de 25 rublos y rosado de 50 rublos para los que quieren donar mas. Yo, sin embargo, no cogí el rosado. Abres el billete inmediatamente, ante todos. Si no tiene suerte, está escrito allí: “Que Dios te salve”. Aquí está. - Anisy sacó un hermoso cartoncito azul con las letras góticas - A quien el premio le ha caído, aquel pasa por un vallado. Allí hay una mesa, y tras ella se sienta el presidente de la lotería, un señor muy representativo de edad avanzada, del título espiritual. Él formaliza los premios. А quien no tiene suerte, la señorita le agradece cordialmente y prende al pecho una rosa, en señal de caridad.
Anisy sacó del bolsillo una rosa escondida. Pensaba llevársela a Sonka, que se alegraría.
Erast Petrovich examinó la flor y hasta la olió.
-Huele a “Violeta de Parma”, - notó él. - p-perfume caro. ¿Tan modesta, decís, era la señorita?
-Muy simpática, - le confirmó Tjulpanov. - sonrió con timidez.
-Bien-bien. Y que decís, ¿se dejan coger los premios?
-¡Y cómo! - se animó Anisy. - Cuando aún estaba en la escalera en el turno, salió un señor feliz, con aspecto de profesor. Todo de rojo, llevaba un papel con letras impresas - ha ganado una hacienda en Bohemia. ¡Quinientas desiatinas! Y por la mañana, dicen, una mujer de un funcionario ha ganado una casa lucrativa en París. ¡De seis pisos! ¡Sorprendente tal felicidad! A ella, decían, le ha hecho mal, le daban rapé. Y después de este profesor, al que le tocó la hacienda, muchos se hacían con dos y con tres billetes. ¡Para tales premios y por veinte cinco rublos no es una pena pagar! Ay, no tenía mí dinero, sino también probaría suerte.
Anisy entornó los ojos imaginativamente al techo, imaginando, cómo abre un cartoncito, y allí … ¿Que habría? Bien, por ejemplo, un chateau a la orilla del lago Léman (vió él el lago famoso en un cuadro), - oh, qué hermoso.
-¿Seis pisos? - Volvió a preguntar fuera de lugar el funcionario. ¿En París? ¿Y llamada B-bogemii? Así. Sabéis que, Tjulpanov, vamos, jugaré en su lotería. ¿Llegaremos a tiempo antes del cierre?
Aquí tú y la persona de sangre fría, aquí tú y el olímpico. Y decía todavía que el azar le era desconocido.
A la fuerza maduraron. El turno en la escalera no era menor, la lotería trabajaba hasta las cinco y media, y abrió a las cinco. El público estaba nervioso. Fandorin subió despacio por los escalones, a la puerta pronunció con cortesía:
- Permítanme, señores, yo solamente s-siento curiosidad.
Y, ¿qué pensáis? Era dejado pasar adentro. Algo en mí, sin duda, lo expulsaría, pensó respetuosamente Anisy, y de esta manera llegó a la cabeza.
El alguacil, que estaba de servicio a la entrada, bravo con bigotes virtuosamente atornillados rojos, le saludó, habiendo levantado la mano al gorro gris de astracán. Erast Petrovich dió una vuelta por el local espacioso tabicado por el mostrador en dos. Anisy consiguió examinar el mecanismo de la lotería la vez pasada, y por eso, en seguida, envidioso fijo los ojos al tambor que giraba. Y además miraba a la señorita amable, que prendía justamente la flor a la solapa de un estudiante indispuesto, mientras decía algo consolador.
El funcionario examinó atentamente el tambor con la mirada y cambió su atención hacia el presidente, el señor agradable afeitado con guerrera con el cuello alto blanco. El presidente se aburría claramente y una vez hasta ha bostezado, delicadamente habiendo cubierto la boca con la mano.
Habiendo tocado con el dedo en el guante blanco la tableta con el anuncio “Los señores que adquieran el billete rosado son dejados pasar fuera del orden del turno”, Erast Petrovich preguntó:
-Señorita, ¿sería posible para mi uno rosado?
-Claro que si, “justed” señor moderno. - la señorita obsequió al donador con una sonrisa radiosa, ha reparado en el bucle dorado, que ha salido de debajo del pañuelo, y ha aceptado de Fandorin iridisciente el billete de 50 rublos.
Anisy, habiendo contenido la respiración, miraba cómo el jefe, con negligencia, con dos dedos, cogía del tambor el primer billete rosado que se había dejado coger y lo desenvolvía.
-¿Acaso está vacío? - Se amargó la señorita. - ¡ah, estaba tan segura que “justed” iba a “ganarr”! ¡La ultima vez, el señor que cogió el billete rosado, recibió un moderno palacio en Venecia! ¡Con amarradero propio para las góndolas y entrada para las carrozas! ¿Puede ser, señor, que probaréis una vez más?
-Incluso con la entrada, es necesario, - cantó con la lengua Fandorin, observando el cuadro sobre el billete: el ángel alado con las manos de rezo cubiertas por el trapo, evidentemente, que tenía que representar el Santo Sudario.
Erast Petrovich se ha vuelto al público, ha levantado respetuosamente el cilindro y con voz fuerte, decidida, ha declarado:
-Señoras y señores, soy Erast Petrovich Fandorin, funcionario de encargos especiales al servicio de su excelencia el general-gobernador. Esta lotería se declara detenida bajo la sospecha de estafa. ¡Alguacil, limpie inmediatamente el local y no deje entrar a nadie más aquí!
-¡Le obedezco, excelencia! - gritó el policía de bigote rojo, y no habiendo pensado en dudar de los plenos poderes del decidido señor.
El alguacil parecía poco diestro. Abría torpemente las manos, como si condujera gansos, y muy discutiblemente despidió a los emocionados clientes que voceaban en la puerta. Solamente rugia: “Venga, venga, ya podréis verlo en otra ocasión”, - y ya el local había sido limpiado, y el servidor del orden se estiró en la cuerda junto a la entrada, preparado para la ejecución de la siguiente orden.
El consejero, satisfecho, ha saludado y se ha vuelto a Anisy que, del giro inesperado de los acontecimientos, se ha quedado con la mandíbula flácida.
El señor entrado en años - el pastor o pater, a quién le irritaba - también estaba como fuera de si mismo: se ha levantado del pupitre, y se ha quedado sin pulso, abriendo los ojos desmesuradamente.
Pero la señorita modesta se ha comportado completamente de un modo asombroso.
Ella hizo un guiño súbitamente a Anisy con sus ojos azules por debajo de los quevedos, atravesó fácilmente la habitación y al grito de “opla!”, saltó a la peana ancha. Dio un golpe al pestillo, empujó el marco, y desde la calle se olió la frescura y el frio.
-¡Déjala! – gritó con voz desesperada Erast Petrovich.
Anisy se arrojó tras la ágil moza. Tendió la mano para agarrarla por el dobladillo, pero los dedos sólo se escurrieron por la seda elástica. La señorita saltó por la ventana, y Tjulpanov, habiendo caído de vientre sobre la peana, vio cómo graciosamente se inflaba en la caída libre su falda.
El entresuelo estaba alto, pero la desesperada saltadora aterrizó en la nieve con habilidad felina, sin caerse. Se volvió, saludó a Anisy con la mano y, habiéndose cogido en alto el dobladillo (bajo él se descubrieron tacones de aguja y medias negras), echó a correr por la acera. Un instante y, habiéndose deslizado bajo el círculo alumbrado por un farol, la fugitiva se diluyó rápidamente en la espesura del crepúsculo.
-Oh, mamita, - Anisy, persignándose, trepó a la peana. Él sabía, completamente seguro, que de momento tuvo suerte y, bueno sería todavía, si solamente se rompía la pierna, y de hecho puede que la columna vertebral. Ellos serían buenos entonces con Sonka. El hermano paralítico y la hermana idiota, una buena pareja.
Él frunció las cejas, preparándose para saltar, pero la mano firme del jefe lo agarró por la falda.
-Que se vaya, - dijo Fandorin, siguiendo con la mirada a la viva señorita con alegre perplejidad. - Lo p-principal somos nosotros.
El consejero, lentamente, se acercó al presidente de la lotería. El levantó las manos, como si se rindiera al cautiverio y, no esperando a las indagaciones, empezó a hablar:
-Su … su excelencia … yo por, por una recompensa pequeña … y conocerlos no los conozco, hago lo que me ordenan … pregúntenle a aquel señor … que parece un alguacil.
Erast Petrovich y Tjulpanov se volvieron hacia la dirección del dedo que temblaba, sin embargo no vieron a alguacil ninguno. Solamente en un gancho, balanceándose un poco, estaba colgado el gorro del uniforme.
El jefe se lanzó a la puerta, Anisy después él. Vieron sobre la escalera a la espesa muchedumbre inquietada, probando a abrirse paso.
Inclinándose, Fandorin se golpeó con los nudillos la frente y cerró bruscamente la puerta.
Anisy, mientras tanto, examinaba el gorro de astracán que había dejado el falso policía. El gorro era un gorro cualquiera, solamente que en el interior del forro había enganchada una carta: coquetamente sonreía un paje con una pluma en el sombrero y la designación del palo de picas.
-Pero ¿cómo? ¿de donde? - dijo balbuceando Anisy, mirando a un enfurecido Fandorin. - ¿Como lo habéis adivinado? Jefe, ¡sois un auténtico genio!
-¡No soy un genio, sino un imbécil! - enseñó los dientes enfadado Erast Petrovich. - Se ha dejado coger, ¡como en tres dedales! Me picó en la muñeca, y perdí al caudillo. Es hábil, el canalla, es hábil… usted se ha preguntado, ¿cómo lo he adivinado? No hay nada que adivinar aquí. De hecho le dije a usted que en algunos juegos basados en la suerte, nunca p-pierdo. Cuando el billete se encontraba vacío, en seguida lo he comprendido: es una estafa. - Y, habiendo tardado poco, añadió. - además, ¿donde esta visto que en un palacio veneciano haya una entrada c-carrocera? En Venecia, los carros no existen, hay lanchas …
Anisy quería preguntar, de donde el jefe había comprendido que estaba envuelto aquí “La sota de picas”, pero no llegó a tiempo - el consejero grito de corazón:
- ¿Qué mira usted en ese gorro del diablo? ¿Qué hay en el tan interesante?!
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miércoles, 3 de marzo de 2010
C-Boris Akunin: Muerte en el Leviatan
Aprovecho el dia de descanso por fuerte lluvia para recuperar mis comentarios literarios. Paso de mojarme para evitar caer enfermo (ayer por la tarde cerraron nuevamente al trafico mi circuito de entrenos largos por riesgo de inundacion) y no tengo ganas de entrenar en el garaje porque tengo las piernas un poco cargadas.
Este es el tercer libro de Boris Akunin editado en España. En ruso es Левиафан (Leviafan) solamente. Me lo regalo mi hermana Elena en reyes y se que estaba esperando que le confirmara que lo habia leido y me habia gustado. Lo termine en 2 dias, coincidiendo con la preconcentracion para competir en Llerena el 6 de Febrero, pero lo habia ido dejando, como casi todo.
Tenemos a Fandorin que ha terminado su participacion en la guerra ruso-turca de "Gambito turco" y que va a embarcar en el Leviatan, un crucero enorme para la epoca, rumbo a Japon. Su embarco enlaza con la investigacion de un multiple asesinato en Paris y cuyo asesino se supone esta en el barco por la aparicion de una insignia en el lugar del crimen.
El libro viene escrito como trozos de diarios de los investigados (las hojas dedicadas al japones vienen escritas apaisadas) donde comentan los hechos que se suceden. He de decir que para mi empezo bien, se hizo lento por la mitad y el desenlace estuvo aceptable, pero fue previsible (no creo que sea porque soy un buen investigador;-)).
Algunas veces me parecio que intentaba emular a "Asesinato en el Oriente Express" por el ambiente, aunque las distancias son insalvables. Despues de los dos primeros libros este no ha estado al mismo nivel. Veremos como sale el 4º que encargare dentro de poco: Conspiracion en Moscu.
Este es el tercer libro de Boris Akunin editado en España. En ruso es Левиафан (Leviafan) solamente. Me lo regalo mi hermana Elena en reyes y se que estaba esperando que le confirmara que lo habia leido y me habia gustado. Lo termine en 2 dias, coincidiendo con la preconcentracion para competir en Llerena el 6 de Febrero, pero lo habia ido dejando, como casi todo.
Tenemos a Fandorin que ha terminado su participacion en la guerra ruso-turca de "Gambito turco" y que va a embarcar en el Leviatan, un crucero enorme para la epoca, rumbo a Japon. Su embarco enlaza con la investigacion de un multiple asesinato en Paris y cuyo asesino se supone esta en el barco por la aparicion de una insignia en el lugar del crimen.
El libro viene escrito como trozos de diarios de los investigados (las hojas dedicadas al japones vienen escritas apaisadas) donde comentan los hechos que se suceden. He de decir que para mi empezo bien, se hizo lento por la mitad y el desenlace estuvo aceptable, pero fue previsible (no creo que sea porque soy un buen investigador;-)).
Algunas veces me parecio que intentaba emular a "Asesinato en el Oriente Express" por el ambiente, aunque las distancias son insalvables. Despues de los dos primeros libros este no ha estado al mismo nivel. Veremos como sale el 4º que encargare dentro de poco: Conspiracion en Moscu.
jueves, 18 de febrero de 2010
C-Boris Akunin: Gambito turco
Este libro, segundo volumen de las aventuras de Erast Petrovich Fandorin, me fue regalado por reyes por mi hermana Auxi a peticion mia.
Tras lo que me gusto El angel caido (a mi me gusta mas el titulo Azazel) pensaba que debia estar bien igualmente, pero no me fiaba del todo.
La accion transcurre en el frente de la guerra ruso-turca con un Fandorin que se ha escapado o liberado de una "prision" turca, digo prision porque el comentaba que su estatus no era el de un prisionero como los demas.
Durante su estancia en un campamento del frente es destinado al servicio de inteligencia por la fama, que no recuerdo fuera tanta, obtenida en el libro anterior. Se producen una serie de hechos que dificultan el ataque ruso sobre los turcos y surgen las primeras sospechas: Hay un traidor en el grupo.
Intentar descubrir quien es nos llevara casi todo el libro y nuestras sospechas iran recayendo sobre unos y otros a medida que la accion se desarrolla. Este hecho engancha un monton y la descripcion de la batalla no es tan exagerada como para aburrir y lo suficiente para informar de la historia.
Ahora mismo estoy descargando la pelicula en ruso (con fines culturales y que no estan sujetos a la SGAE, que para eso me han clavado una pasta al comprarme un ordenador nuevo). He visto el trailer y la verdad es que es impactante. Que lastima que esas peliculas no lleguen a España y que tengamos que esperar que Verhoeven haga la version yanki de El angel caido (sera titulada la reina del invierno, aunque este titulo es una soberana estupidez por la escasa relacion que tiene con el libro). Me comprometeria a poner los subtitulos en español poco a poco, pero llevo mucho atraso con la traduccion del libro 5º de "La sota de picas".
Altamente recomendable. Teneis una version barata con la editorial Quinteto.
Tras lo que me gusto El angel caido (a mi me gusta mas el titulo Azazel) pensaba que debia estar bien igualmente, pero no me fiaba del todo.
La accion transcurre en el frente de la guerra ruso-turca con un Fandorin que se ha escapado o liberado de una "prision" turca, digo prision porque el comentaba que su estatus no era el de un prisionero como los demas.
Durante su estancia en un campamento del frente es destinado al servicio de inteligencia por la fama, que no recuerdo fuera tanta, obtenida en el libro anterior. Se producen una serie de hechos que dificultan el ataque ruso sobre los turcos y surgen las primeras sospechas: Hay un traidor en el grupo.
Intentar descubrir quien es nos llevara casi todo el libro y nuestras sospechas iran recayendo sobre unos y otros a medida que la accion se desarrolla. Este hecho engancha un monton y la descripcion de la batalla no es tan exagerada como para aburrir y lo suficiente para informar de la historia.
Ahora mismo estoy descargando la pelicula en ruso (con fines culturales y que no estan sujetos a la SGAE, que para eso me han clavado una pasta al comprarme un ordenador nuevo). He visto el trailer y la verdad es que es impactante. Que lastima que esas peliculas no lleguen a España y que tengamos que esperar que Verhoeven haga la version yanki de El angel caido (sera titulada la reina del invierno, aunque este titulo es una soberana estupidez por la escasa relacion que tiene con el libro). Me comprometeria a poner los subtitulos en español poco a poco, pero llevo mucho atraso con la traduccion del libro 5º de "La sota de picas".
Altamente recomendable. Teneis una version barata con la editorial Quinteto.
jueves, 24 de septiembre de 2009
C-La sota de picas. Boris Akunin. (Cap. 2/8)
Viene de Cap. 1/8
La ciencia vital de Momo
Los nombres en los últimos años han cambiado tanto que, el inicial, con el cual ha venido al mundo, empezaba a ser olvidado. Hace mucho que ya lo llamaban Momo.
“Momo” es un burlón de la Grecia antigua y una persona malévola, hijo de Nix, la diosa de la noche. En la adivinación, “la pitonisa egipcia”, es designada así, sota de picas, la carta mala, prometiendo el encuentro con el tonto burlón o la broma pesada de la fortuna.
Amaba la carta de Momo e incluso la honraba profundamente, sin embargo, en las adivinaciones no creía, y colocaba en el nombre elegido completamente otro sentido.
Cualquiera mortal juega, como es conocido, a las cartas con el destino. La correlación no depende de la persona, sino como se lleva: a quién consigue unos triunfos, quién enteramente dos o tres. A Momo, la naturaleza le ha entregado las cartas a medias, se puede decir, una tontería de cartas, las decenas y las sotas. Pero el jugador bueno con estas se enrabieta.
Además, y por la jerarquía humana, la sota destaca. Momo se estimo sensatamente: no es el as, claro, ni tampoco el rey, pero tampoco del dos al diez. Así es la sota. Sin embargo no es cualquier trébol aburrido, o un rombo honesto o, guárdalo Dios mío, de ser un baboso corazón, y es especial, la pica. La pica, el palo no es fácil. En todos los juegos es el menor, solamente en el bridge-visto cubre al trébol, y al corazón, y al rombo. Conclusión: decide tu mismo en que juego a ti te toca jugar en la vida, y tu palo será el principal.
En la tierna infancia, Momo no daba tranquilidad al proverbio sobre dos liebres. Y bien, ¿por qué, quedaba perplejo él, es imposible coger ambas a la vez? Bueno, renunciar a una, ¿que? El pequeño Momo (entonces aun no era Momo, sino Mitenka Savvin) con esto no estaba decididamente conforme. Y salió alrededor de los derechos. Encontraba estúpido el proverbio, para torpes y perezosos. Le ocurrió a Momo, no por una vez, incluso no dos, que fue mucho más orejudo, más gris, y le salió más vello. Para esto él tenía elaborada su propia teoría psicológica.
Muchas ciencias cambian la opinión la gente, desde la mayoría de ellos a una persona normal y utilidad ninguna, he aquí de hecho que escriben tratados, magistraturas y defienden tesis de doctor, llegando a ser miembros de las academias. Momo desde niño sentía por la piel, el esqueleto, el bazo, que era la ciencia más importante, no la aritmética o cualquier latín, y la gustaba la destreza. Aquí estaba, la llave, con la cual es posible abrir cualquier puerta. Era extraño que solo ésta importante parte de la ciencia no la enseñaban ni los instructores, ni los maestros del colegio. Convenía mas comprender sus leyes.
Pero porque esto, si meditar estaba incluso a la mano. El talento para la ciencia esencial fue descubierto al muchacho temprano y porque para otras preferencias de esta disciplina no se le ocurrió, gracias a Dios.
La gente habitual tenía relación, por alguna razón, con el asunto clave sin prestarle atención ni sentido, lo contaban así: me gusta, bien, no me gusta, que le vas a hacer, no se manda sobre el corazón. Serás, pensaba el creciente Mitenka, aun como serás. Si le has gustado a una persona, has sabido coger su llavecita, todo, el es tuyo, esta persona, haz con él lo que quieres.
Resultaba que, gustar es posible a cualquiera, y para esto es necesario completamente poco. Comprender que hay tras la persona: de que vive, como el mundo lo ve, de qué tiene miedo. Y cuando se comprende, toca en él, como en un silbato, cualquier melodía. No importa que serenata, aunque sea la polca de la mariposa.
Nueve de cada diez personas mismas a ti te lo contaran todo, solamente si consientes escuchar. De hecho nadie escucha a nadie claramente, asombrosamente. En el mejor de los casos, si hay educación, esperarán las pausas en la conversación y de nuevo sobre ello. ¡Y cuanto importante e interesante es posible conocer, si sabes escuchar!
Escuchar correctamente es algo parecido al arte. Es necesario imaginar, como si tú, con un frasco vacío, un vaso transparente, comunicaras con el interlocutor con la ayuda de tubos invisibles. Que el contenido del compañero por una gotita correrá hacia ti para que llenes el líquido de este color, estructura y grado. Que por cierto tiempo dejes de ser tú y te conviertas en él. Y entonces la persona se convierte en ti entendida en toda su esencia, y tu de antemano sabrás lo que él dirá y que hará.
La ciencia de Momo comprendía gradualmente y en sus años tempranos la aplicaba por una bagatela, para una ventaja pequeña, y más para la comprobación y el experimento. No habiendo aprendido la lección, saco buena nota en la escuela; después, ya en de cadetes, mereció el respeto y el amor de los compañeros; tomo prestado dinero; enamoro a una señorita.
Más tarde, cuando salió al ejército, las ventajas de crecer y ponerse fuerte son más considerables cerca de la ciencia del acero. Diremos, que si limpias de dinero a la persona a las cartas, y él tranquilamente se queda sentado, no se ofende por el pequeño simpático, el corneta Mitya Savvin. Y en las manos del agradable compañero no es necesario fijarse más. ¿Es malo?
Pero esto no fue solamente en el gimnasio, en la preparación de los músculos. Para la ciencia actual, su talento sirvió hace seis años, cuando el destino dió al futuro Momo la primera Posibilidad auténtica. Entonces él aun no sabía que la Posibilidad no es necesario cogerla, sino crearla. Espero todo, mientras que la suerte misma llegara navegando a sus manos y solamente tenía miedo de una cosa, no perder.
No perdió.
La situación vital cerca del corneta en aquel tiempo se destacaba podrida. El ejército se quedo en la ciudad gubernamental de Smolensk un segundo año, y todas las posibilidades de suplemento de sus talentos fueron agotadas. De quién podía, gano; todo lo que fue posible tomar, hace mucho que lo tomo; el coronel, aunque quería a Mitenka con todo el alma, era avaro con el dinero que le daba, y además gastaba fuertemente por la envidia. Y aquí con las cantidades de reparación tuvo lugar una imprudencia: mando al corneta Savvin a la feria del caballo en Torzhok, como aficionado, despilfarrando más de lo admisible.
En general, su destino se componía en ir al tribunal, en marcharse a la carrera, o casarse con la hija cubierta de granos del comerciante Pochechuev. La primera variante, claro, estaba excluida, y el joven capaz dudaba en serio entre lo segundo y lo tercero.
Y de repente la fortuna le dio un golpe de suerte, con la ayuda de la condena, pudo alargar completamente su partida. Murió su tía carnal, rica propietaria, que legó al querido sobrino su hacienda. Una vez, siendo aun cadete, Mitenka se dirigió a ella en el mes más aburrido y como nada tenía que hacer, practico ligeramente la ciencia vital. Después de la vieja se olvido, y he aquí que la tía, al mocito silencioso y amable, no lo había olvidado. Entre todos los otros sobrinos y sobrinas lo nombro en su testamento. No demasiado bueno era el latifundio que paso a la propiedad de Mitya: en total mil desiatinas, y esto en las provincias de las tinieblas, donde a la persona decente y durante la semana, es vergonzoso pasar por casa.
¿Cómo se comportaría habitualmente, un ordinario corneta, al que le atañe tal suerte? Vendería la herencia de la tía, cubriría la carencia del estado, devolvería parte de lo debido, y empezaría a vivir así a la antigua, el tonto
Y de que otra forma, pregunten.
Está bien, aquí esta su cuestión. Usted tiene una hacienda, con un precio rojo de veinte cinco o treinta mil. Y las deudas con todos son cincuenta. Y, lo principal, hasta la muerte le molesta para enriquecerse, quiere vivir con dignidad: con una buena salida, en los mejores hoteles, para que la vida sea como un carnaval eterno y para no soportar a un coronel gordo, y conseguir su flor, tuberosa con ojos tiernos, el talle armonioso y la risa sonora.
.
Será suficiente navegar en una astilla por el río de la vida, decidió Mitenka, es hora de tomar el destino por el cuello de cisne. Aquí la ciencia psicológica le sirvió en gran medida.
Vivió él en la provincia no una semana ni dos, sino tres meses enteros. Iba de visitas a los vecinos, a cada uno ha sabido gustarle en su avenencia. Con un mayor retirado, tejón y grosero, bebió ron y fue tras los osos (aquí sufrió miedo). Con la consejera colegial, ama de casa viuda, coció la confitura de camuesa y escribió en el librito consejos para el parto de la cerda. Con el jefe de distrito, de los que estudia los campos, discutía las novedades del gran mundo. Con el juez de paz fue por el río, a un campamento gitano.
Progreso considerablemente: resultaba simultáneamente simple y pequeño, la cosita de la capital, un joven serio, alma valerosa, “la persona nueva”, el defensor del tiempo antiguo y aun el candidato fiel para las novias (en dos familias desconocidas entre ellas).
Y cuando consideraba que el suelo estaba bastante abonado, realizaba todos los asuntillos en dos días.
Incluso es ahora, tras unos años, cuando ya parecía que había que acordarse y enorgullecerse, Momo con placer restablecía en la memoria su primera "operación" auténtica. Especialmente el episodio con Evripid Kallistratovich Kandelaki, que tenía fama entre los terratenientes locales por el cicatero y el pleitista, como el mundo no ha visto. Sería posible, claro, no tratar con Kandelaki, pero por la juventud de los años y el entusiasmo de la naturaleza de Mitenka, amaba romper con los dientes las nueces fuertes.
El truhán-griego fue retirado de los impuestos. Una persona de este tipo solo es posible que te guste de un modo, creando una ilusión, que de tu cuenta él conseguirá lucrarse.
El corneta valiente llego a saltos al vecino sobre un caballo cubierto de espuma, todo rojo, con lagrimas en los ojos, las manos temblando. Directamente desde el umbral rompió a llorar:
- Evripid Kallistratovich, ¡sálveme! ¡En usted está toda mi esperanza! ¡Ante usted, como en el alma! ¡En el ejército me llama el auditor! ¡Hay un gasto tras de mí! ¡Veinte dos mil!
La carta del ejército era de verdad, para la reparación de la falta. Se termino la paciencia de los jefes con Savvin y esperarle de las vacaciones.
Mitya saco un paquete con el sello de regimiento, y también un papel.
- Desde hace un mes en el noble banco agrario tengo un préstamo por 25 mil bajo fianza de las haciendas de la tía. Pensaba, - sollozo él, sabiendo perfectamente que al griego no lo reblandecía, - recibiré el dinero y cubriré la falta. Ah no, ¡no maduro! ¡Mi deshonra! Solamente me queda una, ¡la bala en la frente! ¡Ayúdeme, Evripid Kallistratovich, encantador! Deme veinte dos mil, y a le hare a usted la autorización para el recibo del préstamo. Iré al ejercito, me justificare, salvaré el honor y la vida. Y dentro de un mes recibirá veinte cinco mil. ¡Usted tiene la ventaja, y para mí la salvación! ¡Se lo suplico!
Kandelaki se puso las gafas, leyó la carta terrible del ejército, estudio con atención el contracto hipotecario con el banco (también verdadero, formalizado en la debida forma), se mastico los labios y le ofreció quince mil. Se pusieron de acuerdo en diecinueve.
Esta fue la escena en el banco, cuando un mes después, en el día designado, allí se reunieron los poseedores de las once autorizaciones dadas por Mitenka.
El dineral no resulto malo, pero la vida, después de esto, claro, tuvo que cambiar más radicalmente. Claro que sí, no tenia lastima de su vida anterior.
El antiguo corneta Savvin no tenía miedo a los disgustos de la policía. El imperio, gracias a Dios, era grande, había muchos tontos, las ciudades ricas bastaban. A una persona con fantasía y osadía encontrará siempre, donde continuar. Un nombre y documentos, es un asunto de poca monta. Llámalo como desees. Lo que quieras, allí lo tienes.
Hasta la apariencia, Momo la ha llevado simple y exclusiva. Él amaba mucho su cara y podía admirarse en el espejo de las horas.
Los cabellos de un color maravilloso descolorido, castaño claro, como lo tenían la mayoría aplastante de eslavos autóctonos. Los rasgos menudos, inexpresivos, los ojos gris-azul, la nariz no estaba claramente dibujada, la barbilla débil de carácter. En general, su atención no se detenía absolutamente ante nada. No tenia fisonomía, era un lienzo limpio, dibuja sobre él lo que quieres.
La estatura era media, le faltaban señas especiales. La voz, en verdad, insólita, profunda, sonora, pero Momo aprendió a dominar este instrumento a la perfección: podía zumbar bajo, como un tenor seducir, soltar un falsete, e incluso como un soprano chillar como una señora.
De hecho para poder cambiar su apariencia hasta que no se pudiera reconocer, era poco teñirse los cabellos y enganchar una barba. Para la persona tenia hecha la mímica, la manera de andar y sentarse, los gestos, la entonación, las palabritas especiales en la conversación, la energía de la mirada. Y bien, por sí mismo, el medio ambiente, la ropa, la primera impresión, el nombre, el título.
Si fueran actores ganarían mucho dinero, Momo se convertiría seguramente en el nuevo Shchepkin o Sadovsky. El esto no lo sentía. Pero en tanto en cuanto para él fuera necesario, no pagarían incluso los primer ministros en los teatros de la capital. Además donde es más interesante interpretar la pieza no es sobre la escena, con dos entreactos de 15 minutos, sino en la vida, cada día, todo el día.
En estos seis años él recuerda todos los papeles que interpreto. Las piezas fueron enteramente composición propia. Momo a ellos los nombraba a la manera de un estratega militar, las "operaciones", y ante el comienzo de la siguiente aventura le gustaba imaginarse a Maurice Saksonski o Napoleón, pero por su naturaleza esto era, claro, no batallas sangrientas, sino espectáculos alegres. Eso tiene otros personajes, probablemente, y no podían estimar todo el genio de la trama, pero para Momo se quedaba invariablemente el placer completo.
En los espectáculos termino de representar mucho, en pequeños y grandes, triunfales y menos acertados, pero el fracaso, con siseo y silbido, no había ocurrido hasta ahora.
Un tiempo Momo se aficiono a perpetuar la memoria de los héroes nacionales. Al principio, habiéndose perdido la hélice en el buque de vapor del Volga y bajando a la costa en Kostroma sin un grosh (moneda rusa), reunió las donaciones para el monumento de bronce a Iván Susanin. Los mercaderes picaban, la nobleza trataba de aportar el pago con manteca o centeno, y salió una bagatela, menos de ocho mil. Pero en Odessa, para el monumento a Alejandro Sergeevich Pushkin le dieron generosamente, especialmente los comerciantes hebreos, y en Tobolsk, los mercaderes peleteros y buscadores de oro de Ermark Timoféyevich se desprendieron de setenta cinco mil para el persuasivo "miembro de la sociedad Imperial histórica”.
Muy acertadamente, en el año anterior, recibió de la sociedad de crédito "Estilo mariposa" en Nizhny Nóvgorod. La idea fue simple y genial, calculada la raza más difundida de gente, los cuales tendrían crédito como un milagro gratuito más fuerte que el peligro natural. La sociedad "Estilo mariposa" cogía de los habitantes los préstamos monetarios bajo un extraordinario alto interés. En la primera semana, aportaron dinero solamente diez personas (de ellos nueve testaferros y el mismo Momo contratado). Sin embargo, cuando al lunes siguiente, ya que los intereses eran recargados semanalmente, todos ellos recibieron una moneda de diez kopeks por cada rublo metido, la ciudad se volvió loca. En la oficina de la sociedad se creó una cola de tres manzanas. Una semana después, Momo pago de nuevo el diez por ciento, después de lo cual contrató aun dos locales y doce receptores nuevos. El cuarto lunes, la puerta de las oficinas quedo cerrada. El arcoíris de "Estilo mariposa" huyo para siempre de las costas del Volga hacia otro lugar.
Para otra persona los beneficios de Nizhny Nóvgorod le serían suficientes para todo el resto de la vida, pero a Momo el dinero no lo detenía mucho tiempo. A veces él se presentaba como un molino de viento, en que por su flujo ancho se derraman billetes y moneda contante y sonante. El molino agita sus alas anchísimas no dando tregua, transforma dinerito en la harina menuda, en brillantes horquillas para la corbata, en trotones de pura raza, en orgías de muchos días, en los ramos extraordinarios para actrices. Y el viento todo lo sopla, sopla y agita la harina por los vastos espacios sin fronteras, así que el grano no se queda.
Y bien, y que le sople, Momo, para un siglo, del "grano" no tiene suficiente. No parará el milagro-molino.
Hizo una gira artística considerable por las ferias y las ciudades de gobierno, acumulando maestría. El año pasado llego hasta la capital. Limpio bien la ciudad de San Petersburgo, recordarán los suministradores cortesanos, los banqueros sutiles y el comercio los consejeros a la Sota de picas.
Decidió recientemente mostrar al público el talento poco ordinario de Momo. Venció el peso de la ambición, era ofensivo. Tanto talento, no se había visto antes de inventarlo, metes tanto la imaginación, las artes plásticas, el alma, y el reconocimiento a ninguno. Ya caen en la banda de estafadores, ya en artimañas judías, ya en las autoridades locales. Y de hecho no se le ocurrió de forma ortodoxa que todo esto era de orfebrería chef-d’oeuvres - la obra de un maestro.
A Momo le quedaba poco dinero, él esperaba la gloria. Claro, trabajar con la marca de firma así es más arriesgado, pero la gloria no pasa en propiedad a los cobardes. Y va allí, coge, cuando para cada operación tiene la máscara preparada. ¿A quién coger?, ¿a quién buscar? ¿Vio alguien la cara de Momo auténtica?
Quéjense, chismorreen y atrévanse con la despedida, se dirigía mentalmente Momo a los compatriotas. Aplaudan a un gran artista, pues no estaré eternamente con usted.
No, el no decidió morir, pero comenzaba a pensar en serio en la despedida con cariño para el corazón por los vastos espacios rusos. Se quedo aquí solamente para pagar su trono antiguo con el propio trabajo, y allí el mismo tiempo se muestra sobre el campo internacional. Momo sentía ya en sí la fuerza suficiente para esto.
La ciudad Moscú es milagrosa. Los moscovitas son aún más torpes que los peterburgueses, más ingenuos, no tan rallados, y ellos no tienen menor dinero. Momo se estableció aquí desde el otoño y ha tenido tiempo para realizar algunos focos elegantes. Aun dos o tres operaciones, y adiós a la querida tierra. Será necesario dar una vuelta por Europa, mirar hacia América. Mucho interesante cuentan sobre los Estados Unidos. El olfato sugería, que será allí donde se daría al desenfreno. Es posible empezar la excavación de cualquier canal, organizar una sociedad anónima para la construcción del ferrocarril transamericano o, digamos, para la búsqueda del oro azteca. Además de príncipes alemanes hay ahora una demanda grande, especialmente en los países nuevos eslavos y en el continente sudamericano. Aquí tiene sobre que pensar. Momo ya tenía precaución y tomo ciertas medidas.
Pero mientras, tenía unos asuntillos en Moscú. Este manzano todavía se sacudía y se sacudía. Dadle un plazo y los escritores de Moscú compondrán novelas sobre la Sota de picas.
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A la mañana siguiente del truco entretenido con el lord inglés y el viejecito gobernador Momo se despertó tarde y con dolor de cabeza. Toda la tarde y la medianoche lo celebraron. Mimi adoraba las fiestas, esto era su autentico elemento, así que se divirtieron a las mil maravillas.
La habitación de lujo en el hotel “Metropol” la granuja la transformo en el jardín del Edén: las plantas tropicales de invernadero en cubas, la araña enteramente con crisantemos y azucenas, la alfombra cubierta por pétalos de rosas, en todas partes cestas con las frutas de Eliseev y los ramos de Pogodin. Alrededor de la palmera por el dibujo de anillos giraba la boa del zoológico Morselli, representando a la serpiente tentadora. La verdad, no era convincente. Durante el invierno dormía y los ojos no los abría nunca. Pero Mimi, que presentaba a Eva, estaba inspirada. Momo, acordándose, sonrió y se froto la sien que le dolía. Maldita “pandilla”. Cuando, ya después de la caída del sol, Momo se daba la buena vida en el espacioso baño de porcelana, entre las orquídeas que navegan (por quince rublos la cosa), Mimi le regaba con el champan de botellas grandísimas. Él cogía todo el chorro fuerte con los labios y es evidente que se desvivió.
Pero también Mimochka ayer pincho, se canso. Como duerme, no se despertaría de un incendio. Entreabrió los labios hinchados, ambas palmitas puso por costumbre bajo la mejilla, los rizos espesos dorados se soltaron por la almohada.
Cuando se decidió que viajaran juntos, Momo le dijo a ella: “la Vida, muchacha, para una persona es así, cual él mismo. Si la persona es cruel, ella es cruel. Si es tímido, ella terrible. Si es agrio, ella triste. Y yo soy una persona alegre, mi vida es alegre, y para ti será tal”.
Y Mimi se inserto en la vida alegre así, como si se hubiera creado especialmente para ella. Aunque, seguramente, a sus veintidós años le gustaban los rabanitos silvestres con mostaza considerablemente. Además, Momo no le informaba de su asunto. Quiere contárselo el mismo. Solamente que la muchacha no es así, no recuerda lo malo mucho tiempo y además no empuja a la comprensión.
La cogió él la primavera pasada en Kishinev, donde Mimi actuaba como bailarina etíope en las variedades y tenía en los vividores locales una tremenda popularidad. Ella se ennegrecía la piel, se teñía y se rizaba los cabellos, por la escena saltaba en guirnaldas de colores, con pulseras sobre las manos y los pies. Los de Kishinev la aceptaban como si tuviera negrura natural. Es decir, al principio ellos tenían todavía algunas dudas, pero el negociante de paso napolitano, que era de Abisinia, confirmo que madmoiselle Zemchandra habla realmente etíope, así que todas las sospechas desaparecieron.
Este detalle originariamente dejo admirado a Momo, que apreciaba en las mistificaciones la combinación del descaro con la meticulosidad excesiva. Desde el azul, en el color de las campanillas, a los ojos, algo sucios, pero la carita absolutamente eslava penetraba en la etíope. Era necesaria gran gallardía. ¡Y además aprender etíope!
Después, cuando trabaron amistad, Mimi le conto cómo sucedió todo. Vivió en San Petersburgo, después de la quiebra de la opereta se ocupo en las tizas, se convirtió por casualidad en institutriz para la instrucción de los niños del enviado abisinio. El príncipe etíope, según el, no podía alegrarse más de su suerte: la señorita era acomodadiza, alegre, se contentaba con un pequeño sueldo, y los niños la adoraban. Todos susurraban con ella sobre algo, todos conspiraban, y los condujo a convertirse en niños juiciosos. Una vez paseaba por el Jardín Veraniego con el secretario de Estado Morder, discutiendo las complicaciones en las relaciones italiano-abisinias, y vio, de repente, una muchedumbre. Se acerco ¡dios etíope! La institutriz tocaba la armónica, y su hijo con su hija bailaban y cantaban. El público los miraba detenidamente, aplaudía, echaba dinero en la toalla torcida de un turbante, y echaba generosamente, con el alma.
En general, vino Mimi de la capital del norte llevando consigo sus pies con todo el apresuramiento posible, sin equipaje, sin ningún tipo de residencia. Todo sería nada, suspiraba ella, solamente que era lamentable. Los pobres Maryamchik y Asefochka, le aburrían, vamos, ahora vive.
Pero yo contigo no me aburro, pensó Momo, cariñosamente mirándole el hombro, que se asomaba por debajo de la manta, con tres hermosos lunares como el triángulo correcto.
Él se puso las manos tras la cabeza, examino la habitación, en la que entro solamente en las vísperas, cubriendo sus huellas. Los apartamentos de ostentación: con un tocador, una sala, un despacho. Las molduras doradas eran un poco más de la cuenta de lo que dan a los mercaderes. En “De trapos”, los apartamentos eran más finos, pero desde allí hasta ahora fueron bajando. Sin duda, la imagen era completamente oficial, con una distribución generosa de propina y el modelo ante el dibujante de "El observador de Moscú”. Estar en un lugar visible sobre la cubierta de una honrada revista ilustrada como “su alteza” no se publica, se ve alguna vez y se aprovecha.
Momo miro distraídamente en la unión bajo el baldaquín dorado del mofletudo Cupido. El travieso de yeso apuntaba al inquilino con la flecha directo a la frente. Las flechas, en realidad, no las vio, porque sobre ella coloco Mimi los pantalones de encajes del color “el corazón que arde”. ¿Cómo han caído ellos allí? ¿Y de donde los encargo? ¿De hecho Mimi representaba a Eva? Adivinanza.
Los insólitos pantalones por algún motivo intrigaron a Momo. Bajo ellos debe haber una flecha, más grande no puede haber nada, esto es evidente. Y de repente se encuentra que allí no hay ninguna flecha, y ¿algo completamente diferente? De repente, Cupidito coloco los deditos rollizos por el culo, cubierto desde arriba por un trapo brillante, y ¿presento a su manera las flechas?
Así así, aquí algo se dibujaba.
Habiendo olvidado la sien que le duele, se sentó Momo en la cama, como antes, mirando a los pantalones.
La persona espera que bajo ellos haya flechas, porque para Cupido, por su cargo y su título, precisamente tiene flechas, y bien, como en realidad allí no hay flechas, ¿y el culo?
- Muchacha, ¡despiértate! - él dio un golpe a la dormida en el hombro rosado. - ¡Date prisa! ¡Papel, lápiz! ¡Pongamos un anuncio en el periódico!
En vez de la respuesta, Mimi se puso en la cabeza una manta. Momo salto de la cama al suelo, cayó sobre algo rugoso, frío y grito del horror. Sobre la alfombra, habiéndose enrollado en el jardín de lona impermeabilizada a la manera del intestino, dormía la boa anterior, la tentación del Edén.
La ciencia vital de Momo
Los nombres en los últimos años han cambiado tanto que, el inicial, con el cual ha venido al mundo, empezaba a ser olvidado. Hace mucho que ya lo llamaban Momo.
“Momo” es un burlón de la Grecia antigua y una persona malévola, hijo de Nix, la diosa de la noche. En la adivinación, “la pitonisa egipcia”, es designada así, sota de picas, la carta mala, prometiendo el encuentro con el tonto burlón o la broma pesada de la fortuna.
Amaba la carta de Momo e incluso la honraba profundamente, sin embargo, en las adivinaciones no creía, y colocaba en el nombre elegido completamente otro sentido.
Cualquiera mortal juega, como es conocido, a las cartas con el destino. La correlación no depende de la persona, sino como se lleva: a quién consigue unos triunfos, quién enteramente dos o tres. A Momo, la naturaleza le ha entregado las cartas a medias, se puede decir, una tontería de cartas, las decenas y las sotas. Pero el jugador bueno con estas se enrabieta.
Además, y por la jerarquía humana, la sota destaca. Momo se estimo sensatamente: no es el as, claro, ni tampoco el rey, pero tampoco del dos al diez. Así es la sota. Sin embargo no es cualquier trébol aburrido, o un rombo honesto o, guárdalo Dios mío, de ser un baboso corazón, y es especial, la pica. La pica, el palo no es fácil. En todos los juegos es el menor, solamente en el bridge-visto cubre al trébol, y al corazón, y al rombo. Conclusión: decide tu mismo en que juego a ti te toca jugar en la vida, y tu palo será el principal.
En la tierna infancia, Momo no daba tranquilidad al proverbio sobre dos liebres. Y bien, ¿por qué, quedaba perplejo él, es imposible coger ambas a la vez? Bueno, renunciar a una, ¿que? El pequeño Momo (entonces aun no era Momo, sino Mitenka Savvin) con esto no estaba decididamente conforme. Y salió alrededor de los derechos. Encontraba estúpido el proverbio, para torpes y perezosos. Le ocurrió a Momo, no por una vez, incluso no dos, que fue mucho más orejudo, más gris, y le salió más vello. Para esto él tenía elaborada su propia teoría psicológica.
Muchas ciencias cambian la opinión la gente, desde la mayoría de ellos a una persona normal y utilidad ninguna, he aquí de hecho que escriben tratados, magistraturas y defienden tesis de doctor, llegando a ser miembros de las academias. Momo desde niño sentía por la piel, el esqueleto, el bazo, que era la ciencia más importante, no la aritmética o cualquier latín, y la gustaba la destreza. Aquí estaba, la llave, con la cual es posible abrir cualquier puerta. Era extraño que solo ésta importante parte de la ciencia no la enseñaban ni los instructores, ni los maestros del colegio. Convenía mas comprender sus leyes.
Pero porque esto, si meditar estaba incluso a la mano. El talento para la ciencia esencial fue descubierto al muchacho temprano y porque para otras preferencias de esta disciplina no se le ocurrió, gracias a Dios.
La gente habitual tenía relación, por alguna razón, con el asunto clave sin prestarle atención ni sentido, lo contaban así: me gusta, bien, no me gusta, que le vas a hacer, no se manda sobre el corazón. Serás, pensaba el creciente Mitenka, aun como serás. Si le has gustado a una persona, has sabido coger su llavecita, todo, el es tuyo, esta persona, haz con él lo que quieres.
Resultaba que, gustar es posible a cualquiera, y para esto es necesario completamente poco. Comprender que hay tras la persona: de que vive, como el mundo lo ve, de qué tiene miedo. Y cuando se comprende, toca en él, como en un silbato, cualquier melodía. No importa que serenata, aunque sea la polca de la mariposa.
Nueve de cada diez personas mismas a ti te lo contaran todo, solamente si consientes escuchar. De hecho nadie escucha a nadie claramente, asombrosamente. En el mejor de los casos, si hay educación, esperarán las pausas en la conversación y de nuevo sobre ello. ¡Y cuanto importante e interesante es posible conocer, si sabes escuchar!
Escuchar correctamente es algo parecido al arte. Es necesario imaginar, como si tú, con un frasco vacío, un vaso transparente, comunicaras con el interlocutor con la ayuda de tubos invisibles. Que el contenido del compañero por una gotita correrá hacia ti para que llenes el líquido de este color, estructura y grado. Que por cierto tiempo dejes de ser tú y te conviertas en él. Y entonces la persona se convierte en ti entendida en toda su esencia, y tu de antemano sabrás lo que él dirá y que hará.
La ciencia de Momo comprendía gradualmente y en sus años tempranos la aplicaba por una bagatela, para una ventaja pequeña, y más para la comprobación y el experimento. No habiendo aprendido la lección, saco buena nota en la escuela; después, ya en de cadetes, mereció el respeto y el amor de los compañeros; tomo prestado dinero; enamoro a una señorita.
Más tarde, cuando salió al ejército, las ventajas de crecer y ponerse fuerte son más considerables cerca de la ciencia del acero. Diremos, que si limpias de dinero a la persona a las cartas, y él tranquilamente se queda sentado, no se ofende por el pequeño simpático, el corneta Mitya Savvin. Y en las manos del agradable compañero no es necesario fijarse más. ¿Es malo?
Pero esto no fue solamente en el gimnasio, en la preparación de los músculos. Para la ciencia actual, su talento sirvió hace seis años, cuando el destino dió al futuro Momo la primera Posibilidad auténtica. Entonces él aun no sabía que la Posibilidad no es necesario cogerla, sino crearla. Espero todo, mientras que la suerte misma llegara navegando a sus manos y solamente tenía miedo de una cosa, no perder.
No perdió.
La situación vital cerca del corneta en aquel tiempo se destacaba podrida. El ejército se quedo en la ciudad gubernamental de Smolensk un segundo año, y todas las posibilidades de suplemento de sus talentos fueron agotadas. De quién podía, gano; todo lo que fue posible tomar, hace mucho que lo tomo; el coronel, aunque quería a Mitenka con todo el alma, era avaro con el dinero que le daba, y además gastaba fuertemente por la envidia. Y aquí con las cantidades de reparación tuvo lugar una imprudencia: mando al corneta Savvin a la feria del caballo en Torzhok, como aficionado, despilfarrando más de lo admisible.
En general, su destino se componía en ir al tribunal, en marcharse a la carrera, o casarse con la hija cubierta de granos del comerciante Pochechuev. La primera variante, claro, estaba excluida, y el joven capaz dudaba en serio entre lo segundo y lo tercero.
Y de repente la fortuna le dio un golpe de suerte, con la ayuda de la condena, pudo alargar completamente su partida. Murió su tía carnal, rica propietaria, que legó al querido sobrino su hacienda. Una vez, siendo aun cadete, Mitenka se dirigió a ella en el mes más aburrido y como nada tenía que hacer, practico ligeramente la ciencia vital. Después de la vieja se olvido, y he aquí que la tía, al mocito silencioso y amable, no lo había olvidado. Entre todos los otros sobrinos y sobrinas lo nombro en su testamento. No demasiado bueno era el latifundio que paso a la propiedad de Mitya: en total mil desiatinas, y esto en las provincias de las tinieblas, donde a la persona decente y durante la semana, es vergonzoso pasar por casa.
¿Cómo se comportaría habitualmente, un ordinario corneta, al que le atañe tal suerte? Vendería la herencia de la tía, cubriría la carencia del estado, devolvería parte de lo debido, y empezaría a vivir así a la antigua, el tonto
Y de que otra forma, pregunten.
Está bien, aquí esta su cuestión. Usted tiene una hacienda, con un precio rojo de veinte cinco o treinta mil. Y las deudas con todos son cincuenta. Y, lo principal, hasta la muerte le molesta para enriquecerse, quiere vivir con dignidad: con una buena salida, en los mejores hoteles, para que la vida sea como un carnaval eterno y para no soportar a un coronel gordo, y conseguir su flor, tuberosa con ojos tiernos, el talle armonioso y la risa sonora.
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Será suficiente navegar en una astilla por el río de la vida, decidió Mitenka, es hora de tomar el destino por el cuello de cisne. Aquí la ciencia psicológica le sirvió en gran medida.
Vivió él en la provincia no una semana ni dos, sino tres meses enteros. Iba de visitas a los vecinos, a cada uno ha sabido gustarle en su avenencia. Con un mayor retirado, tejón y grosero, bebió ron y fue tras los osos (aquí sufrió miedo). Con la consejera colegial, ama de casa viuda, coció la confitura de camuesa y escribió en el librito consejos para el parto de la cerda. Con el jefe de distrito, de los que estudia los campos, discutía las novedades del gran mundo. Con el juez de paz fue por el río, a un campamento gitano.
Progreso considerablemente: resultaba simultáneamente simple y pequeño, la cosita de la capital, un joven serio, alma valerosa, “la persona nueva”, el defensor del tiempo antiguo y aun el candidato fiel para las novias (en dos familias desconocidas entre ellas).
Y cuando consideraba que el suelo estaba bastante abonado, realizaba todos los asuntillos en dos días.
Incluso es ahora, tras unos años, cuando ya parecía que había que acordarse y enorgullecerse, Momo con placer restablecía en la memoria su primera "operación" auténtica. Especialmente el episodio con Evripid Kallistratovich Kandelaki, que tenía fama entre los terratenientes locales por el cicatero y el pleitista, como el mundo no ha visto. Sería posible, claro, no tratar con Kandelaki, pero por la juventud de los años y el entusiasmo de la naturaleza de Mitenka, amaba romper con los dientes las nueces fuertes.
El truhán-griego fue retirado de los impuestos. Una persona de este tipo solo es posible que te guste de un modo, creando una ilusión, que de tu cuenta él conseguirá lucrarse.
El corneta valiente llego a saltos al vecino sobre un caballo cubierto de espuma, todo rojo, con lagrimas en los ojos, las manos temblando. Directamente desde el umbral rompió a llorar:
- Evripid Kallistratovich, ¡sálveme! ¡En usted está toda mi esperanza! ¡Ante usted, como en el alma! ¡En el ejército me llama el auditor! ¡Hay un gasto tras de mí! ¡Veinte dos mil!
La carta del ejército era de verdad, para la reparación de la falta. Se termino la paciencia de los jefes con Savvin y esperarle de las vacaciones.
Mitya saco un paquete con el sello de regimiento, y también un papel.
- Desde hace un mes en el noble banco agrario tengo un préstamo por 25 mil bajo fianza de las haciendas de la tía. Pensaba, - sollozo él, sabiendo perfectamente que al griego no lo reblandecía, - recibiré el dinero y cubriré la falta. Ah no, ¡no maduro! ¡Mi deshonra! Solamente me queda una, ¡la bala en la frente! ¡Ayúdeme, Evripid Kallistratovich, encantador! Deme veinte dos mil, y a le hare a usted la autorización para el recibo del préstamo. Iré al ejercito, me justificare, salvaré el honor y la vida. Y dentro de un mes recibirá veinte cinco mil. ¡Usted tiene la ventaja, y para mí la salvación! ¡Se lo suplico!
Kandelaki se puso las gafas, leyó la carta terrible del ejército, estudio con atención el contracto hipotecario con el banco (también verdadero, formalizado en la debida forma), se mastico los labios y le ofreció quince mil. Se pusieron de acuerdo en diecinueve.
Esta fue la escena en el banco, cuando un mes después, en el día designado, allí se reunieron los poseedores de las once autorizaciones dadas por Mitenka.
El dineral no resulto malo, pero la vida, después de esto, claro, tuvo que cambiar más radicalmente. Claro que sí, no tenia lastima de su vida anterior.
El antiguo corneta Savvin no tenía miedo a los disgustos de la policía. El imperio, gracias a Dios, era grande, había muchos tontos, las ciudades ricas bastaban. A una persona con fantasía y osadía encontrará siempre, donde continuar. Un nombre y documentos, es un asunto de poca monta. Llámalo como desees. Lo que quieras, allí lo tienes.
Hasta la apariencia, Momo la ha llevado simple y exclusiva. Él amaba mucho su cara y podía admirarse en el espejo de las horas.
Los cabellos de un color maravilloso descolorido, castaño claro, como lo tenían la mayoría aplastante de eslavos autóctonos. Los rasgos menudos, inexpresivos, los ojos gris-azul, la nariz no estaba claramente dibujada, la barbilla débil de carácter. En general, su atención no se detenía absolutamente ante nada. No tenia fisonomía, era un lienzo limpio, dibuja sobre él lo que quieres.
La estatura era media, le faltaban señas especiales. La voz, en verdad, insólita, profunda, sonora, pero Momo aprendió a dominar este instrumento a la perfección: podía zumbar bajo, como un tenor seducir, soltar un falsete, e incluso como un soprano chillar como una señora.
De hecho para poder cambiar su apariencia hasta que no se pudiera reconocer, era poco teñirse los cabellos y enganchar una barba. Para la persona tenia hecha la mímica, la manera de andar y sentarse, los gestos, la entonación, las palabritas especiales en la conversación, la energía de la mirada. Y bien, por sí mismo, el medio ambiente, la ropa, la primera impresión, el nombre, el título.
Si fueran actores ganarían mucho dinero, Momo se convertiría seguramente en el nuevo Shchepkin o Sadovsky. El esto no lo sentía. Pero en tanto en cuanto para él fuera necesario, no pagarían incluso los primer ministros en los teatros de la capital. Además donde es más interesante interpretar la pieza no es sobre la escena, con dos entreactos de 15 minutos, sino en la vida, cada día, todo el día.
En estos seis años él recuerda todos los papeles que interpreto. Las piezas fueron enteramente composición propia. Momo a ellos los nombraba a la manera de un estratega militar, las "operaciones", y ante el comienzo de la siguiente aventura le gustaba imaginarse a Maurice Saksonski o Napoleón, pero por su naturaleza esto era, claro, no batallas sangrientas, sino espectáculos alegres. Eso tiene otros personajes, probablemente, y no podían estimar todo el genio de la trama, pero para Momo se quedaba invariablemente el placer completo.
En los espectáculos termino de representar mucho, en pequeños y grandes, triunfales y menos acertados, pero el fracaso, con siseo y silbido, no había ocurrido hasta ahora.
Un tiempo Momo se aficiono a perpetuar la memoria de los héroes nacionales. Al principio, habiéndose perdido la hélice en el buque de vapor del Volga y bajando a la costa en Kostroma sin un grosh (moneda rusa), reunió las donaciones para el monumento de bronce a Iván Susanin. Los mercaderes picaban, la nobleza trataba de aportar el pago con manteca o centeno, y salió una bagatela, menos de ocho mil. Pero en Odessa, para el monumento a Alejandro Sergeevich Pushkin le dieron generosamente, especialmente los comerciantes hebreos, y en Tobolsk, los mercaderes peleteros y buscadores de oro de Ermark Timoféyevich se desprendieron de setenta cinco mil para el persuasivo "miembro de la sociedad Imperial histórica”.
Muy acertadamente, en el año anterior, recibió de la sociedad de crédito "Estilo mariposa" en Nizhny Nóvgorod. La idea fue simple y genial, calculada la raza más difundida de gente, los cuales tendrían crédito como un milagro gratuito más fuerte que el peligro natural. La sociedad "Estilo mariposa" cogía de los habitantes los préstamos monetarios bajo un extraordinario alto interés. En la primera semana, aportaron dinero solamente diez personas (de ellos nueve testaferros y el mismo Momo contratado). Sin embargo, cuando al lunes siguiente, ya que los intereses eran recargados semanalmente, todos ellos recibieron una moneda de diez kopeks por cada rublo metido, la ciudad se volvió loca. En la oficina de la sociedad se creó una cola de tres manzanas. Una semana después, Momo pago de nuevo el diez por ciento, después de lo cual contrató aun dos locales y doce receptores nuevos. El cuarto lunes, la puerta de las oficinas quedo cerrada. El arcoíris de "Estilo mariposa" huyo para siempre de las costas del Volga hacia otro lugar.
Para otra persona los beneficios de Nizhny Nóvgorod le serían suficientes para todo el resto de la vida, pero a Momo el dinero no lo detenía mucho tiempo. A veces él se presentaba como un molino de viento, en que por su flujo ancho se derraman billetes y moneda contante y sonante. El molino agita sus alas anchísimas no dando tregua, transforma dinerito en la harina menuda, en brillantes horquillas para la corbata, en trotones de pura raza, en orgías de muchos días, en los ramos extraordinarios para actrices. Y el viento todo lo sopla, sopla y agita la harina por los vastos espacios sin fronteras, así que el grano no se queda.
Y bien, y que le sople, Momo, para un siglo, del "grano" no tiene suficiente. No parará el milagro-molino.
Hizo una gira artística considerable por las ferias y las ciudades de gobierno, acumulando maestría. El año pasado llego hasta la capital. Limpio bien la ciudad de San Petersburgo, recordarán los suministradores cortesanos, los banqueros sutiles y el comercio los consejeros a la Sota de picas.
Decidió recientemente mostrar al público el talento poco ordinario de Momo. Venció el peso de la ambición, era ofensivo. Tanto talento, no se había visto antes de inventarlo, metes tanto la imaginación, las artes plásticas, el alma, y el reconocimiento a ninguno. Ya caen en la banda de estafadores, ya en artimañas judías, ya en las autoridades locales. Y de hecho no se le ocurrió de forma ortodoxa que todo esto era de orfebrería chef-d’oeuvres - la obra de un maestro.
A Momo le quedaba poco dinero, él esperaba la gloria. Claro, trabajar con la marca de firma así es más arriesgado, pero la gloria no pasa en propiedad a los cobardes. Y va allí, coge, cuando para cada operación tiene la máscara preparada. ¿A quién coger?, ¿a quién buscar? ¿Vio alguien la cara de Momo auténtica?
Quéjense, chismorreen y atrévanse con la despedida, se dirigía mentalmente Momo a los compatriotas. Aplaudan a un gran artista, pues no estaré eternamente con usted.
No, el no decidió morir, pero comenzaba a pensar en serio en la despedida con cariño para el corazón por los vastos espacios rusos. Se quedo aquí solamente para pagar su trono antiguo con el propio trabajo, y allí el mismo tiempo se muestra sobre el campo internacional. Momo sentía ya en sí la fuerza suficiente para esto.
La ciudad Moscú es milagrosa. Los moscovitas son aún más torpes que los peterburgueses, más ingenuos, no tan rallados, y ellos no tienen menor dinero. Momo se estableció aquí desde el otoño y ha tenido tiempo para realizar algunos focos elegantes. Aun dos o tres operaciones, y adiós a la querida tierra. Será necesario dar una vuelta por Europa, mirar hacia América. Mucho interesante cuentan sobre los Estados Unidos. El olfato sugería, que será allí donde se daría al desenfreno. Es posible empezar la excavación de cualquier canal, organizar una sociedad anónima para la construcción del ferrocarril transamericano o, digamos, para la búsqueda del oro azteca. Además de príncipes alemanes hay ahora una demanda grande, especialmente en los países nuevos eslavos y en el continente sudamericano. Aquí tiene sobre que pensar. Momo ya tenía precaución y tomo ciertas medidas.
Pero mientras, tenía unos asuntillos en Moscú. Este manzano todavía se sacudía y se sacudía. Dadle un plazo y los escritores de Moscú compondrán novelas sobre la Sota de picas.
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A la mañana siguiente del truco entretenido con el lord inglés y el viejecito gobernador Momo se despertó tarde y con dolor de cabeza. Toda la tarde y la medianoche lo celebraron. Mimi adoraba las fiestas, esto era su autentico elemento, así que se divirtieron a las mil maravillas.
La habitación de lujo en el hotel “Metropol” la granuja la transformo en el jardín del Edén: las plantas tropicales de invernadero en cubas, la araña enteramente con crisantemos y azucenas, la alfombra cubierta por pétalos de rosas, en todas partes cestas con las frutas de Eliseev y los ramos de Pogodin. Alrededor de la palmera por el dibujo de anillos giraba la boa del zoológico Morselli, representando a la serpiente tentadora. La verdad, no era convincente. Durante el invierno dormía y los ojos no los abría nunca. Pero Mimi, que presentaba a Eva, estaba inspirada. Momo, acordándose, sonrió y se froto la sien que le dolía. Maldita “pandilla”. Cuando, ya después de la caída del sol, Momo se daba la buena vida en el espacioso baño de porcelana, entre las orquídeas que navegan (por quince rublos la cosa), Mimi le regaba con el champan de botellas grandísimas. Él cogía todo el chorro fuerte con los labios y es evidente que se desvivió.
Pero también Mimochka ayer pincho, se canso. Como duerme, no se despertaría de un incendio. Entreabrió los labios hinchados, ambas palmitas puso por costumbre bajo la mejilla, los rizos espesos dorados se soltaron por la almohada.
Cuando se decidió que viajaran juntos, Momo le dijo a ella: “la Vida, muchacha, para una persona es así, cual él mismo. Si la persona es cruel, ella es cruel. Si es tímido, ella terrible. Si es agrio, ella triste. Y yo soy una persona alegre, mi vida es alegre, y para ti será tal”.
Y Mimi se inserto en la vida alegre así, como si se hubiera creado especialmente para ella. Aunque, seguramente, a sus veintidós años le gustaban los rabanitos silvestres con mostaza considerablemente. Además, Momo no le informaba de su asunto. Quiere contárselo el mismo. Solamente que la muchacha no es así, no recuerda lo malo mucho tiempo y además no empuja a la comprensión.
La cogió él la primavera pasada en Kishinev, donde Mimi actuaba como bailarina etíope en las variedades y tenía en los vividores locales una tremenda popularidad. Ella se ennegrecía la piel, se teñía y se rizaba los cabellos, por la escena saltaba en guirnaldas de colores, con pulseras sobre las manos y los pies. Los de Kishinev la aceptaban como si tuviera negrura natural. Es decir, al principio ellos tenían todavía algunas dudas, pero el negociante de paso napolitano, que era de Abisinia, confirmo que madmoiselle Zemchandra habla realmente etíope, así que todas las sospechas desaparecieron.
Este detalle originariamente dejo admirado a Momo, que apreciaba en las mistificaciones la combinación del descaro con la meticulosidad excesiva. Desde el azul, en el color de las campanillas, a los ojos, algo sucios, pero la carita absolutamente eslava penetraba en la etíope. Era necesaria gran gallardía. ¡Y además aprender etíope!
Después, cuando trabaron amistad, Mimi le conto cómo sucedió todo. Vivió en San Petersburgo, después de la quiebra de la opereta se ocupo en las tizas, se convirtió por casualidad en institutriz para la instrucción de los niños del enviado abisinio. El príncipe etíope, según el, no podía alegrarse más de su suerte: la señorita era acomodadiza, alegre, se contentaba con un pequeño sueldo, y los niños la adoraban. Todos susurraban con ella sobre algo, todos conspiraban, y los condujo a convertirse en niños juiciosos. Una vez paseaba por el Jardín Veraniego con el secretario de Estado Morder, discutiendo las complicaciones en las relaciones italiano-abisinias, y vio, de repente, una muchedumbre. Se acerco ¡dios etíope! La institutriz tocaba la armónica, y su hijo con su hija bailaban y cantaban. El público los miraba detenidamente, aplaudía, echaba dinero en la toalla torcida de un turbante, y echaba generosamente, con el alma.
En general, vino Mimi de la capital del norte llevando consigo sus pies con todo el apresuramiento posible, sin equipaje, sin ningún tipo de residencia. Todo sería nada, suspiraba ella, solamente que era lamentable. Los pobres Maryamchik y Asefochka, le aburrían, vamos, ahora vive.
Pero yo contigo no me aburro, pensó Momo, cariñosamente mirándole el hombro, que se asomaba por debajo de la manta, con tres hermosos lunares como el triángulo correcto.
Él se puso las manos tras la cabeza, examino la habitación, en la que entro solamente en las vísperas, cubriendo sus huellas. Los apartamentos de ostentación: con un tocador, una sala, un despacho. Las molduras doradas eran un poco más de la cuenta de lo que dan a los mercaderes. En “De trapos”, los apartamentos eran más finos, pero desde allí hasta ahora fueron bajando. Sin duda, la imagen era completamente oficial, con una distribución generosa de propina y el modelo ante el dibujante de "El observador de Moscú”. Estar en un lugar visible sobre la cubierta de una honrada revista ilustrada como “su alteza” no se publica, se ve alguna vez y se aprovecha.
Momo miro distraídamente en la unión bajo el baldaquín dorado del mofletudo Cupido. El travieso de yeso apuntaba al inquilino con la flecha directo a la frente. Las flechas, en realidad, no las vio, porque sobre ella coloco Mimi los pantalones de encajes del color “el corazón que arde”. ¿Cómo han caído ellos allí? ¿Y de donde los encargo? ¿De hecho Mimi representaba a Eva? Adivinanza.
Los insólitos pantalones por algún motivo intrigaron a Momo. Bajo ellos debe haber una flecha, más grande no puede haber nada, esto es evidente. Y de repente se encuentra que allí no hay ninguna flecha, y ¿algo completamente diferente? De repente, Cupidito coloco los deditos rollizos por el culo, cubierto desde arriba por un trapo brillante, y ¿presento a su manera las flechas?
Así así, aquí algo se dibujaba.
Habiendo olvidado la sien que le duele, se sentó Momo en la cama, como antes, mirando a los pantalones.
La persona espera que bajo ellos haya flechas, porque para Cupido, por su cargo y su título, precisamente tiene flechas, y bien, como en realidad allí no hay flechas, ¿y el culo?
- Muchacha, ¡despiértate! - él dio un golpe a la dormida en el hombro rosado. - ¡Date prisa! ¡Papel, lápiz! ¡Pongamos un anuncio en el periódico!
En vez de la respuesta, Mimi se puso en la cabeza una manta. Momo salto de la cama al suelo, cayó sobre algo rugoso, frío y grito del horror. Sobre la alfombra, habiéndose enrollado en el jardín de lona impermeabilizada a la manera del intestino, dormía la boa anterior, la tentación del Edén.
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martes, 15 de septiembre de 2009
C-La sota de picas. Boris Akunin. (Cap. 1/8)
Por fin traduje el primer capitulo del ruso al español. Encontrareis algunos fallos o cosas que podrian sonar mejor, asi que si me las decis las voy solucionando sobre la marcha. Cuando tenga los siguientes capitulos, ire añadiendo el enlace en el capitulo anterior. Podeis seguir los avances de la traduccion en la seccion de la derecha.
Espero que los fans de Fandorin disfruten con la historia.
"La sota de picas" se desato.
En todo el mundo no había persona más infeliz que Anisy Tjulpanov. Y bien, puede que, solamente en algún sitio en África negra o allí en la Patagonia, o más cerca, probablemente no.
Juzguen ustedes. En primer lugar, el nombrecito, Anisy. ¿Han visto alguna vez que alguna persona generosa, un doncel o incluso el jefe del despacho sea llamado Anisy? Así en seguida se derrite la lámpara de mantequilla, por la semilla urticante del pope(sacerdote ruso).
¡Y el apellido! De risa solamente. Ha pasado en propiedad del desdichado familiar el sobrenombre del bisabuelo, sacristán rural. Cuando el antepasado de Anisy estudiaba en el seminario, el padre decente tuvo la intención de cambiar los apellidos malsonantes de los servidores futuros de la iglesia en provecho de Dios. Para la simplicidad y la comodidad, un año llamaba a los seminaristas enteramente por las fiestas eclesiásticas, otro año por las frutas, y el bisabuelo vino el año de las flores: hubo quien se convertía de los Jacintos, quien de las Balsaminas, quien de los Ranúnculos. El retatarabuelo no acabo el seminario, y el apellido estúpido les entrego a los descendientes. Bien está que todavía de Tulipán (Tjulpanov) les diera el nombre, y no de cualquier diente de león.
¡Y qué sobrenombre! ¿Y la apariencia? Primero las orejas: se han destacado en los lados, como las asas en el orinal. Te ajustas la gorra, toman su propia libertad, tal que tratan de salir y salen, como si apuntalan el gorro. Demasiado elásticas, cartilaginosas.
Antes, pasaba que Anisy pasaba largo rato ante el espejo. Y así se volverá, y así lo dejara largo, especialmente dejo crecer el cabello en dos partes, para cubrir sus orejones a su estilo y de la mejor forma, por lo menos por cierto tiempo. Pero como a toda persona, le salieron granos (y para el ya el tercer año). Tjulpanov arreglo el espejo del desván, porque mirar su cara abyecta para el se convirtió definitivamente en imposible.
Se levanto Anisy al servicio muy temprano, por el tiempo de invierno todavía era de noche. El camino estaba alejado. La casita que heredo del tío diácono, se situaba sobre las huertas del monasterio Pokrovsky, junto a la misma barrera de Spassky. Por la calle Vacía, a través de la vía Taganka, delante de la mala Hitrovki, al servicio en la direccion de la gendarmeria estaba Anisy la hora entera en asuntos urgentes. Y si, como ahora, llegara la helada y dejara el camino helado, era completamente una desgracia. Con las botas desgarradas y con la delgada capita no era atractivo salir. Castañeas los dientes, recuerdas los mejores tiempos, y la adolescencia despreocupada, y la mamita, su reinado celestial.
El año pasado, cuando Anisy ingreso en los agentes de policía, fue allí donde era más fácil. El salario, 18 rublos, más el pago suplementario por el complemento, y por la noche, y sí había todavía, echaban dietas. Alguna vez hasta treinta cinco rublos por mes conseguía. Pero no se detuvo Tjulpanov, persona desafortunada, en el puesto bueno para el pan. Fue reconocido por el mismo teniente coronel Sverchinsky como agente sin perspectiva y, en general, baboso. Al principio fue pillado primero cuando ha abandonado el puesto de observación (¿como no abandonarlo, a casa no subir saltando, si la hermana Sonka no era alimentada desde la mañana?). Y después salió aún peor, dejo escapar Anisy a un peligroso revolucionario. Se quedo él durante la operación de la toma de la vivienda clandestina en la puerta trasera, cerca de la entrada de servicio. Por si acaso, para la seguridad, no le permitieron participar, por la inexperiencia de Tjulpanov, en la detención. Y es necesario que suceda así, que los arrestadores, los perros lobo expertos, los maestros del asunto, dejaron libre a una estudiante. Ve Anisy que corre hacia él una señorita con gafas, y su cara así, asustada, desesperada. El grito "Alto", y no basto para que se decidiera, a que sus manos finas dolorosamente tuvieran a la señorita. Y se quedo, como un ídolo, mirándole la espalda. Hasta en el silbato no ha silbado.
Por esta omisión indignante querían expulsar completamente a Tjulpanov del servicio, pero los jefes se apiadaron del huérfano, y lo degradaron a recadero. Trabajaba ahora Anisy en un puesto menudo para un hombre de letras, cinco cursos reales que acabo, hasta vergonzoso. Y, lo principal, completamente desesperanzado. Y así pasas toda la vida con lamentable rabia, sin haber tenido derecho al grado de clase.
Poner sobre él la cruz a los veinte años para cualquiera es amargo, incluso en un asunto no ambicioso. Traten de vivir doce con una moneda de cincuenta kopeks, prueben. Más no es necesario mucho, а Sonka no le expliques que su hermano menor no termino la carrera. Ella quiere mantequilla, y pastelito de queso, y caramelito de higos a brevas para mimarla. Y ahora la leña, calentar la estufa, por tres rublos el sazhen. Sonka en balde es idiota, y muge, cuando tiene frío, llora.
Anisy, antes de saltar desde la casa, consiguió cambiar a la hermana mojada. Ella despego los pequeños ojos de cerdito, sonrió de una manera soñolienta al hermano y dijo balbuceando: "Nisy, Nisy".
Silencio, estoy aquí, tonta, no me mimes, - con severidad fingida la castigo Anisy, moviendo el cuerpo pesado, caliente del sueño. En la mesa puso la calumniada moneda de diez kopeks, para la vecina de Sychihi, que cuidaba a la pobre. Apresuradamente, se comió el kalach sentado, se tomo la leche fría, y llego la hora en la oscuridad para la tormenta de nieve.
Andando rápido por el solar cubierto de nieve hacia Taganka, a cada instante resbalando, Tjulpanov fuertemente se compadecía. Además de pobre, feo y desafortunado, aun estaba Sonka, un collar para toda la vida. El era una persona condenada, no tendría nunca ni mujer, ni hijos, ni una casa confortable.
Corriendo delante de la iglesia de todos los afligidos, se ha persignado, como habitualmente, ante el icono, iluminado por la lamparilla, de la Madre De Dios. Quería Anisy este icono desde la infancia: no cuelga al calor y la sequedad, sino directamente en la pared, a los siete vientos, solamente cubierta de las lluvias y las nieves por un tejadillo, y arriba hay una cruz de madera. El fueguecillo pequeño, inextinguible, en la pantalla de cristal ardiente, se veía de lejos. Esto estaba bien, especialmente cuando la ves desde la oscuridad, el frío y el aullido de viento.
¿Que es esto que aparece blanco allí, sobre la cruz?
¡Una paloma blanca! Está, desde el pico a las alitas limpia, y la tormenta de nieve no le causo perjuicio. En la señal fiel, de la que la mamita tranquila era gran conocedora, la paloma blanca sobre la cruz, por suerte y felicidad inesperada. ¿De dónde se coge la felicidad solamente?
El viento bajo y se enredaba por la tierra. Oh, frío.
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Pero ahora para Anisy el día de trabajo y, realmente, comenzó allí no muy mal. Se puede decir que tuvo suerte Tjulpanov. Egor Semenych, el registrador colegiado que administraba los envíos, echo un capote al no convincente Anisy, movió la mollera cana y le dio una tarea buena, caliente. No era correr hacia los cientos de fines del infinito, a la ciudad soplada por los vientos, solamente llevar la carpeta con los informes y sus documentos a su señoría Erast Petrovich Fandorin, el funcionario de los encargos especiales para su excelencia el gobernador general. Llevar y esperar, por si tuviera del funcionario de séptimo grado correspondencia de vuelta.
Esto no puede ser, esto es posible. Anisy salto como una exhalación y llevo la carpeta enseguida, incluso no consiguió congelarse. Habitaba el señor Fandorin en una casa cercana, aquí, en el Pequeño Nikitsky, en la propia ala de la hacienda del barón Von Evert-Kolokoltseva.
Anisy adoraba al señor Fandorin. De lejos, tímidamente, con veneración, sin ninguna esperanza de que la gran persona notará alguna vez la existencia de Tjulpanov. El funcionario de séptimo grado tenía en la gendarmería una reputación especial, aunque servía Erast Petrovich en otro departamento. Su misma excelencia de Moscú, el jefe de policía Efim Efímovich Baranov, con grado de teniente general, no contaba como vergonzoso pedir al funcionario de los encargos especiales consejo confidencial o incluso obtener protección.
Aun mas, cada persona, aunque formara parte experta en la política grande de Moscú, sabía que el padre de la primera capital, el príncipe Vladímir Andreevich Dolgoruk, distingue al funcionario de séptimo grado y da oídos a su opinión. Cosas diferentes se decían sobre el señor Fandorin: como si él tuviera un don especial - a cualquier persona la veía de parte a parte y cualquiera, hasta el misterio más misterioso, enseguida comprendía hasta la esencia.
Por su cargo, se confiaba al funcionario de séptimo grado ser el ojo del gobernador general en todos los asuntos secretos de Moscú que caen en la gestión de la gendarmería y la policía. Por eso, cada mañana, a Erast Petrovich del general Baranov y de la gendarmería le enviaban las noticias necesarias - habitualmente en la casa del gobernador, en Tverskaya, pero era como su casa, porque las reglas para el funcionario de séptimo grado eran libres y el podía estar presente cuando deseara, e incluso en absoluto ir.
Así de persona considerable era el señor Fandorin, y entre eso, simplemente se comportaba sin importancia. Dos veces Anisy le llevo los paquetes a Tverskaya y era completamente obediente por la manera afable de una persona tan influyente: no humilla a una pequeña persona, se dirige respetuosamente, siempre le invita a sentarse, de "usted" le llama.
Y aun era muy curioso ver de cerca a esta persona, sobre la cual corrían por Moscú rumores realmente fantásticos. En seguida se veía que era una persona especial. Una persona hermosa, llana, joven, de cabellos negros sobre las sienes con fuertes canas. La voz tranquila, silencioso, habla con tartamudez fácil, pero cada palabra en su lugar y se ve que repite una vez, pero ya dos veces no está acostumbrado. Un señor considerable del que no puedes decir nada.
En casa del funcionario de séptimo grado Tjulpanov aun no podía compararse, y por eso, entrando por la puerta delicada, con la corona de hierro fundido encima, él se acerco hacia el ala adornada de un solo piso con un poco de opresión en el corazón. Junto a esa persona y vivienda extraordinaria, justo, también cualquiera es especial.
Presiono el botón del timbre eléctrico. La primera frase la preparo de antemano: “El correo Tjulpanov de la dirección de la gendarmería con papeles para su señoría”. Dándose cuenta, introdujo bajo el gorro la terca oreja derecha.
La puerta esculpida de roble se abrió. En el umbral había un asiático bajo, fuertemente abatido, con ojos estrechos, las mejillas gordas y cabellos duros negros erizados. El asiático llevaba una librea verde con galones dorados y, por alguna razón, las sandalias de paja. El criado fijo los ojos con aire descontento sobre el visitante y le pregunto:
— ¿Que querer?
De algún sitio desde de la profundidad de la casa llego una voz sonora femenina:
— ¡Masa! ¡Cuantas veces tengo que repetírtelo! ¡No «que querer», sino «que desea»!
El asiático se inclino rencorosamente hacia atrás y refunfuño de mala gana a Anisy:
— ¿Tu que desea?
—El correo Tjulpanov de la dirección de la gendarmería con papeles para su señoría - informo deprisa Anisy.
— Vamos, anda, - le invito el criado y se aparto, dejándole pasar.
Tjulpanov se encontraba en una antecámara espaciosa, miro con interés alrededor y en un primer momento se llevo un desengaño: no había un oso disecado con una bandeja de plata para las tarjetas de visita, ¿y cómo podía haber un apartamento señorial sin un oso relleno? ¿O el funcionario para los encargos especiales no tenia visitas?
Además, aunque no había descubierto al oso, los muebles alrededor de la antecámara eran muy bonitos, y en la esquina, en un armario de cristal, había ciertas armaduras raras: todos de planchas metálicas, con cifras complicadas en la coraza y con cuernos, como un escarabajo, en el casco.
De la puerta que conduce a una habitación interna, adonde al correo, por supuesto, la entrada le fue cerrada, se asomo la rara belleza de una señora en bata roja de seda hasta el suelo. Los cabellos pomposos oscuros de la belleza fueron codificados en un peinado complicado, el cuello armonioso estaba desnudo, blanco, a lo largo, los anillos de la mano, se cruzaban sobre el pecho alto. La señora con decepción fijo la mirada en Anisy con sus enormes ojos negros, arrugo un poco la nariz clásica y lo llamo:
- Erast, es para ti. De la oficina estatal.
Anisy se asombro por alguna razón, que el funcionario de séptimo grado estuviera casado, aunque no había, en realidad, nada asombroso en aquello, que tal persona tuviera una esposa hermosa, con presencia regia y la mirada altiva.
La señora Fandorin era aristocrática, sin aflojar los labios, bostezo y desapareció tras la puerta, y en un minuto, a la antecámara salió el señor Fandorin.
Él estaba también en bata, pero no en rojo, sino en negro, con las borlas y el cinturón de seda.
- Buenos días, T-Tjulpanov, - dijo el funcionario de séptimo grado, recorriendo con los dedos el rosario nefrítico verde, y Anisy se quedo sin pulso del placer - no suponía que Erast Petrovich lo recordara, y mucho mas por el apellido. Sería poco de cada pequeño bribón que le entregara los paquetes, y mucho menos de ti.
- ¿Que tiene usted ahí? Démelo y pase a la sala, siéntese. Маsа, cógele al s-señor Tjulpanov la capa.
Entrando tímidamente en la sala, Anisy no se atreví a mirar de hito en hito por todas partes, modestamente se sentó en el borde tapizado de terciopelo azul de la silla y solamente, mientras esperaba, insignificantemente comenzaba a mirar alrededor a escondidas.
La habitación era interesante: todas las paredes cubiertas por grabados de color japoneses, lo cual, Anisy sabía, ahora era la gran moda. El también miro ciertos rollos con jeroglíficos y sobre el soporte lacado de madera, dos sables curvados, uno más largo, el otro más corto.
El funcionario de séptimo grado murmuro sobre los papeles, de vez en cuando anotando algo en ellos con un lápiz dorado. Su esposa, no volviendo la atención a los hombres, estaba de pie cerca de la ventana y, con aspecto aburrido, miraba al jardín.
- Querido, - ha dicho ella en francés, - ¿por qué no vamos a algún sitio? Esto es insoportable al fin y al cabo. Quiero ir al teatro, quiero ir al baile.
- Usted misma lo d-dijo, Addi, que esto es indecente, - respondió Fandorin, separándose de los papeles. - Es posible que encuentre a sus conocidos de San Petersburgo. No será difícil. A mí, en realidad, me da lo mismo.
Él miro a Tjulpanov, y se enrojeció. El no era culpable, al fin y al cabo, de sus farfullos, ¡pero comprendía el francés!
Se descubrió que, la señora hermosa, no era en absoluto la señora Fandorin.
- Ah, perdona, Addi, - dijo Erast Petrovich en ruso. - no te he presentado al señor Tjulpanov, él sirve en la dirección de la gendarmería. Y esta es la condesa Ariadna Arkadevna Opraksina, mi b-buena conocida.
A Anisy le pareció que el funcionario de séptimo grado se turbo un poco, como si no supiera completamente, como presentar a la belleza. Y, puede que, solo por el tartamudeo, así lo pareciera.
- Oh, Dios mío, - suspiro doliente la condesa Addi y salió impetuosamente de la habitación.
Casi en seguida pareció oírse su voz:
- Маsа, ¡apártate inmediatamente de mi Natalia! ¡Me marcho, canalla! No, ¡esto es simplemente insoportable!
Erast Petrovich suspiro también y volvió a la lectura de los papeles.
Se distinguió el tañido de un timbre, el ruido apagado de las voces de la antecámara y, en la sala entro con un panecillo el asiático de antes.
Él grullo en cierto dialecto incomprensible, pero Fandorin con un gesto le ordeno callarse.
- Маsа, te dije: ante los huéspedes dirígete a mí en ruso, no en japonés.
Anisy, que recibió el rango de huésped, se dio importancia, y miro al criado fijamente con curiosidad: era necesariamente, un autentico japonés.
- De Vedisev-san, - explico brevemente Маsа.
- ¿De Vedishchev? ¿Frol G-Grigórievich? Pregunto.
Quién era el tal Frol Grigórievich Vedishchev, Anisy lo sabía. Su persona era conocida por el apodo del Cardenal Gris. Permaneció junto al príncipe Dolgoruk al principio cuando era un muchacho, después de ordenanza, después como lacayo, y en los últimos veinte años como ayuda de cámara personal. Desde entonces, como Vladimir Andreevich, tomo la antigua ciudad en sus tenaces y firmes manos. Al estilo de un pequeño pájaro el ayuda de cámara, se supo que, sin el consejo del fiel Frol, el muy inteligente y cauteloso Dolgoruk no toma ninguna decisión importante. Si quiere tratar con su excelencia una petición importante, debe saber camelarse a Vedishchev, y entonces, le cuenta la mitad de lo necesario de lo hecho.
En la sala entro, y parecía que entro corriendo, un pequeño robusto con librea de gobernador que dijo apresuradamente desde el umbral:
- ¡Su excelencia, Frol Grigorievich! ¡Para visitarle absolutamente con carácter urgente! ¡Que escándalo para nosotros, Erast Petrovich, que locura! ¡Frol Grigorievich dice, que sin usted de ninguna manera! Yo vine sobre el trineo del príncipe, y hasta allí enseguida. Llegaremos volando.
- ¿Que esta tras el "escándalo"? - se enfado el funcionario de séptimo grado, sin embargo se levanto y se quito la bata. - Está bien, vamos a m-mirar.
Bajo la bata se encontraba una camisa blanca con una corbata negra.
- ¡Маsа, el chaleco y la levita, rápido! - grito Fandorin, metiendo los papeles en la carpeta. - y usted, Tjulpanov, está de acuerdo en dar una vuelta conmigo. Terminaré la lectura por el camino.
Anisy estaba preparado para ir tras su excelencia donde sea, y así lo demostró saltando apresuradamente de la silla.
Aquí ni pensaba ni conjeturaba el correo Tjulpanov, que iba a ser llevado alguna vez a dar una vuelta en el transporte del gobernador general.
Notable era el carruaje, una carreta contemporánea sobre patines. Dentro estaba decorado por un atlas, un asiento de piel, en la esquina había una estufa con el tiro de bronce. La verdad es que calentaba.
El lacayo se sentó en el pescante, y los cuatro valientes patilargos trotones partieron en alegre carrera.
Anisy suavemente, se balanceo casi con ternura sobre el asiento blando destinado para unas nalgas mucho más nobles, y pensó: eh, esto no lo creerá nadie.
El señor Fandorin crujió un lacre, abriendo cierto despacho. Frunció la alta y limpia frente. Hasta es bueno, sin envidia, pensó Tjulpanov con admiración sincera, observando con el rabillo del ojo, como el funcionario de séptimo grado se tira del bigote delgado.
A la casa grande en Tverskaya, los trajeron a toda velocidad en cinco minutos. El carruaje viro, no a la izquierda, a la oficina estatal, sino a la derecha, al portal y habitación personal de "un gran príncipe de Moscú », Volodya Nido Grande, Yury Dolgoruk (que no solamente lo llamaban Vladimir Andreevich el todopoderoso).
- Perdone usted, Tjulpanov, - pronunció el trabalenguas Fandorin, abriendo de par en par la portezuela, - pero soltarle no puedo mientras tanto. Después echaré un par de las líneas para el c-coronel. Solamente comprenderé el principio del "escándalo".
Anisy salió detrás de Erast Petrovich, entro en el aposento de mármol, pero aquí se quedo atrás y se amilano, habiendo visto al importante portero con el bastón dorado. Aquí se asusto horrorosamente Tjulpanov de la humillación de que le dejará su señor Fandorin andando alrededor del aposento en el bajo de la escalera, como si fuera un perrito. Pero supero su orgullo y se preparo para perdonar al funcionario de séptimo grado: y ¿cómo un hombrecillo con semejante capa y gorro con la visera agrietada se lleva a los apartamentos del gobernador?
- ¿Que os habéis atascado? - se volvió impacientemente Erast Petrovich, ya llegado a la mitad de la escalera. - no os atraséis. Veis, cual brujería se creó aquí.
Solamente ahora, hasta Anisy llego que en la casa del gobernador hay realmente algo extraordinario. Y el aspecto del majestuoso portero, si miraba con atención, no era tan importante, cuan confuso era que traían de la calle al vestíbulo arcas, cajas, cajones con letras extranjeras. ¿Por qué motivo un traslado?
Tjulpanov alcanzo en un salto al funcionario de séptimo grado y trato de mantenerse tras él a no más de dos pasos, para lo cual tenía que, de vez en cuando, correr poco seriamente, porque el paso de su excelencia era ancho y rápido.
Oh, ¡que hermoso era estar en la residencia del gobernador! Casi como en el templo de Dios: columnas multicolor (puede, ¿de porfiro?), las cortinas de brocado, las estatuas de las diosas griegas. ¡La araña! ¡Y los cuadros de marco dorado! ¡Y el entarimado de espejo con incrustación!
Anisy miro atrás al entarimado y vio de repente que, sobre el suelo milagroso se quedan las huellas mojadas y sucias de sus botas vergonzosas. Dios mío, que no lo viera nadie.
En la sala espaciosa, donde no había ni un alma, y a lo largo de las paredes había unas butacas, el funcionario de séptimo grado dijo:
- Siéntese aquí. Y tenga la c-carpeta.
El mismo se dirigió a lo alto de las puertas doradas, pero aquellas, de repente, se abrieron de par en par a su encuentro, y junto con la algarabía caliente de las voces de la sala salió un cuarteto: un general garboso, un señor larguirucho de aspecto no ruso en un abrigo a cuadros de pelerina, un demacrado anciano calvo con patillas colosales y un funcionario gafoso de uniforme.
En el general Anisy reconoció al príncipe Dolgoruk y, echándose a temblar, se puso firme.
De cerca su excelencia no parecía tan bravo y fresco, como si lo viera desde la muchedumbre: en toda la cara tenia arrugas profundas, los rizos eran contranaturalmente pomposos, los bigotes largos y las patillas demasiado castañas para setenta y cinco años.
- Erast Petrovich, ¡a propósito! - lanzo un grito el gobernador. - El chapurrea el francés así que no comprenderá ni una palabra, y en nuestra opinión, en general no comprende nada. Usted sabe el inglés, así que acláreme a mí, ¡qué quiere el de mí! ¡Y tan pronto que lo han dejado entrar! Una hora entera con él me explique, ¡y todo en vano!
- Su alta excelencia, como no le dejarás entrar, ¡cuando él es un lord y a usted tiene libre acceso! - se ve ya que no es la primera vez que lastimosamente lo había dicho con voz fina el gafoso. - De donde a mí entender…
Comenzó a hablar aquí el inglés, dirigiéndose a la nueva persona y agitando irritadamente cierto papel enteramente cubierto por sellos. Erast Petrovich comenzó a traducir impasible:
Esto es un juego deshonesto, en los países civilizados no se hace así. Estuve junto a este señor viejo ayer, él ha firmado el acta de compra de la casa y nosotros aseguramos el contracto con un apretón de manos. Y ahora él, véanlo, ha cambiado de opinión sobre la casa. Su nieto el Sr. Shpeier dijo que el viejo gentleman se mudaba a la Casa para los veteranos de las guerras napoleónicas, que para él será más conveniente estar allí, porque allí tiene un buen cuidado, y esta villa se vende. Tal inconstancia no hace el honor, especialmente cuando el dinero ya esta pagado. Y no es poco dinero, cien mil rublos. ¡Aquí está el acta de compra!
- Él agita el trozo de papel hace mucho, y no nos lo da en las manos, - noto el anciano calvo, callado hasta este minuto. Evidentemente, esto era Frol Grigórievich Vedishchev.
- ¿Soy al abuelo Shpeier? - dijo balbuceando el príncipe. - ¿Yo en un hospicio?!
El funcionario, habiéndose acercado cautelosamente al inglés por detrás, se puso de puntillas y miro con picardía el papel misterioso.
- Realmente, cien mil, y asegurado por el notario, - confirmo él. - y la dirección la nuestra: Tverskaya, la casa del príncipe Dolgoruk.
Erast Petrovich pregunto:
- Vladimir Andreevich, ¿quién es el tal Shpeier?
El príncipe se seco la frente con un pañuelo gastado purpura y se quedo de una pieza:
- Shpeier es una persona joven muy amable. Con excelentes recomendaciones. Me fue presentado en el baile de navidad… m-m… ¿quien es? Ah, no, ¡me acorde! No fue en el baile! Me fue recomendado por una carta especial de su alteza el duque Saksen-Limburgsky. Shpeier es un joven muy bueno, cortés, corazón de oro y tan infeliz. Fue en la campaña de Kushkin, fue herido en la columna vertebral, desde entonces a él no le andan las piernas. Se mueve en un cochecito automotor, pero el espíritu no se le ha caído. Se ocupa de la beneficencia, reúne las donaciones para los huérfanos, y el mismo sacrifica sumas enormes. Estuvo aquí, ayer por la mañana, con este inglés loco, dijo que es el conocido filántropo británico lord Pitsbruk. Pidió que yo le permitiera mostrar al inglés la villa, porque el lord es conocedor y apreciador de la arquitectura. ¿Podría negar al pobre Shpeier tal minucia? Aquí Innokenty los acompañaba. - Dolgoruk señalo enfadado al funcionario, y este junto las manos con asombro.
- Su alta excelencia, sí de donde para mí fue … De hecho usted me ordeno para que mí imagen fuera lo más amable …
- ¿Usted le estrecho a lord P-Pitsbruk la mano? - le pregunto Fandorin, y a Anisy le pareció que en los ojos del funcionario de séptimo grado paso rápidamente cierta chispa.
- Y bien, sin duda, - se encogió de hombros el príncipe. - Shpeier al principio algo le conto en inglés sobre mí, este larguirucho se volvió radiante y cayo con el apretón de manos.
- Y f-firmasteis ante el algún papel?
El gobernador frunció las cejas, recordando.
- Sí, Shpeier me pidió firmar la dirección de bienvenida para de nuevo refugio abierto de Ekaterinin. Tal asunto santo, reeducar a las rameras menores de edad. ¡Pero no firme ninguno acta notarial de compra! Usted me conoce, palomo, siempre leo con atención todo lo que firmo.
- Y donde puso él la dirección después?
- Parece que le mostro al inglés algo, se lo dijo y lo metió en la carpeta. El tenia en el catalogo una carpeta. - La cara de Dolgoruk, y sin eso ya era terrible, se convirtió en una nube lúgubre. - Y, ¡merde! Acaso …
Erast Petrovich se dirigió al lord en inglés y, debe ser que mereció del hijo de Albión su completa confianza, porque recibió el papel misterioso para su estudio.
- Está redactado formalmente, - musito el funcionario de séptimo orden, pasando el acta de compra por la mirada. - y sellado por el e-escudo de armas, y la estampilla de la notaría "Mebius", y la firma … ¿qué es esto?!
Sobre la cara de Fandorin se reflejo la perplejidad extrema.
- Vladimir Andreevich, ¡mire! ¡Miren la firma!
El príncipe, aprensivamente, como un sapo, tomo el documento, corrió cuanto más lejos fue posible de los ojos présbitas. Y leyó en voz alta:
- "La sota de picas"… Permitan, ¿en qué sentido "sota"?
- Aquí aquellos en…, - dijo lentamente Vedishchev. - Entonces está claro. De nuevo "La sota de picas". Y bien. Hasta aquí vivieron, reina de los cielos.
- ¿"La sota de picas"? - todos no lo podían tomar en el sentido de su excelencia. - pero de hecho se llama así una banda de los estafadores. Aquellos que el mes pasado vendieron al banquero Poljakov sus propios trotones, y para la Navidad ayudaron al comerciante Vinogradov en el riachuelo Setun a lavar la arena con oro. Baranov me informo. Buscamos, decía, a los malvados. Yo aun me reía. ¿Acaso ellos se han atrevido a mí… a mí, Dolgoruk?! - el gobernador general se dirigió a las puertas doradas, y su cara quedo tan terrible que Anisy arrastro la cabeza dentro de los hombros.
Vedishchev, como gallina que se ha alarmado, se lanzo hacia el príncipe enfadado y comenzó a cloquear:
- Vladim Andreich, quien tiene boca se equivoca, ¡de qué morirse! Ahora necesito gotitas de valeriana, y llamare al curandero, ¡hay que abrir la sangre! Innokenty, ¡dame la silla!
Sin embargo Anisy llego primero con la silla para los altos jefes. Turbado el gobernador se sentó suavemente, pero se esforzaba en levantarse y empujaba al ayuda de cámara.
- ¡Como cualquier actita notarial! ¿Que yo a ellos, al muchacho? ¡Yo les daré hospicio! - gritaba el no demasiado coherente, Vedishchev emitía diferentes sonidos apaciguadores y una vez incluso acaricio a su excelencia por el tinte, y puede, que en absoluto los rizos sean falsos.
El gobernador se volvió a Fandorin y lastimosamente le dijo:
- Erast Petrovich, amigo mío, ¡de hecho que esto! Los bandoleros se han desatado completamente. Han ofendido, humillado, ultrajado. Sobre todo Moscú en mi cara. La policía, pongan a la gendarmería tras sus pies, pero investiguen secretamente a los canallas. ¡Mandémoslos al tribunal! ¡A Siberia! Usted dispone de todo, palomo. Cuente esto desde hoy como su asunto principal y mi petición personal. Al mismo Baranov no le consulte, que le ayude.
- A la policía es imposible, - dijo preocupado a esto el funcionario de séptimo orden, y ninguna chispa en sus ojos azules ya brillaba, la cara del señor Fandorin expresaba ahora solamente la alarma por el poder de la autoridad. - El rumor se difunde y toda la c-ciudad se parte de risa. Esto no se puede permitir.
- Permitan, - de nuevo comenzó a hervir el príncipe. - Así que, se nos han ido de las manos estas "sotas"?
- En ningún caso. Y por este a-asunto me ocupare. Es confidencial solamente, sin divulgación. - Fandorin pensó un poco y continuó. - A Lord Pitsbruk convendrá devolverle el dinero del t-tesoro público de la ciudad, pedirle perdón, y no explicarle nada sobre la "sota". Que fue un malentendido. El nieto se tomo demasiadas libertades.
Habiendo oído su nombre, el inglés, inquieto, pregunto al funcionario de séptimo orden sobre algo, aquello se respondió brevemente y se dirigió de nuevo al gobernador:
- Frol Grigórievich inventará algo verosímil para los criados. Y yo me ocupare de las búsquedas.
- ¿Acaso perseguirá solo secretamente a los truhanes? - dudo el ayuda de cámara.
- Sí, es difícil. Pero es indeseable extender el círculo consagrado.
Fandorin miro al secretario gafoso, que el príncipe llamo "Innokenty", y movió la cabeza. Se veía, que Innokenty no servía de ayudante. Después Erast Petrovich se volvió hacia Anisy, y se congelo, sintiendo con agudeza toda su miserabilidad: es joven, demacrado, las orejas le sobresalen, y además los granos.
- Que … yo seré él, - dijo el balbuceando. - palabra de honor.
- ¿Este quien? - vocifero su excelencia, parece que por primera vez mirando al pelele del mensajero. - ¿Por qué esta aquí?
- Este es Tjulpanov, - explico Fandorin. - de la dirección de la gendarmería. Agente experimentado. Aquí él me a-ayudara.
El príncipe lo observo con una mirada que comprimió a Anisy, arqueando las terribles cejas.
- Y bien, mírame, Tjulpanov. Serás útil, haré de ti una persona. Y si tonteas, te convertiré en polvo.
Cuando Erast Petrovich y Anisy, que se había vuelto loco, iban a la escalera, fue audible, como Vedishchev dijo:
- Vladim Andreich, es su voluntad, y dinero en el tesoro público no hay. No es una broma cien mil. El inglés costará algunas excusas.
En la calle a Tjulpanov le esperaba una nueva conmoción.
Tendiendo los guantes, el funcionario de séptimo orden le pregunto de repente:
- Y si fielmente a mi me contaron, ¿usted mantiene una hermana invalida y ha renunciado a darla al cuidado de estado?
No esperaba tal conocimiento de las circunstancias domésticas de Anisy, sin embargo, encontrando en estado entumecido, se asombro menos, de lo que seguiría.
- Es imposible que le dé a ella al estado, - explico él. - Ella se consumiría allí. Mucho ya, la tonta, a mí se ha acostumbrado.
Aquello a Fandorin le sacudió.
- Le envidio, - suspiro él. - Usted es una persona feliz, Tjulpanov. A tan joven edad usted ya tiene por que respetarse y de que e-enorgullecerse. Para toda la vida le dio Dios a usted una vara.
Anisy trataba todavía de aclarar el sentido de estas palabras extrañas, y el funcionario de séptimo orden llevo la conversación más adelante:
- Por su hermana no se inquiete. Para el período de investigación contrataremos para ella una enfermera. Sin duda, a cuenta del Estado. Desde hoy y antes del fin del asunto sobre "La sota de picas" actuareis bajo mis órdenes. Trabajaremos juntos. Espero que no se a-aburra.
Aquí esta ella, la alegría inesperada, se dio cuenta súbitamente Tjulpanov. Aquí esta, la felicidad.
Ay ¡la paloma blanca!
Continua aqui
Espero que los fans de Fandorin disfruten con la historia.
"La sota de picas" se desato.
En todo el mundo no había persona más infeliz que Anisy Tjulpanov. Y bien, puede que, solamente en algún sitio en África negra o allí en la Patagonia, o más cerca, probablemente no.
Juzguen ustedes. En primer lugar, el nombrecito, Anisy. ¿Han visto alguna vez que alguna persona generosa, un doncel o incluso el jefe del despacho sea llamado Anisy? Así en seguida se derrite la lámpara de mantequilla, por la semilla urticante del pope(sacerdote ruso).
¡Y el apellido! De risa solamente. Ha pasado en propiedad del desdichado familiar el sobrenombre del bisabuelo, sacristán rural. Cuando el antepasado de Anisy estudiaba en el seminario, el padre decente tuvo la intención de cambiar los apellidos malsonantes de los servidores futuros de la iglesia en provecho de Dios. Para la simplicidad y la comodidad, un año llamaba a los seminaristas enteramente por las fiestas eclesiásticas, otro año por las frutas, y el bisabuelo vino el año de las flores: hubo quien se convertía de los Jacintos, quien de las Balsaminas, quien de los Ranúnculos. El retatarabuelo no acabo el seminario, y el apellido estúpido les entrego a los descendientes. Bien está que todavía de Tulipán (Tjulpanov) les diera el nombre, y no de cualquier diente de león.
¡Y qué sobrenombre! ¿Y la apariencia? Primero las orejas: se han destacado en los lados, como las asas en el orinal. Te ajustas la gorra, toman su propia libertad, tal que tratan de salir y salen, como si apuntalan el gorro. Demasiado elásticas, cartilaginosas.
Antes, pasaba que Anisy pasaba largo rato ante el espejo. Y así se volverá, y así lo dejara largo, especialmente dejo crecer el cabello en dos partes, para cubrir sus orejones a su estilo y de la mejor forma, por lo menos por cierto tiempo. Pero como a toda persona, le salieron granos (y para el ya el tercer año). Tjulpanov arreglo el espejo del desván, porque mirar su cara abyecta para el se convirtió definitivamente en imposible.
Se levanto Anisy al servicio muy temprano, por el tiempo de invierno todavía era de noche. El camino estaba alejado. La casita que heredo del tío diácono, se situaba sobre las huertas del monasterio Pokrovsky, junto a la misma barrera de Spassky. Por la calle Vacía, a través de la vía Taganka, delante de la mala Hitrovki, al servicio en la direccion de la gendarmeria estaba Anisy la hora entera en asuntos urgentes. Y si, como ahora, llegara la helada y dejara el camino helado, era completamente una desgracia. Con las botas desgarradas y con la delgada capita no era atractivo salir. Castañeas los dientes, recuerdas los mejores tiempos, y la adolescencia despreocupada, y la mamita, su reinado celestial.
El año pasado, cuando Anisy ingreso en los agentes de policía, fue allí donde era más fácil. El salario, 18 rublos, más el pago suplementario por el complemento, y por la noche, y sí había todavía, echaban dietas. Alguna vez hasta treinta cinco rublos por mes conseguía. Pero no se detuvo Tjulpanov, persona desafortunada, en el puesto bueno para el pan. Fue reconocido por el mismo teniente coronel Sverchinsky como agente sin perspectiva y, en general, baboso. Al principio fue pillado primero cuando ha abandonado el puesto de observación (¿como no abandonarlo, a casa no subir saltando, si la hermana Sonka no era alimentada desde la mañana?). Y después salió aún peor, dejo escapar Anisy a un peligroso revolucionario. Se quedo él durante la operación de la toma de la vivienda clandestina en la puerta trasera, cerca de la entrada de servicio. Por si acaso, para la seguridad, no le permitieron participar, por la inexperiencia de Tjulpanov, en la detención. Y es necesario que suceda así, que los arrestadores, los perros lobo expertos, los maestros del asunto, dejaron libre a una estudiante. Ve Anisy que corre hacia él una señorita con gafas, y su cara así, asustada, desesperada. El grito "Alto", y no basto para que se decidiera, a que sus manos finas dolorosamente tuvieran a la señorita. Y se quedo, como un ídolo, mirándole la espalda. Hasta en el silbato no ha silbado.
Por esta omisión indignante querían expulsar completamente a Tjulpanov del servicio, pero los jefes se apiadaron del huérfano, y lo degradaron a recadero. Trabajaba ahora Anisy en un puesto menudo para un hombre de letras, cinco cursos reales que acabo, hasta vergonzoso. Y, lo principal, completamente desesperanzado. Y así pasas toda la vida con lamentable rabia, sin haber tenido derecho al grado de clase.
Poner sobre él la cruz a los veinte años para cualquiera es amargo, incluso en un asunto no ambicioso. Traten de vivir doce con una moneda de cincuenta kopeks, prueben. Más no es necesario mucho, а Sonka no le expliques que su hermano menor no termino la carrera. Ella quiere mantequilla, y pastelito de queso, y caramelito de higos a brevas para mimarla. Y ahora la leña, calentar la estufa, por tres rublos el sazhen. Sonka en balde es idiota, y muge, cuando tiene frío, llora.
Anisy, antes de saltar desde la casa, consiguió cambiar a la hermana mojada. Ella despego los pequeños ojos de cerdito, sonrió de una manera soñolienta al hermano y dijo balbuceando: "Nisy, Nisy".
Silencio, estoy aquí, tonta, no me mimes, - con severidad fingida la castigo Anisy, moviendo el cuerpo pesado, caliente del sueño. En la mesa puso la calumniada moneda de diez kopeks, para la vecina de Sychihi, que cuidaba a la pobre. Apresuradamente, se comió el kalach sentado, se tomo la leche fría, y llego la hora en la oscuridad para la tormenta de nieve.
Andando rápido por el solar cubierto de nieve hacia Taganka, a cada instante resbalando, Tjulpanov fuertemente se compadecía. Además de pobre, feo y desafortunado, aun estaba Sonka, un collar para toda la vida. El era una persona condenada, no tendría nunca ni mujer, ni hijos, ni una casa confortable.
Corriendo delante de la iglesia de todos los afligidos, se ha persignado, como habitualmente, ante el icono, iluminado por la lamparilla, de la Madre De Dios. Quería Anisy este icono desde la infancia: no cuelga al calor y la sequedad, sino directamente en la pared, a los siete vientos, solamente cubierta de las lluvias y las nieves por un tejadillo, y arriba hay una cruz de madera. El fueguecillo pequeño, inextinguible, en la pantalla de cristal ardiente, se veía de lejos. Esto estaba bien, especialmente cuando la ves desde la oscuridad, el frío y el aullido de viento.
¿Que es esto que aparece blanco allí, sobre la cruz?
¡Una paloma blanca! Está, desde el pico a las alitas limpia, y la tormenta de nieve no le causo perjuicio. En la señal fiel, de la que la mamita tranquila era gran conocedora, la paloma blanca sobre la cruz, por suerte y felicidad inesperada. ¿De dónde se coge la felicidad solamente?
El viento bajo y se enredaba por la tierra. Oh, frío.
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Pero ahora para Anisy el día de trabajo y, realmente, comenzó allí no muy mal. Se puede decir que tuvo suerte Tjulpanov. Egor Semenych, el registrador colegiado que administraba los envíos, echo un capote al no convincente Anisy, movió la mollera cana y le dio una tarea buena, caliente. No era correr hacia los cientos de fines del infinito, a la ciudad soplada por los vientos, solamente llevar la carpeta con los informes y sus documentos a su señoría Erast Petrovich Fandorin, el funcionario de los encargos especiales para su excelencia el gobernador general. Llevar y esperar, por si tuviera del funcionario de séptimo grado correspondencia de vuelta.
Esto no puede ser, esto es posible. Anisy salto como una exhalación y llevo la carpeta enseguida, incluso no consiguió congelarse. Habitaba el señor Fandorin en una casa cercana, aquí, en el Pequeño Nikitsky, en la propia ala de la hacienda del barón Von Evert-Kolokoltseva.
Anisy adoraba al señor Fandorin. De lejos, tímidamente, con veneración, sin ninguna esperanza de que la gran persona notará alguna vez la existencia de Tjulpanov. El funcionario de séptimo grado tenía en la gendarmería una reputación especial, aunque servía Erast Petrovich en otro departamento. Su misma excelencia de Moscú, el jefe de policía Efim Efímovich Baranov, con grado de teniente general, no contaba como vergonzoso pedir al funcionario de los encargos especiales consejo confidencial o incluso obtener protección.
Aun mas, cada persona, aunque formara parte experta en la política grande de Moscú, sabía que el padre de la primera capital, el príncipe Vladímir Andreevich Dolgoruk, distingue al funcionario de séptimo grado y da oídos a su opinión. Cosas diferentes se decían sobre el señor Fandorin: como si él tuviera un don especial - a cualquier persona la veía de parte a parte y cualquiera, hasta el misterio más misterioso, enseguida comprendía hasta la esencia.
Por su cargo, se confiaba al funcionario de séptimo grado ser el ojo del gobernador general en todos los asuntos secretos de Moscú que caen en la gestión de la gendarmería y la policía. Por eso, cada mañana, a Erast Petrovich del general Baranov y de la gendarmería le enviaban las noticias necesarias - habitualmente en la casa del gobernador, en Tverskaya, pero era como su casa, porque las reglas para el funcionario de séptimo grado eran libres y el podía estar presente cuando deseara, e incluso en absoluto ir.
Así de persona considerable era el señor Fandorin, y entre eso, simplemente se comportaba sin importancia. Dos veces Anisy le llevo los paquetes a Tverskaya y era completamente obediente por la manera afable de una persona tan influyente: no humilla a una pequeña persona, se dirige respetuosamente, siempre le invita a sentarse, de "usted" le llama.
Y aun era muy curioso ver de cerca a esta persona, sobre la cual corrían por Moscú rumores realmente fantásticos. En seguida se veía que era una persona especial. Una persona hermosa, llana, joven, de cabellos negros sobre las sienes con fuertes canas. La voz tranquila, silencioso, habla con tartamudez fácil, pero cada palabra en su lugar y se ve que repite una vez, pero ya dos veces no está acostumbrado. Un señor considerable del que no puedes decir nada.
En casa del funcionario de séptimo grado Tjulpanov aun no podía compararse, y por eso, entrando por la puerta delicada, con la corona de hierro fundido encima, él se acerco hacia el ala adornada de un solo piso con un poco de opresión en el corazón. Junto a esa persona y vivienda extraordinaria, justo, también cualquiera es especial.
Presiono el botón del timbre eléctrico. La primera frase la preparo de antemano: “El correo Tjulpanov de la dirección de la gendarmería con papeles para su señoría”. Dándose cuenta, introdujo bajo el gorro la terca oreja derecha.
La puerta esculpida de roble se abrió. En el umbral había un asiático bajo, fuertemente abatido, con ojos estrechos, las mejillas gordas y cabellos duros negros erizados. El asiático llevaba una librea verde con galones dorados y, por alguna razón, las sandalias de paja. El criado fijo los ojos con aire descontento sobre el visitante y le pregunto:
— ¿Que querer?
De algún sitio desde de la profundidad de la casa llego una voz sonora femenina:
— ¡Masa! ¡Cuantas veces tengo que repetírtelo! ¡No «que querer», sino «que desea»!
El asiático se inclino rencorosamente hacia atrás y refunfuño de mala gana a Anisy:
— ¿Tu que desea?
—El correo Tjulpanov de la dirección de la gendarmería con papeles para su señoría - informo deprisa Anisy.
— Vamos, anda, - le invito el criado y se aparto, dejándole pasar.
Tjulpanov se encontraba en una antecámara espaciosa, miro con interés alrededor y en un primer momento se llevo un desengaño: no había un oso disecado con una bandeja de plata para las tarjetas de visita, ¿y cómo podía haber un apartamento señorial sin un oso relleno? ¿O el funcionario para los encargos especiales no tenia visitas?
Además, aunque no había descubierto al oso, los muebles alrededor de la antecámara eran muy bonitos, y en la esquina, en un armario de cristal, había ciertas armaduras raras: todos de planchas metálicas, con cifras complicadas en la coraza y con cuernos, como un escarabajo, en el casco.
De la puerta que conduce a una habitación interna, adonde al correo, por supuesto, la entrada le fue cerrada, se asomo la rara belleza de una señora en bata roja de seda hasta el suelo. Los cabellos pomposos oscuros de la belleza fueron codificados en un peinado complicado, el cuello armonioso estaba desnudo, blanco, a lo largo, los anillos de la mano, se cruzaban sobre el pecho alto. La señora con decepción fijo la mirada en Anisy con sus enormes ojos negros, arrugo un poco la nariz clásica y lo llamo:
- Erast, es para ti. De la oficina estatal.
Anisy se asombro por alguna razón, que el funcionario de séptimo grado estuviera casado, aunque no había, en realidad, nada asombroso en aquello, que tal persona tuviera una esposa hermosa, con presencia regia y la mirada altiva.
La señora Fandorin era aristocrática, sin aflojar los labios, bostezo y desapareció tras la puerta, y en un minuto, a la antecámara salió el señor Fandorin.
Él estaba también en bata, pero no en rojo, sino en negro, con las borlas y el cinturón de seda.
- Buenos días, T-Tjulpanov, - dijo el funcionario de séptimo grado, recorriendo con los dedos el rosario nefrítico verde, y Anisy se quedo sin pulso del placer - no suponía que Erast Petrovich lo recordara, y mucho mas por el apellido. Sería poco de cada pequeño bribón que le entregara los paquetes, y mucho menos de ti.
- ¿Que tiene usted ahí? Démelo y pase a la sala, siéntese. Маsа, cógele al s-señor Tjulpanov la capa.
Entrando tímidamente en la sala, Anisy no se atreví a mirar de hito en hito por todas partes, modestamente se sentó en el borde tapizado de terciopelo azul de la silla y solamente, mientras esperaba, insignificantemente comenzaba a mirar alrededor a escondidas.
La habitación era interesante: todas las paredes cubiertas por grabados de color japoneses, lo cual, Anisy sabía, ahora era la gran moda. El también miro ciertos rollos con jeroglíficos y sobre el soporte lacado de madera, dos sables curvados, uno más largo, el otro más corto.
El funcionario de séptimo grado murmuro sobre los papeles, de vez en cuando anotando algo en ellos con un lápiz dorado. Su esposa, no volviendo la atención a los hombres, estaba de pie cerca de la ventana y, con aspecto aburrido, miraba al jardín.
- Querido, - ha dicho ella en francés, - ¿por qué no vamos a algún sitio? Esto es insoportable al fin y al cabo. Quiero ir al teatro, quiero ir al baile.
- Usted misma lo d-dijo, Addi, que esto es indecente, - respondió Fandorin, separándose de los papeles. - Es posible que encuentre a sus conocidos de San Petersburgo. No será difícil. A mí, en realidad, me da lo mismo.
Él miro a Tjulpanov, y se enrojeció. El no era culpable, al fin y al cabo, de sus farfullos, ¡pero comprendía el francés!
Se descubrió que, la señora hermosa, no era en absoluto la señora Fandorin.
- Ah, perdona, Addi, - dijo Erast Petrovich en ruso. - no te he presentado al señor Tjulpanov, él sirve en la dirección de la gendarmería. Y esta es la condesa Ariadna Arkadevna Opraksina, mi b-buena conocida.
A Anisy le pareció que el funcionario de séptimo grado se turbo un poco, como si no supiera completamente, como presentar a la belleza. Y, puede que, solo por el tartamudeo, así lo pareciera.
- Oh, Dios mío, - suspiro doliente la condesa Addi y salió impetuosamente de la habitación.
Casi en seguida pareció oírse su voz:
- Маsа, ¡apártate inmediatamente de mi Natalia! ¡Me marcho, canalla! No, ¡esto es simplemente insoportable!
Erast Petrovich suspiro también y volvió a la lectura de los papeles.
Se distinguió el tañido de un timbre, el ruido apagado de las voces de la antecámara y, en la sala entro con un panecillo el asiático de antes.
Él grullo en cierto dialecto incomprensible, pero Fandorin con un gesto le ordeno callarse.
- Маsа, te dije: ante los huéspedes dirígete a mí en ruso, no en japonés.
Anisy, que recibió el rango de huésped, se dio importancia, y miro al criado fijamente con curiosidad: era necesariamente, un autentico japonés.
- De Vedisev-san, - explico brevemente Маsа.
- ¿De Vedishchev? ¿Frol G-Grigórievich? Pregunto.
Quién era el tal Frol Grigórievich Vedishchev, Anisy lo sabía. Su persona era conocida por el apodo del Cardenal Gris. Permaneció junto al príncipe Dolgoruk al principio cuando era un muchacho, después de ordenanza, después como lacayo, y en los últimos veinte años como ayuda de cámara personal. Desde entonces, como Vladimir Andreevich, tomo la antigua ciudad en sus tenaces y firmes manos. Al estilo de un pequeño pájaro el ayuda de cámara, se supo que, sin el consejo del fiel Frol, el muy inteligente y cauteloso Dolgoruk no toma ninguna decisión importante. Si quiere tratar con su excelencia una petición importante, debe saber camelarse a Vedishchev, y entonces, le cuenta la mitad de lo necesario de lo hecho.
En la sala entro, y parecía que entro corriendo, un pequeño robusto con librea de gobernador que dijo apresuradamente desde el umbral:
- ¡Su excelencia, Frol Grigorievich! ¡Para visitarle absolutamente con carácter urgente! ¡Que escándalo para nosotros, Erast Petrovich, que locura! ¡Frol Grigorievich dice, que sin usted de ninguna manera! Yo vine sobre el trineo del príncipe, y hasta allí enseguida. Llegaremos volando.
- ¿Que esta tras el "escándalo"? - se enfado el funcionario de séptimo grado, sin embargo se levanto y se quito la bata. - Está bien, vamos a m-mirar.
Bajo la bata se encontraba una camisa blanca con una corbata negra.
- ¡Маsа, el chaleco y la levita, rápido! - grito Fandorin, metiendo los papeles en la carpeta. - y usted, Tjulpanov, está de acuerdo en dar una vuelta conmigo. Terminaré la lectura por el camino.
Anisy estaba preparado para ir tras su excelencia donde sea, y así lo demostró saltando apresuradamente de la silla.
Aquí ni pensaba ni conjeturaba el correo Tjulpanov, que iba a ser llevado alguna vez a dar una vuelta en el transporte del gobernador general.
Notable era el carruaje, una carreta contemporánea sobre patines. Dentro estaba decorado por un atlas, un asiento de piel, en la esquina había una estufa con el tiro de bronce. La verdad es que calentaba.
El lacayo se sentó en el pescante, y los cuatro valientes patilargos trotones partieron en alegre carrera.
Anisy suavemente, se balanceo casi con ternura sobre el asiento blando destinado para unas nalgas mucho más nobles, y pensó: eh, esto no lo creerá nadie.
El señor Fandorin crujió un lacre, abriendo cierto despacho. Frunció la alta y limpia frente. Hasta es bueno, sin envidia, pensó Tjulpanov con admiración sincera, observando con el rabillo del ojo, como el funcionario de séptimo grado se tira del bigote delgado.
A la casa grande en Tverskaya, los trajeron a toda velocidad en cinco minutos. El carruaje viro, no a la izquierda, a la oficina estatal, sino a la derecha, al portal y habitación personal de "un gran príncipe de Moscú », Volodya Nido Grande, Yury Dolgoruk (que no solamente lo llamaban Vladimir Andreevich el todopoderoso).
- Perdone usted, Tjulpanov, - pronunció el trabalenguas Fandorin, abriendo de par en par la portezuela, - pero soltarle no puedo mientras tanto. Después echaré un par de las líneas para el c-coronel. Solamente comprenderé el principio del "escándalo".
Anisy salió detrás de Erast Petrovich, entro en el aposento de mármol, pero aquí se quedo atrás y se amilano, habiendo visto al importante portero con el bastón dorado. Aquí se asusto horrorosamente Tjulpanov de la humillación de que le dejará su señor Fandorin andando alrededor del aposento en el bajo de la escalera, como si fuera un perrito. Pero supero su orgullo y se preparo para perdonar al funcionario de séptimo grado: y ¿cómo un hombrecillo con semejante capa y gorro con la visera agrietada se lleva a los apartamentos del gobernador?
- ¿Que os habéis atascado? - se volvió impacientemente Erast Petrovich, ya llegado a la mitad de la escalera. - no os atraséis. Veis, cual brujería se creó aquí.
Solamente ahora, hasta Anisy llego que en la casa del gobernador hay realmente algo extraordinario. Y el aspecto del majestuoso portero, si miraba con atención, no era tan importante, cuan confuso era que traían de la calle al vestíbulo arcas, cajas, cajones con letras extranjeras. ¿Por qué motivo un traslado?
Tjulpanov alcanzo en un salto al funcionario de séptimo grado y trato de mantenerse tras él a no más de dos pasos, para lo cual tenía que, de vez en cuando, correr poco seriamente, porque el paso de su excelencia era ancho y rápido.
Oh, ¡que hermoso era estar en la residencia del gobernador! Casi como en el templo de Dios: columnas multicolor (puede, ¿de porfiro?), las cortinas de brocado, las estatuas de las diosas griegas. ¡La araña! ¡Y los cuadros de marco dorado! ¡Y el entarimado de espejo con incrustación!
Anisy miro atrás al entarimado y vio de repente que, sobre el suelo milagroso se quedan las huellas mojadas y sucias de sus botas vergonzosas. Dios mío, que no lo viera nadie.
En la sala espaciosa, donde no había ni un alma, y a lo largo de las paredes había unas butacas, el funcionario de séptimo grado dijo:
- Siéntese aquí. Y tenga la c-carpeta.
El mismo se dirigió a lo alto de las puertas doradas, pero aquellas, de repente, se abrieron de par en par a su encuentro, y junto con la algarabía caliente de las voces de la sala salió un cuarteto: un general garboso, un señor larguirucho de aspecto no ruso en un abrigo a cuadros de pelerina, un demacrado anciano calvo con patillas colosales y un funcionario gafoso de uniforme.
En el general Anisy reconoció al príncipe Dolgoruk y, echándose a temblar, se puso firme.
De cerca su excelencia no parecía tan bravo y fresco, como si lo viera desde la muchedumbre: en toda la cara tenia arrugas profundas, los rizos eran contranaturalmente pomposos, los bigotes largos y las patillas demasiado castañas para setenta y cinco años.
- Erast Petrovich, ¡a propósito! - lanzo un grito el gobernador. - El chapurrea el francés así que no comprenderá ni una palabra, y en nuestra opinión, en general no comprende nada. Usted sabe el inglés, así que acláreme a mí, ¡qué quiere el de mí! ¡Y tan pronto que lo han dejado entrar! Una hora entera con él me explique, ¡y todo en vano!
- Su alta excelencia, como no le dejarás entrar, ¡cuando él es un lord y a usted tiene libre acceso! - se ve ya que no es la primera vez que lastimosamente lo había dicho con voz fina el gafoso. - De donde a mí entender…
Comenzó a hablar aquí el inglés, dirigiéndose a la nueva persona y agitando irritadamente cierto papel enteramente cubierto por sellos. Erast Petrovich comenzó a traducir impasible:
Esto es un juego deshonesto, en los países civilizados no se hace así. Estuve junto a este señor viejo ayer, él ha firmado el acta de compra de la casa y nosotros aseguramos el contracto con un apretón de manos. Y ahora él, véanlo, ha cambiado de opinión sobre la casa. Su nieto el Sr. Shpeier dijo que el viejo gentleman se mudaba a la Casa para los veteranos de las guerras napoleónicas, que para él será más conveniente estar allí, porque allí tiene un buen cuidado, y esta villa se vende. Tal inconstancia no hace el honor, especialmente cuando el dinero ya esta pagado. Y no es poco dinero, cien mil rublos. ¡Aquí está el acta de compra!
- Él agita el trozo de papel hace mucho, y no nos lo da en las manos, - noto el anciano calvo, callado hasta este minuto. Evidentemente, esto era Frol Grigórievich Vedishchev.
- ¿Soy al abuelo Shpeier? - dijo balbuceando el príncipe. - ¿Yo en un hospicio?!
El funcionario, habiéndose acercado cautelosamente al inglés por detrás, se puso de puntillas y miro con picardía el papel misterioso.
- Realmente, cien mil, y asegurado por el notario, - confirmo él. - y la dirección la nuestra: Tverskaya, la casa del príncipe Dolgoruk.
Erast Petrovich pregunto:
- Vladimir Andreevich, ¿quién es el tal Shpeier?
El príncipe se seco la frente con un pañuelo gastado purpura y se quedo de una pieza:
- Shpeier es una persona joven muy amable. Con excelentes recomendaciones. Me fue presentado en el baile de navidad… m-m… ¿quien es? Ah, no, ¡me acorde! No fue en el baile! Me fue recomendado por una carta especial de su alteza el duque Saksen-Limburgsky. Shpeier es un joven muy bueno, cortés, corazón de oro y tan infeliz. Fue en la campaña de Kushkin, fue herido en la columna vertebral, desde entonces a él no le andan las piernas. Se mueve en un cochecito automotor, pero el espíritu no se le ha caído. Se ocupa de la beneficencia, reúne las donaciones para los huérfanos, y el mismo sacrifica sumas enormes. Estuvo aquí, ayer por la mañana, con este inglés loco, dijo que es el conocido filántropo británico lord Pitsbruk. Pidió que yo le permitiera mostrar al inglés la villa, porque el lord es conocedor y apreciador de la arquitectura. ¿Podría negar al pobre Shpeier tal minucia? Aquí Innokenty los acompañaba. - Dolgoruk señalo enfadado al funcionario, y este junto las manos con asombro.
- Su alta excelencia, sí de donde para mí fue … De hecho usted me ordeno para que mí imagen fuera lo más amable …
- ¿Usted le estrecho a lord P-Pitsbruk la mano? - le pregunto Fandorin, y a Anisy le pareció que en los ojos del funcionario de séptimo grado paso rápidamente cierta chispa.
- Y bien, sin duda, - se encogió de hombros el príncipe. - Shpeier al principio algo le conto en inglés sobre mí, este larguirucho se volvió radiante y cayo con el apretón de manos.
- Y f-firmasteis ante el algún papel?
El gobernador frunció las cejas, recordando.
- Sí, Shpeier me pidió firmar la dirección de bienvenida para de nuevo refugio abierto de Ekaterinin. Tal asunto santo, reeducar a las rameras menores de edad. ¡Pero no firme ninguno acta notarial de compra! Usted me conoce, palomo, siempre leo con atención todo lo que firmo.
- Y donde puso él la dirección después?
- Parece que le mostro al inglés algo, se lo dijo y lo metió en la carpeta. El tenia en el catalogo una carpeta. - La cara de Dolgoruk, y sin eso ya era terrible, se convirtió en una nube lúgubre. - Y, ¡merde! Acaso …
Erast Petrovich se dirigió al lord en inglés y, debe ser que mereció del hijo de Albión su completa confianza, porque recibió el papel misterioso para su estudio.
- Está redactado formalmente, - musito el funcionario de séptimo orden, pasando el acta de compra por la mirada. - y sellado por el e-escudo de armas, y la estampilla de la notaría "Mebius", y la firma … ¿qué es esto?!
Sobre la cara de Fandorin se reflejo la perplejidad extrema.
- Vladimir Andreevich, ¡mire! ¡Miren la firma!
El príncipe, aprensivamente, como un sapo, tomo el documento, corrió cuanto más lejos fue posible de los ojos présbitas. Y leyó en voz alta:
- "La sota de picas"… Permitan, ¿en qué sentido "sota"?
- Aquí aquellos en…, - dijo lentamente Vedishchev. - Entonces está claro. De nuevo "La sota de picas". Y bien. Hasta aquí vivieron, reina de los cielos.
- ¿"La sota de picas"? - todos no lo podían tomar en el sentido de su excelencia. - pero de hecho se llama así una banda de los estafadores. Aquellos que el mes pasado vendieron al banquero Poljakov sus propios trotones, y para la Navidad ayudaron al comerciante Vinogradov en el riachuelo Setun a lavar la arena con oro. Baranov me informo. Buscamos, decía, a los malvados. Yo aun me reía. ¿Acaso ellos se han atrevido a mí… a mí, Dolgoruk?! - el gobernador general se dirigió a las puertas doradas, y su cara quedo tan terrible que Anisy arrastro la cabeza dentro de los hombros.
Vedishchev, como gallina que se ha alarmado, se lanzo hacia el príncipe enfadado y comenzó a cloquear:
- Vladim Andreich, quien tiene boca se equivoca, ¡de qué morirse! Ahora necesito gotitas de valeriana, y llamare al curandero, ¡hay que abrir la sangre! Innokenty, ¡dame la silla!
Sin embargo Anisy llego primero con la silla para los altos jefes. Turbado el gobernador se sentó suavemente, pero se esforzaba en levantarse y empujaba al ayuda de cámara.
- ¡Como cualquier actita notarial! ¿Que yo a ellos, al muchacho? ¡Yo les daré hospicio! - gritaba el no demasiado coherente, Vedishchev emitía diferentes sonidos apaciguadores y una vez incluso acaricio a su excelencia por el tinte, y puede, que en absoluto los rizos sean falsos.
El gobernador se volvió a Fandorin y lastimosamente le dijo:
- Erast Petrovich, amigo mío, ¡de hecho que esto! Los bandoleros se han desatado completamente. Han ofendido, humillado, ultrajado. Sobre todo Moscú en mi cara. La policía, pongan a la gendarmería tras sus pies, pero investiguen secretamente a los canallas. ¡Mandémoslos al tribunal! ¡A Siberia! Usted dispone de todo, palomo. Cuente esto desde hoy como su asunto principal y mi petición personal. Al mismo Baranov no le consulte, que le ayude.
- A la policía es imposible, - dijo preocupado a esto el funcionario de séptimo orden, y ninguna chispa en sus ojos azules ya brillaba, la cara del señor Fandorin expresaba ahora solamente la alarma por el poder de la autoridad. - El rumor se difunde y toda la c-ciudad se parte de risa. Esto no se puede permitir.
- Permitan, - de nuevo comenzó a hervir el príncipe. - Así que, se nos han ido de las manos estas "sotas"?
- En ningún caso. Y por este a-asunto me ocupare. Es confidencial solamente, sin divulgación. - Fandorin pensó un poco y continuó. - A Lord Pitsbruk convendrá devolverle el dinero del t-tesoro público de la ciudad, pedirle perdón, y no explicarle nada sobre la "sota". Que fue un malentendido. El nieto se tomo demasiadas libertades.
Habiendo oído su nombre, el inglés, inquieto, pregunto al funcionario de séptimo orden sobre algo, aquello se respondió brevemente y se dirigió de nuevo al gobernador:
- Frol Grigórievich inventará algo verosímil para los criados. Y yo me ocupare de las búsquedas.
- ¿Acaso perseguirá solo secretamente a los truhanes? - dudo el ayuda de cámara.
- Sí, es difícil. Pero es indeseable extender el círculo consagrado.
Fandorin miro al secretario gafoso, que el príncipe llamo "Innokenty", y movió la cabeza. Se veía, que Innokenty no servía de ayudante. Después Erast Petrovich se volvió hacia Anisy, y se congelo, sintiendo con agudeza toda su miserabilidad: es joven, demacrado, las orejas le sobresalen, y además los granos.
- Que … yo seré él, - dijo el balbuceando. - palabra de honor.
- ¿Este quien? - vocifero su excelencia, parece que por primera vez mirando al pelele del mensajero. - ¿Por qué esta aquí?
- Este es Tjulpanov, - explico Fandorin. - de la dirección de la gendarmería. Agente experimentado. Aquí él me a-ayudara.
El príncipe lo observo con una mirada que comprimió a Anisy, arqueando las terribles cejas.
- Y bien, mírame, Tjulpanov. Serás útil, haré de ti una persona. Y si tonteas, te convertiré en polvo.
Cuando Erast Petrovich y Anisy, que se había vuelto loco, iban a la escalera, fue audible, como Vedishchev dijo:
- Vladim Andreich, es su voluntad, y dinero en el tesoro público no hay. No es una broma cien mil. El inglés costará algunas excusas.
En la calle a Tjulpanov le esperaba una nueva conmoción.
Tendiendo los guantes, el funcionario de séptimo orden le pregunto de repente:
- Y si fielmente a mi me contaron, ¿usted mantiene una hermana invalida y ha renunciado a darla al cuidado de estado?
No esperaba tal conocimiento de las circunstancias domésticas de Anisy, sin embargo, encontrando en estado entumecido, se asombro menos, de lo que seguiría.
- Es imposible que le dé a ella al estado, - explico él. - Ella se consumiría allí. Mucho ya, la tonta, a mí se ha acostumbrado.
Aquello a Fandorin le sacudió.
- Le envidio, - suspiro él. - Usted es una persona feliz, Tjulpanov. A tan joven edad usted ya tiene por que respetarse y de que e-enorgullecerse. Para toda la vida le dio Dios a usted una vara.
Anisy trataba todavía de aclarar el sentido de estas palabras extrañas, y el funcionario de séptimo orden llevo la conversación más adelante:
- Por su hermana no se inquiete. Para el período de investigación contrataremos para ella una enfermera. Sin duda, a cuenta del Estado. Desde hoy y antes del fin del asunto sobre "La sota de picas" actuareis bajo mis órdenes. Trabajaremos juntos. Espero que no se a-aburra.
Aquí esta ella, la alegría inesperada, se dio cuenta súbitamente Tjulpanov. Aquí esta, la felicidad.
Ay ¡la paloma blanca!
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